Argentina amaneció ayer con al menos catorce tipos de cambio tras la oficialización de “Qatar” y “Coldplay”, dos nuevas variantes que describen el descalabro que arrastra el mercado cambiario desde hace unos cuantos años. La necesidad por hacerse de dólares y frenar la sangría empuja a administración tras administración a despojarse de las vergüenzas entre lo prometido en las campañas y lo hecho en la gestión.
Pero más allá del desaguisado que representa tener semejante variedad de dólares, subyace una cuestión que, atada a otro fenómeno estructural como la inflación, termina nutriendo las arcas del Estado. Al final de la ecuación son los contribuyentes los que soportan los efectos de las correcciones de los tipos de cambio y la escalada de precios.
Si bien casi todas sus variantes el dólar en Argentina está cerca de los 300 pesos, el Gobierno insiste en anclarse al oficial que, casi a mitad de precio, aprovechan casi en soledad los importadores.
Para el resto corren los impuestos: País (30%), percepciones (35% ó 45%) y ahora se suma el dólar tarjeta para consumos en el exterior (25%), lo que genera casi un 100% de ingresos por impuestos a las arcas del Estado. El beneficio, queda claro, es sustancioso.
Y si bien el contribuyente tiene la posibilidad de recuperar las percepciones, generalmente pasan meses hasta que eso ocurre y durante ese lapso la inflación licua la devolución y los adelantos tributarios.
Como se advierte, la mecánica es casi confiscatoria y aumenta conforme se amplían los alcances del cepo cambiario.
Similar mecánica sigue la inflación en los precios de los bienes y servicios. La mercadería lleva consigo una maraña de gravámenes que se pierden entre el inicio de su producción y la góndola. Cada uno de los implicados en el proceso traslada los cargos al siguiente ensamble de la cadena y el que termina pagando los costos totales es el consumidor final. El que recauda es el Estado.
Al final de cada ejercicio (año), el Estado se habrá quedado con más de un tercio del Producto Bruto Interno sólo mediante la presión tributaria.