Las alteraciones son cada vez más evidentes y los estudios al respecto se acumulan sin pausa. La humanidad parece haber ingresado a terrenos hostiles en cuanto al clima y las herramientas para cambiar el curso de colisión son cada vez menos.
En las últimas décadas, el calentamiento ocasionado por la actividad humana se aceleró y ello parece haber alterado, entre otras cosas, las corrientes oceánicas al punto de ponerlas al borde de otro gran debilitamiento que tendría fuertes repercusiones para los patrones climáticos en una franja del planeta.
Estudios al respecto determinaron que la última vez que hubo una desaceleración importante en la poderosa red de corrientes oceánicas que configuran el clima sucedió hace unos 12.800 años y entonces, entre otras consecuencias, buena parte del planeta se sumió en un intenso frío que duró más de un milenio.
La incertidumbre sobre un nuevo momento así sigue latente. Mientras los investigadores buscan ponerse de acuerdo en cuanto al tiempo, sí se evidencia el impacto devastador en la vida marina y las comunidades costeras en todo el mundo. Estas últimas, en tanto, se enfrentan a la amenaza directa de perder sus hogares y formas de vida debido al aumento del nivel del mar y la intensificación de eventos climáticos extremos.
Al mismo tiempo y a medida que el hemisferio norte se sofoca bajo una ola de calor de verano sin precedentes, mucho más al sur se está rompiendo otro récord climático aterrador: el hielo marino antártico cayó a niveles sin precedentes para esta época del año.
Las evidencias de las alteraciones climáticas derivadas de la interacción humana se acumulan al igual que los detractores de las teorías del cambio climático.
“Es muy plausible que ya nos hayamos caído por un precipicio y no lo sepamos”, advirtió Hali Kilbourne, profesora asociada de investigación en el Centro de Ciencias Ambientales de la Universidad de Maryland.