En 2002 el municipio de Capioví realizó un censo, mediante el que detectó a niños, adolescentes, jóvenes y adultos en condiciones de discapacidad que no tenían acceso a una educación integral ya que hasta ese momento no había un espacio donde atenderlos. La inquietud y expectativa surgió de un grupo de padres que, preocupados por sus hijos, propusieron la realización de talleres. Luego de un nuevo relevamiento de datos y de entrevistas con las familias por parte de los profesionales en educación especial, jóvenes que se habían recibido hacía poco tiempo y llenos de ánimo para desempeñarse laboralmente, el 27 de abril de 2002 se creó un Centro Recreativo para personas con discapacidad que empezó a funcionar en las instalaciones del Complejo Deportivo Municipal. Eran atendidos por un grupo de profesionales del área y adherentes benefactores, que lo realizaban ad honorem. Es de destacar la labor motivadora de Isabel Nobs, madre de un niño especial, así como, el apoyo del entonces intendente Juan Borgmann que no dudó en colaborar sin restricciones con la iniciativa.
La Municipalidad acondicionó el lugar de la mejor manera para brindar comodidad a niños y profesionales, se conformaron tres aulas para albergarlos y trabajar aspectos pedagógicos y terapéuticos (juegos, actividades manuales, arte, música entre otros).
Claudia Analía Araujo, profesora en Educación Especial, aceptó el desafío de llevar adelante este emprendimiento. Más tarde, se sumó Norma Strieder, estudiante de cuarto año de la misma carrera; la psicopedagoga Virginia Muntaner; Lucía Derwidueé, trabajadora social; Cecilia Encalada, profesora en Artes, y Samanta Nesteruk, profesora en Educación Física.
Araujo contó que “todo se hacía a pulmón y con la ayuda de los padres que compraban los materiales. El objetivo de quienes trabajamos en ese espacio era que un futuro no muy lejano el centro de recreación pueda convertirse en una escuela”. Paralelamente, se continuaban las gestiones ante el Ministerio de Educación y, en una visita realizada por el entonces ministro Pablo Tschirsch, éste se comprometió a dar curso a la necesidad, y no se hizo esperar la aprobación para comenzar a funcionar como aula satélite. Finalmente, por Resolución ministerial, el 2 de octubre de 2002 se creó aquí la esperada aula satélite dependiente de la Escuela Especial Nº17 de Ruiz de Montoya, bajo la dirección de Lilian Reinoso.
El lugar recibió en principio a 30 personas (entre niños, jóvenes y adultos) con discapacidad, pero con los años se fue incrementando la matrícula. Actualmente alberga a 78 alumnos. Es la primera institución de la modalidad especial que se creó en Capioví. Las más cercanas están situadas en Puerto Rico y Ruiz de Montoya.
En octubre de 2002, con autoridades de la modalidad, se trabajó en un relevamiento de las instalaciones, el mobiliario, el foliado de los libros y registros. También se realizó un detalle de los elementos más necesarios para desarrollar la planificación para los alumnos. Quedando a cargo Araujo como única maestra de grado. La acompañaba la psicopedagoga Virginia Muntaner y la trabajadora social Lucía Derwiduée.
Los sueños continúan
El Aula Satélite funcionó durante casi cuatro años con los tres profesionales (maestra de grado, psicopedagoga y trabajadora social) con la asistencia de 25 alumnos entre 5 y 30 años, divididos en dos niveles y grupos para optimizar la educación que recibían. Pero al mismo tiempo se continuaba con el proyecto de una “escuela núcleo” siguiendo con muchas gestiones e ilusiones en las que cada familia seguía apoyando todas las iniciativas que surgían, reuniones, visitas al Consejo General de Educación para tramitar un lugar, un edificio propio y brindar una educación integral con accesibilidad y trayectorias educativas adaptadas a cada alumno. Y así fue que, en 2006, por Resolución Nº 3721/06, el Aula se transformó en Escuela Especial Nº 36 nombrando como directora fundadora/organizadora a la profesora Claudia Araujo, que renunció como maestra de grado, dejando el cargo a la profesora Myriam Strieder. El apoyo de las familias y comunidad de Capioví siempre estuvo presente por lo que surgió la necesidad de conformar una Asociación Cooperadora a fin de brindar respaldo a la institución. Los presidentes fueron Pablo Strieder y, posteriormente, Raúl Vogel.
