Cuando aparecen las especies vegetales sobre la superficie de la tierra existe un grupo que se denomina pioneras y son las que necesitan mucha luz para empezar los procesos de las distintas etapas de crecimiento y desarrollo de la selva, también conocido como sucesión vegetal.
Luego, se las van arreglando a media sombra y tienen la característica de vivir poco tiempo, poseer madera blanda o semidura, crecer rápido y dispersarse fácilmente sobre claros, bordes de camino o luego de una perturbación natural o antrópica. Ejemplo de estas pioneras es el ambay (CecropiapachystachyaTrecul). Ellas, junto a otras cuantas, son especies que aparecen primero, pero sólo entre 30 a 50 años se mantienen con todo el vigor en su hábitat natural, porque a continuación de ellas, bajo su sombra crece otro grupo de especies que poseen una vida media mayor.
Pero volvamos al ambay, un árbol siempre verde, de porte mediano a pequeño que mientras crece, se van ahuecando sus ramas y dentro de ellas se meten a vivir una especie de hormigas bravas (aztecas) que defienden su nido de una manera feroz. Pareciera que entre el ambay y las aztecas ocurre una simbiosis mutualista que permite la convivencia donde todos ganan, cosa rara de ver, pero en este caso muy natural.
Analizando más, estar al principio de la sucesión vegetal o estar luego de una perturbación de cualquier origen y permanecer en el lugar hasta que las cosas se acomoden y adquieran un equilibrio dinámico o se pase a otro estadio donde ya cambien tanto las cosas que no necesitamos estar, tal vez quiere decir que estábamos desde antes que nos necesitaran, esperando nuestro momento ¿quizás? ¿O el momento justo tal vez?
Estar desde antes nos permite conocer en detalle cómo son las cosas, de qué realidad partimos, saber en profundidad y con conocimiento de causa. Todo esto da perspectiva, posibilidad de orientación; además saber de buena tinta nuestro lugar y por sobre todas las cosas da seguridad.
Pasa nomás que todo esto lleva tiempo, es un proceso y vernos en el contexto requiere paciencia y habilidad. Estar desde el principio no alimenta la soberbia sino que da más humildad, ojo, humildad no es sometimiento, humildad es paz.
El ambay puede ayudarnos a entender que ser el primero no necesariamente significa ganar sino saber cuál es nuestro lugar, nuestro punto de partida y nuestra línea de llegada. Así nomás, como tienen que ser las cosas naturalmente.