Hoy, 4 de febrero, se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer, una oportunidad no solo para recordar la importancia de la prevención y la detección precoz, sino también para conocer los testimonios de aquellos que conocieron y sobrevivieron a la enfermedad.
Esa es la historia de Silvia Liliana Suárez, una mujer oriunda de Leandro N. Alem que se hizo conocida hace unas semanas en las redes sociales por su colorida caravana para celebrar su última quimioterapia, es decir, su victoria contra el cáncer de mama.
“Cuando me dijeron que vencí el cáncer, sentí que una barrera inmensa se caía y desde ahí también me llamo Victoria, porque pude vencer y porque quiero que todos venzan”, comenzó narrando Liliana a PRIMERA EDICIÓN.
Como es frecuente, cuando a Lili le llegó al diagnóstico hace más de dos años, no guardaba ninguna sospecha y venía retrasando los controles por temor a la pandemia.
“Comenzó todo como una gran película, pensás que no te va a tocar. En mi caso primero fue un problemita en el brazo y en la mama derecha; yo no me venía haciendo los controles por el susto de la pandemia. Pero cuando fue terminando eso, decidí ir y grande fue mi sorpresa cuando me llamó el doctor a darme la noticia”, explicó.
En concreto Lili tenía un cáncer de mama que, si bien estaba en estado avanzado, podía revertirse con una cirugía más sesiones de quimioterapia y radioterapia.
Sesiones para las cuales, tuvo que venir a Posadas, tratando de mantener la compostura anímica: un factor fundamental para los pacientes oncológicos.
“Al momento del diagnóstico te agarra una crisis y te preguntás ¿qué hago? ¿lo escondo? o ¿sigo adelante? Y yo siempre supe que quería seguir viviendo, porque tengo a Dios en el corazón, pero eso necesita acciones que hay que hacerlas sí o sí como ir a un especialista, ir a un cirujano para ver si está la posibilidad de cirugía, hacerte exámenes del corazón, de colesterol”, remarcó Lili.
Además, recordó que los médicos le decían en ese entonces que llorar hacía que sus defensas bajen por lo que, si quería recuperarse, debía tratar de mantenerse en pie anímicamente.
Por otro lado, como terapia y convicción personal, Lili concluyó que contarle a muchas personas sobre su diagnóstico serviría para ella. “Es importante no esconder el diagnóstico, contar lo que tenés y compartir lo que te está pasando, no bajar la cabeza porque si uno esconde está negando lo que es”, expresó.
En ese punto hizo énfasis en la importancia de realizarse los chequeos médicos cuando existe algún dolor, a pesar del miedo, porque “el diagnóstico ya está, solo hay que decidir qué hacer con él”. A su vez, ese mensaje, de no dejarse estar con los controles, fue resaltado por Lili teniendo en cuenta que el miedo es mencionado por los mismos oncólogos como una de las principales barreras para el diagnóstico precoz. Fue así que su tratamiento duró dos años y terminó exactamente el 17 de enero pasado: el “día de la gran victoria”.
“La gente vio mi regreso a la vida”
Respecto a cómo fue el día de la caravana, Lili explicó que fue idea de Sol, su hija del corazón.
“Como Sol sabía que yo estaba emocionada y agradecida a la vida por la última quimio, vino a buscarme y en un ratito puso el cartel de ‘mi ultima quimio’”, explicó.
Si bien en un primer momento, Lili contó que no se dio cuenta que estaba pegado el cartel en el auto, después notó cómo los demás autos le bocineaban y le cedían el paso.
“Generalmente yo no tenía ganas de comer después de las quimio, pero ese día me dio apetito. Entonces fuimos a la costanera y cuando bajé a sacarme una foto con el Andrés Guacurarí me di cuenta que muchos autos nos seguían. Todo el mundo compartió conmigo la felicidad de volver a la vida; yo soy la agradecida”, explicó.
Finalmente, como parte de su logro hizo mención no sólo a su familia y a los vecinos que se cruzaron en la caravana compartiendo su alegría, sino también a los médicos que la atendieron porque en “en Misiones tenemos muchos estudiosos en el tema y muchos buenos profesionales”, finalizó.