En 2007, por resolución del Consejo de Educación, la Escuela se hizo cargo de la recién creada Aula Satélite de El Alcázar, nombrando a la docente Cristina Takamatsu como responsable del lugar, lo significaba una tarea más ardua, porque el directivo debía trasladarse a otro municipio para garantizar un clima escolar que favorezca la formación (académica y personal) de los estudiantes como además sugerir, orientar y acompañar a la maestra. Después de depender nueve años de la escuela de Capioví, en 2017 el Aula pasó a ser escuela núcleo. Mientras tanto, en la flamante escuela de Capioví se acrecentaba la necesidad de ampliar el recurso humano ya que la demanda de atención empezó a crecer y se inscribían más alumnos. En 2008 se creó un cargo de maestra de grado a cargo de la profesora Sandra Malander, horas especiales de Educación física y fonoaudiología a cargo del profesor Alexis Nesteruk y la fonoaudióloga Florencia Luft, respectivamente.
En ese mismo año, después de numerosos pedidos, se recibió la grata noticia del inicio de obras para construir la escuela propia, que se inauguró en octubre de 2010 con la participación de autoridades provinciales, municipales, escolares y la comunidad. Con el corte de cinta se dejó habilitadas las instalaciones sobre la calle Martín Fierro 264, de Capioví. Siguió creciendo el equipo y en 2010 se integró la docente para el área de tecnología, Beatriz Schlindwein. En 2011 se sumó como maestra de grado, Lorena Boichuk.
La Escuela Especial Nº 36 debió reorganizarse para atender a una importante población escolar en crecimiento. Brinda atención temprana (0 a 4 años), nivel inicial con apoyo a la inclusión, primaria especial de primero a séptimo grado, también con un proyecto de inclusión en todas las escuelas comunes del municipio y a partir de 13 a 18 años EFI (Escuela de Formación Integral) en el turno mañana, con orientación al reciclaje, permite a los beneficiarios aprender y desempeñarse en los distintos eslabones del proceso. En el turno tarde la EFI se orienta a la cocina regional, ambas intentan brindar la posibilidad de descubrir un oficio y una fuente de trabajo, en un marco de contención, socialización y autonomía.
Además, participa activamente de las actividades comunitarias a través de contactos y búsqueda de información sobre convocatorias a proyectos en los que la comunidad educativa de la Escuela Especial Nº 36 pueda hacer que la educación sea significativa para todos.
En la institución, desde sus orígenes, las familias de los alumnos fueron un inmenso recurso para crecer. Por ello, familia y escuela van de la mano: “potenciándonos, escuchándonos, reconociéndonos, buscándonos y pensando en que la prioridad son los alumnos que compartimos en la educación”.
El plantel siguió creciendo y en 2013 se creó el cargo de maestra de apoyo a la inclusión -fue designada Mabel Villar-, sumamente necesario para abordar las necesidades oportunidades y el derecho de cada alumno a realizar una trayectoria en escuela común en la medida de sus competencias y acuerdos establecidos entre las familias y las instituciones intervinientes. Paralelamente se creó el cargo de personal de servicio nombrando a Graciela Torales, (in memoriam 2013-2017) que importante para ofrecer espacios gratos para quien acceda a la institución. Durante los años anteriores la limpieza lo realizaban los docentes, familias y colaboradores de la comunidad. Recién en 2021 se logró la incorporación del reemplazo de la portera, nombrando a Tatiana Duarte.
En 2015 se sumó al equipo la docente Marina Jara y con ella se habilitó el turno tarde para ofrecer otro tiempo escolar a una determinada población escolar. En 2017 se incorporó la docente Elba Olivera. En 2018 se crearon horas especiales destinadas a la Atención Temprana a cargo de la estimuladora temprana Johana Cibils. En 2021 se integró la maestra de grado Nilda Alfonso.