Para las frías estadísticas, el trágico fallecimiento de una niña de 9 años por intoxicación con cocaína en Garuhapé quedará asentado como un hecho sin precedentes en Misiones. Los médicos a los que debieron trabajar el caso, están shockeados.
En el caso de sus seres queridos (padres, familiares, amigos), es una dura y triste situación que siempre dejará el interrogante del por qué y un duelo que será difícil de transitar.
Sin embargo, al conjunto de la sociedad, deja muchas tareas que requieren de abordajes profesionales y humanos ante problemas que merecen soluciones conjuntas.
Porque el foco inicial del consumo de estupefacientes a esa edad, terminó con una grave denuncia por parte de la madre de la niña en un mensaje de Whatsapp enviado a los padres del curso de la escuela a la que asistía, donde reveló el constante bullying que habría sufrido su hija, por el peso corporal.
Para cada cuestión habrá que poner en marcha diferentes equipos interdisciplinarios. En especial si las autoridades verdaderamente sostienen lo doloroso del hecho y pretenden evitar nuevos, de similares características.
La Justicia deberá encargarse de saber cómo llegó la droga hasta esta niña de tan sólo 9 años. El Ministerio de Prevención de Adicciones deberá trabajar con la escuela sobre el consumo problemático.
Pero, el Consejo y Ministerio de Educación, también tendrán que trabajar la denuncia de esa madre sobre el bullying, especialmente cuando dijo haber hablado con la directora, docentes y padres y no haber sido escuchada.
Nadie puede hacerse el desentendido. No es posible mirar a un costado y dejar que solamente uno de esos grupos aborde el caso. No.
Hoy, hay una vida truncada trágicamente, derechos vulnerados, un transitar escolar que debió ser feliz pero se terminó convirtiendo en una pesadilla.