La inflación se aceleró notablemente en 2022, al acumular cerca de 80% hasta octubre, y los sectores de menores recursos se ven más afectados. Pero, además, la dinámica de los ingresos perjudicó a los cuentapropistas y trabajadores informales, mientras que los empleados con paritarias y los estatales casi no perdieron contra la inflación.
Con datos del INDEC, que divide a las familias en deciles de ingreso per cápita familiar, siendo el decil 1 aquel correspondiente a las familias con menores (mayores) ingresos, Ecolatina afirmó que el salario real de los deciles más bajos fue el más golpeado.
En cambio, quienes recibieron planes sociales tuvieron una suba de ingresos reales totales de hasta 16% mientras que los dos deciles más ricos retrocedieron en sus ingresos reales un 3%.
Si bien en todos los deciles existió una pérdida real del poder adquisitivo, la dinámica no fue homogénea. Hasta septiembre, la caída real de los ingresos laborales rondó 1% en la mitad más rica de la población, pero fue de 3% en promedio en la mitad más vulnerable.
Estas diferencias se agudizan al comparar los extremos entre los más pobres dentro de los pobres y los más ricos dentro de los ricos, donde la diferencia es de 3,9% a 0,6%.
Ese sector más rico es, en general, el de los asalariados privados con sindicatos que pelean las mejores paritarias y un sector de los funcionarios estatales.
La marcada diferencia entre la evolución de los ingresos laborales puede explicarse porque la estructura del empleo varía notablemente por decil, consideró Ecolatina y precisó lo que sigue:
• Los sectores de ingresos más altos, protegidos en mayor medida por las paritarias, están en ventaja respecto a aquellos que dependen del trabajo informal y el cuentapropismo.
• Nueve de cada diez empleos para el 10% de menores ingresos tienen lugar bajo las modalidades de trabajo informal y por cuenta propia.
• En el 20% superior de la pirámide, dos tercios de los ingresos lo explican el trabajo privado formal, con sindicatos que discuten paritarias, y el empleo público.
La aceleración inflacionaria de comienzos de año fue seguida rápidamente por las paritarias que, dada la estructura del empleo, terminó favoreciendo en mayor medida a los sectores más pudientes, enfatizó Ecolatina. El costo fue alimentar uno de los mecanismos de propagación de la inflación más relevante, sosteniendo elevada la inercia del proceso y colaborando a erosionar las condiciones de aquellos que están fuera de la formalidad, remató la consultora privada.
Cómo impactó la suba de alimentos en los más pobres
En el mismo período, los precios de los alimentos subieron por encima del nivel general. Entre enero y septiembre, el rubro de alimentos y bebidas trepó 69,5%, superando por en 3,4% al promedio de 66,1%. La variación de salario real fue diferente, según la modalidad de empleo.
Esta evolución se vio reflejada en la distribución de la inflación por decil de ingreso: mientras que en el 10% más rico de la población, el avance de los precios promedió el 65,8%, en el 10% más pobre fue 1,6 puntos mayor, alcanzando 67,4%.
Esto se debe a que la proporción de consumos de primera necesidad y los suntuarios difieren entre las dos puntas de los deciles de ingresos.
En síntesis, los sectores de menores ingresos estuvieron relativamente más golpeados producto de la dinámica que adoptó la aceleración de precios, y también fueron los que peor performance tuvieron respecto a la evolución de sus salarios.
La participación en el ingreso de los planes sociales
Sin embargo, en términos de ingresos totales reales el panorama es distinto: los deciles más bajos mostraron mejor performance en relación al resto en el primer semestre, tendencia se mantiene, estimó Ecolatina.
¿Cómo se explica esta aparente paradoja? Fundamentalmente por los dos factores siguientes:
• La evolución de los ingresos no laborales.
• El efecto “trabajador adicional”.
El Gobierno implementó diversos estímulos, que tienen una mayor relevancia en los ingresos del 30% de hogares de menores recursos.
Entre ellos, se encontró el bono a jubilados y perceptores de asignaciones, la implementación de un nuevo ingreso familiares de emergencia (IFE 4 de $18.000) en mayo y el adelanto en la suba del salario mínimo, que impacta sobre los montos otorgados en los distintos planes sociales.
A estas medidas se le han ido sumando otras.
Perspectivas para 2023
De cara a 2023, Ecolatina prevé que los sectores formales amparados por paritarias seguirán encontrándose en una mejor posición salarial que los trabajadores informales, ante la posibilidad de ir ajustando sus ingresos más en línea con la inflación.
Asimismo, producto de la sequía y de un precio de la carne vacuna que podría comenzar a revertir su rezago en los primeros meses del año que viene, los riesgos para los hogares de menores ingresos sobre un aumento de los alimentos por encima del promedio siguen latentes.
Si bien esta tendencia podría verse morigerada parcialmente por la puesta en marcha del programa “Precios Justos”, se mantendrán las demandas sociales por ingresos que el mercado laboral no llega a solventar.
Cuando más integrantes de la familia buscan trabajo
En contextos en los que el salario pierde poder adquisitivo, suele tener lugar un efecto conocido como “trabajador adicional”: más miembros del hogar se vuelcan a la búsqueda de trabajo para suplir el deterioro de los ingresos.
Este efecto se vio reflejado el segundo trimestre en que la tasa de desempleo se redujo al 6,9% de la Población Económicamente Activa (PEA), viéndose acompañada por una mejora en la tasa de empleo.
La PEA se compone de las personas con una ocupación o que, sin tenerla, la buscan activamente y están disponibles para trabajar.
El dato de desocupación no sólo representó un mínimo en los últimos años, sino que tuvo lugar junto a una intensa participación en el mercado de trabajo: la PEA subió 5,3%.
Pero la expansión del empleo del segundo trimestre se vio impulsada principalmente trabajadores que se insertaron mayormente en la informalidad (31,4% interanual), mientras que los cuentapropistas también crecieron, aunque en menor medida (4,5% internanual).
Para Ecolatina, esta dinámica no está cerca de ser una situación deseable, porque cada vez presiona más las arcas públicas frente a la necesidad de propender a un mayor equilibrio fiscal en el marco del acuerdo con el FMI.