Las largas colas, de muchas horas bajo el intenso sol del verano misionero, ya son una constante en el puente internacional San Roque González de Santa Cruz. La interminable espera, el cobro de coimas y el no conseguir siquiera un baño en Encarnación, también.
No se trata de la naturalización de una problemática inhumana. Del lado oficial hay excusas varias: poco personal en Aduanas y Migraciones; mucha gente pasando por la diferencia de precios sobre todo en Posadas que conviene a los paraguayos; cortes de luz y caídas del sistema informático, entre los más recurrentes.
En estas últimas horas, fue noticia una investigación del diario Última Hora de Asunción, que reveló la maniobra de un “pasero” del vecino país para traficar más de cuatro mil litros de combustible con su camión Mercedes Benz desde Posadas a Itapúa.
Sólo en los primeros cuatro días de enero, este rodado cruzó el puente un total de 19 veces que, multiplicadas por la capacidad de su tanque de combustible (180 litros), se presume que trajo un total de 3.420 litros de carburante. Fue la conclusión del trabajo periodístico.
¿Es el único caso? No, porque solamente viendo los registros migratorios, se podría deducir que al menos mil vehículos tienen similar ritmo de cruce.
Más allá de lo anecdótico del traficante, “pasero” o contrabandista que fue noticia, lo curioso es el colmo al que llegaron las autoridades de Aduanas de ambos países que, con esta información, no logran detener la salida del combustible. Incluso, de aliviar el caos en el tránsito al sacar de circulación a quienes hacen este pase “hormiga”.
Es probable que, a diferencia de otros casos, se excuse argumentando que es parte del “folclore fronterizo”, donde ganan mil y se perjudican miles diariamente dentro y fuera del puente San Roque.