¿Qué tipo de piel tengo?
Es la pregunta que a menudo hacen los pacientes en la consulta para saber qué cosmético les conviene aplicarse.
Podemos clasificar la piel atendiendo a diferentes criterios:
Según la composición de la capa hidrolipídica
Según el espesor de la epidermis
Según la cantidad de fibras de colágeno de la dermis
Clasificamos la piel teniendo en cuenta la capa hidrolipídica
Lo primero que tenemos que saber es qué la superficie de la piel no se encuentra en contacto directo con el exterior, sino que está recubierta por una película, que actúa como barrera, evitando la pérdida de agua, electrolitos y otros componentes, y la penetración de agentes irritantes del exterior.
Esta capa hidrolipídica mantiene el grado de hidratación cutánea, otorgando a la piel su aspecto suave y delicado.
Está compuesta de lípidos y agua y es específica de cada individuo.
Piel normal:
Es aquella cuyo manto hidrolipídico se halla correctamente formado para cumplir con su función barrera. Tiene aspecto sano, terso, sin poros abiertos ni puntos negros. Es firme y flexible.
Piel seca:
Las pieles secas se desarrollan como consecuencia de una disminución en el contenido de agua y de lípidos. Su aspecto es mortecino, al tacto es áspera, se irrita fácilmente y presenta descamación visible. Tiene tendencia a arrugarse.
Piel grasa:
Este tipo de piel presenta una mayor actividad de las glándulas sebáceas, por lo que es gruesa, con poros abiertos y luce con brillo. Tiene la ventaja de que debido al espesor de la piel se minimizan los efectos dañinos de la radiación solar (menos arrugas).
También puede deshidratarse cuando disminuyen los lípidos hidrófilos, y si además de producirse alteraciones de los lípidos hay una hiperqueratosis, que tapona los poros, se produce una piel acneica, que tanto afecta a los adolescentes.
Piel mixta:
Es muy frecuente que haya unas zonas grasas alternando con otras secas.
En la cara, las zonas donde hay más glándulas sebáceas forman una T, comprendiendo frente, nariz y barbilla.
Piel sensible:
Cuando hay una alteración importante de la función barrera de la piel, se produce una deshidratación y la penetración de agentes irritantes provenientes del medio ambiente. Esto conlleva: sensación de tirantez, cosquilleo, picores e intolerancia a la aplicación de cosméticos.
La piel está compuesta de epidermis y dermis, que a su vez están estratificadas. La capa más superficial es la epidermis, y debajo de esta se sitúa la dermis.