El INDEC difundirá este jueves el registro de pobreza correspondiente al segundo semestre de 2022, un dato que, se supone, estará por encima del 36,5%, último índice conocido en junio del año pasado.
De hecho, los analistas anticipan que el nivel que conoceremos en breve rondará el 40%, un salto que se explica en buena medida por la escalada inflacionaria que cerró el año pasado en torno al 95%, nada más y nada menos.
Con todo y así se acerque a los cuarenta puntos porcentuales, se tratará de una cifra extremadamente “vieja”. La tasa inflacionaria del primer trimestre (6% en enero, 6,6% en febrero y un marzo que cierra sus precios por todo lo alto) arrancó muy reñida con el poder de fuego de los salarios argentinos y rondará el 20%.
La confirmación también se da por la caída del consumo y otros datos duros de la realidad como la extensa sequía y la consecuente pérdida de volumen de cosechas.
Igualmente, la “vieja” tasa de pobreza que se conocerá este jueves marcará un punto de inflexión en una coalición gobernante que cruje sin disimulo todos los días.
Para descomprimir los índices de pobreza es necesario controlar la inflación y crecer sostenidamente durante muchos años, posibilidad carente de sustento a partir de los magros desempeños de los últimos gobiernos. Así las cosas, la buena suerte hoy no es que la pobreza baje, sino que no se desborde.