Tener sueños es maravilloso; pero solo con tenerlos no es suficiente, para poder concretarlos, hay que pasar a la acción.
Las personas que logran sus sueños, que viven momentos llenos de aventuras, es porque pasan por tres etapas: sueñan, creen que es posible y luego pasan a la acción; hacen que las cosas sucedan.
Alcanzar un sueño, es como construir una casa, la dibujamos en su totalidad, cada uno de sus ambientes, pensamos en que materiales vamos a necesitar para la construcción y como los vamos a comprar. Y si se trata de una casa muy grande, la construimos de a partes, pero teniendo ya el plano de la casa total, para que, aunque sea de a partes, al final de la historia, lleguemos a la casa de nuestros sueños.
Para ello, es importante no dejar que el tiempo se nos escape de las manos y evitar que un día sea igual al anterior. Una buena técnica es preguntarnos: ¿Cómo me gustaría verme de aquí a fin de año? ¿Qué momentos me gustaría vivir? ¿Qué cosas me gustaría hacer o sentir?
Cuando tenemos claro a dónde queremos ir o que nos gustaría vivir, es mucho más fácil y efectivo, trazar el camino a transitar.
Hay una frase muy hermosa de autor desconocido que dice “Vive aquello que te quieras llevar”, y de eso se trata, sacarle el jugo a la vida, hacer que cada día este lleno de momentos que nos queramos llevar.
Y para eso, hay que estar atentos, porque el tiempo siempre se nos escurre de las manos, por ello, una vez que tenemos claro cuáles son las experiencias que queremos vivir, y lo que queremos lograr, el siguiente paso es preguntarnos: ¿Qué tendría que empezar a hacer hoy para conseguir lo que deseo a fin de año?
Y estas dos palabras “hacer hoy” son muy poderosas; porque nos invitan a pasar a la acción ahora, nos hace protagonistas de nuestra historia, y nos ayuda a no demorar más lo que queremos vivir o sentir.
Las personas que alcanzan sus sueños, están en constante movimiento, crean cosas continuamente y si les va mal en algún proyecto, aprenden del error y se reinventan con un proyecto nuevo.
Finalmente, hay un ingrediente secreto: hacerlo divertido; sacarse las armaduras pesadas de “tener que” y empezar a dejar salir nuestro yo creador de adentro. Intentar algo y si no tenemos el resultado esperado, no pasa nada, aprender y seguir “jugando” este juego maravilloso de la vida, recordando siempre que lo más importante es el minuto presente, por tanto, hagámoslo memorable.