Se inició ayer ante la jueza Correccional y de Menores 1 de esta capital, Marcela Leiva, el juicio oral por la muerte de dos jóvenes de 19 años atropellados por un automóvil sobre la ruta nacional 105 en jurisdicción de Fachinal durante la madrugada del domingo 3 de junio de 2018.
Familiares de Juan Gabriel Mendoza y Víctor Gabriel González, las víctimas fatales, presenciaron el debate con absoluta calma, de la misma manera que los parientes directos de Enrique Gabriel Pana (hoy de 26 años) acusado de “homicidio en accidente de tránsito” (artículo 84, segundo párrafo del Código Penal Argentino).
Pana condujo el Chevrolet Agile que colisionó a las 5.30, según el expediente, a los jóvenes que retornaban a Posadas a pie y empujando la Honda Wave pinchada tras finalizar la primera jornada del anual encuentro de motoqueros en Apóstoles. Ayer, tras la lectura del requerimiento de elevación a juicio firmado por la fiscal de Instrucción 3, Adriana Herbociani, el acusado aceptó responder preguntas de las partes. Fue indagado durante 20 minutos, en los que intentó despegarse de la acusación que tiene una pena prevista de hasta seis años de prisión efectiva.
“Había mucha neblina y volvíamos del encuentro de motos, sólo sentí el impacto, en ningún momento vi que era una motocicleta, pensé que choqué una vaca o un carpincho”, lanzó seguro el encartado, quien también aclaró que durante estos cinco años pudo formar pareja, darle de comer a su bebé de nueve meses y continuar trabajando con normalidad, incluso ya posee licencia para conducir vehículos de gran porte y articulados: categoría E-1, camionero profesional.
“El accidente fue a dos kilómetros del peaje de Fachinal y no se veía nada por la neblina, yo venía pegado al volante y mirando. Fue a las 3 de la mañana el accidente y tuve que llamar como seis veces al peaje para que me atiendan”.
“Los muchachos no murieron en el acto, estaban vivos, como convulsionando. Hasta las 5 estuvieron agonizando hasta que llegó gente del peaje y sólo señalizaron el accidente. Después apareció la policía, ya eran las 6.30 o 7 porque estaba clareando”.
Remarcó como carta fuerte para su coartada que “el choque fue en el carril de tránsito normal, no en la banquina de asfalto ni en la tierra. Había muchísima neblina y hacía frío”. Además puntualizó: “No me crucé nunca de carril y tampoco casi choco otra motocicleta antes. Yo venía bien, pegado al volante y al vidrio, miraba bien y tampoco había tomado alcohol, dio cero el test”.
Con su estrategia sobre el paño el paso siguiente fueron los siete testimonios de las ocho personas citadas a debate como testigos. Los tres primeros fueron peritos de la Policía y de la Justicia.
Martín Duarte, licenciado en criminalística del Poder Judicial, detalló las pericias y resultados arrojados. Resaltó que la velocidad de impacto del Chevrolet Agile a la motocicleta y a los jóvenes fue de 113,5 kilómetros por hora y sobre la banquina de asfalto de 1,80 metros de ancho y que sobre el carril normal de tránsito, ni del otro lado de la arteria se hallaron rastros del siniestro. Que tal informe lo confeccionaron a partir del punto de impacto y derrape, lo que arroja velocidad considerando las huellas posteriores sobre las banquinas de asfalto y tierra y la hondonada de pasto que dejaron el automóvil, las víctimas fatales y la moto, una distancia total de 83 metros.
El perito de trayectoria fue claro: “No hay evidencias del choque sobre el carril de circulación de la ruta. Si el automóvil transitaba sobre el carril correspondiente, no habría ocurrido este siniestro”.
También se destacó que se tomó un promedio de adherencia entre asfalto nuevo y viejo para determinar el coeficiente de cálculo para la velocidad: “No se podía usar un promedio de asfalto viejo con menor adherencia como tampoco nuevo”. Del informe destacó que a 31 metros debió percibir la presencia de los peatones y la moto el automovilista.
Fue tajante: “Si el automóvil transitaba a velocidad prudente y con atención, debió haber visto a las jóvenes. Pero este caso fue de percepción aplazada, recién cuando lo chocó se dio cuenta del obstáculo”.
Juan Carlos Vázquez, máxima autoridad de la Dirección Policía Científica, coincidió con Duarte cuando le tocó explicar su participación en la pericia del siniestro vial: “No hay marcas de frenadas o derrape previas al impacto”.
Los testigos restantes viajaban esa madrugada en otros vehículos y notaron las maniobras peligrosas que realizó el Chevrolet Agile instantes previos al siniestro en la misma zona y mencionaron horarios aproximados entre las 4.30 y 5.30 de la madrugada.
Fueron tres personas y todas coincidieron que no había neblina en ese momento y definieron como inconscientes las maniobras y pensaron que correspondían a una conductor alcoholizado o que no sabía manejar: “zigzagueaba, no te dejaba pasar y aceleraba bruscamente cuando alguien intentaba sobrepasarlo y alejarse”.
Los tres testigos señalaron también que observaron a los jóvenes caminando y empujando la moto, “pero en la banquina y se los veía de lejos, estaba oscuro pero no había neblina”.
Un testigo resta declarar y podría hacerlo hoy a las 8, para cerrar la producción de prueba del debate y dar paso a los alegatos de la fiscal María Laura Álvarez y del defensor particular, Jorge Rafael Guimaraes. Último paso previo al veredicto de la jueza Leiva.