El último informe de UNICEF sobre la situación socioeconómica de los niños en Argentina es un lacerante golpe de realidad, no sólo para la sociedad en general sino para la dirigencia en particular.
En tiempos en que quienes deberían atender las enormes fisuras del tejido social celebran que el problema hoy pasa por la cantidad de horas que se deben esperar para comer afuera, UNICEF pone las cosas en su lugar y números a la pobreza estructural en el país.
El análisis del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia advierte que dos de cada tres niños en la Argentina se encuentran en situación de pobreza, comprendida tanto como la falta de recursos económicos (monetaria) y/o aquellos que habitan hogares con carencias de ingresos, o que viven en un contexto de privación en el ejercicio de algún derecho básico, como hábitat (vivienda, baño, acceso a agua), salud, educación, entre otros (no monetaria). En números concretos, el informe alude a la realidad de casi 8,8 millones de chicos.
El informe confirma además otro nuevo paradigma que se afirma en el país, y que expresa que tener trabajo no garantiza zafar de la pobreza. Al respecto, señala que en el país nueve de cada diez niños que están en la pobreza viven con un adulto que trabaja.
Como se advierte, lejos estamos los argentinos de que nuestros mayores problemas sean las dos horas por esperar para comer afuera, como celebra el presidente Alberto Fernández. Más bien son cada vez más los que esperan por años la mesa servida y la dignidad que le roba buena parte de la dirigencia.