El Gobierno argentino, extraviado por estas horas en una brutal interna para dirimir cómo llegar al siguiente plazo del calendario electoral, lejos está (y estuvo) de mostrar un plan de estabilización que tendría múltiples efectos positivos: sumaría posibilidades a sus alicaídas chances eleccionarias, contagiaría algo de bienestar al grueso de una sociedad harta de hacer sacrificios y le daría un poco de previsibilidad a lo que resta del año.
Sin embargo, por impericia o desinterés, la estabilización nunca fue parte del programa y el mandato está cerca de haberse agotado en una pandemia y una interna con graves consecuencias para el bienestar del país y sus habitantes.
En ese contexto cabe indagar sobre si existe alguna chance de que se cambie el rumbo antes de la primera gran contienda que serán las Primarias o si, vencido como se muestra, el Gobierno dejará que todo dependa de lo que cada argentino pueda hacer por sí mismo.