Si hacés lo que sentís, entonces no podrás fracasar ni equivocarte. Aun cuando a simple vista parezca que te equivocaste, en realidad sucederá exactamente lo que tenía que suceder para que crezcas.
Si tomas una decisión sentida que desemboca en dolor, es porque ese dolor necesitaba salir a la superficie para hacerse consciente y trascenderlo. No hay error. Si lo aceptas en vez de rechazarlo, si te haces responsable en vez de victimizarte, aprenderás de esa experiencia, le darás las gracias y ya no necesitarás volver a atraer una experiencia similar en el futuro.
En cambio, si haces lo que piensas en vez de lo que sientes, volverás a atraer una y otra vez exactamente lo que menos deseas, porque tus decisiones brotarán del miedo y no de la intuición. Te mantendrás estancado en tu progreso espiritual y tu vida no cambiará. Será una vida sin riqueza ni alegría.
El dolor es necesario hasta que ya no lo es. Pero al comienzo es preciso. No se lo puede ignorar ni evadir. Está en tu corazón y debes dejarlo ser y manifestarse. Sólo así podrás trascenderlo.
Al hacer siempre lo que sientes y no lo que piensas, te liberas gradualmente del karma y maduras tanto emocional como espiritualmente. Recuerda: no hay error, solo hay aprendizaje y crecimiento.
Tu responsabilidad es hacer siempre lo que sientes; es decir, ser fiel a ti mismo en todo momento y en toda circunstancia. No te enfoques en ser fiel a los demás, porque muchas veces esto se confunde con el apego y la dependencia emocional, y terminas abandonando a tu propio corazón. Más bien, sé fiel a ti mismo. Aunque esto signifique dejar un trabajo, una pareja, una profesión, una casa o una ciudad.
Hazlo. La luz te está esperando y necesita que te atrevas a dar ese paso, ese salto cuántico.
Ese es el camino del guerrero. El camino del amor, el camino hacia la paz, hacia el coraje y la libertad. Este es el camino del corazón.
Que el sagrado sol siempre ilumine tus pasos.