Cuando uno siente la conexión con la unidad, la vibración energética que se genera cuando todos estamos unidos con un objetivo positivo sabe, siente y tiene la convicción de que nada es imposible cuando las voluntades y los corazones de los hombres se unen.
¿Cuál es el propósito que anhelamos en esta tierra?
Cada uno tiene su deseo personal, su meta a conseguir, su luz que descubrir; pero siempre hay algo que subyace y nos une: el amor, la libertad, la calidad de vida para cada uno de nosotros.
La creación, al igual que su desarrollo y evolución, está planteada en términos de sistemas.
Sistemas interconectados forman distintos sistemas entretejidos y conectados entre sí, que forman el patrón de vida universal: la matriz, la malla cósmica.
Todo está conectado. Todos estamos interrelacionados.
Los sistemas dependen unos de otros para su evolución. ¡Esto es ley! No es un mero capricho o declamación teórica.
Todos estamos conectados, es la base de la creación.
Nuestro cuerpo es un sistema integrado, de lo contrario no funcionaría cooperativamente en y su totalidad. Lo que le pasa a un órgano modifica el funcionamiento del resto.
Ese pensamiento trasladado a tu entorno, familia, ciudad, nación y ecosistema es y conlleva en sí el mismo principio.
En tu cuerpo se refleja en su parte más densa y biológica, pero en tus emociones y pensamientos funciona de la misma manera aunque no lo puedas ver. Así también actúa en tus relaciones, familia, trabajo, amigos.
De la misma manera y bajo el mismo razonamiento de creación esto funciona en la naturaleza formando redes y ecosistemas interrelacionados.
Hay sequía, falta alimento, tan simple de entender y tan difícil de accionar al tiempo de crear conciencia.
Si el egoísmo prima, la idea o creencia es pensar que algunos se salvan, pero en definitiva todos nos perjudicamos. Cada uno de nosotros formamos parte de un todo y somos un eslabón de vida en el universo.
Te pregunto, ¿qué parte o célula de tu cuerpo desecharías por ser innecesaria?
En cada acto, en cada gesto, en cada acción, mirá al otro como a ti mismo, porque ese eres ¡tú!