Por falta de dinero, más de un millón de niñas, niños y adolescentes del país y 3 millones de adultos tienen que pasar de largo al menos una de las cuatro comidas principales del día: desayuno, almuerzo, merienda o cena. Este dato crudo de la realidad fue revelado por la sexta Encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia, realizada en junio de este año por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Esto significa que el 19% de los adultos y el 7% de los niños que viven en los 6,3 millones de hogares relevados en todo el país por UNICEF (muestra representativa de la totalidad de los hogares con niños, niñas y adolescentes), tuvieron que dejar de comer alguna comida.
Pero estos valores son aún más elevados en hogares que reciben apoyos alimentarios a través de viandas o bolsones donde el 13% de los chicos tuvieron que saltearse comidas, el 12% en hogares endeudados y el 11% en hogares perceptores de Asignación Universal por Hijo (AUH) y Tarjeta Alimentar.
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Según la encuesta de UNICEF, realizada entre el 12 y 30 de junio pasado y presentada ayer por la representante de UNICEF Argentina Luisa Brumana, el especialista en Inclusión Social Sebastián Waisgrais y la representante adjunta del organismo en el país, Olga Isaza, la insuficiencia en los ingresos también generó una reducción del 67% en el consumo de carne y del 40% en la ingesta de frutas, verduras y 38% lácteos.
Sólo el 15% redujo el consumo de pan, fideos y harinas en general, mientras que el 20% de las familias comió más harinas, sustituyendo su ingesta de proteínas y vitaminas. En líneas generales, el 38% de los adultos y el 24% de los niños debieron modificar la variedad de alimentos consumidos.
“Hay una reducción de ciertos consumos y esto genera una cadena de consecuencias, no sólo nutritivas, sino que aumenta la deserción escolar y la salida de adolescentes al mercado”, advirtió Isaza.
Inestabilidad laboral
La inestabilidad laboral y la insuficiencia en los ingresos de los hogares con chicas y chicos son los principales determinantes de esta situación de postergación de necesidades básicas, de acuerdo con UNICEF, uno de cada tres hogares no puede cubrir sus gastos corrientes y esta situación se da en más de la mitad (el 52%) de los hogares que reciben AUH, el 40% de los hogares con jefatura femenina, el 30% de jefe ocupado y el 19% de jefe ocupado registrado.
El 56% de las mujeres transitan situaciones de inestabilidad laboral y el 30% que no tenía empleo durante los dos primeros años de la pandemia (2020 y 2021) siguen en esta situación en la actualidad, frente a un 13% de los hombres.
La falta de ingreso para hacer frente a los gastos impactó en mayor medida (el 50%) en los gastos escolares, en excursiones y salidas (33%), libros (31%), útiles escolares (16%) y apuntes y fotocopias (16%).
En aquellos casos donde el padre no vive en el hogar se observa otra presión adicional sobre los ingresos: una de cada dos mujeres afirma no recibir la cuota alimentaria, en tanto llega al 63% cuando se considera quienes sólo la perciben de forma esporádica. Esta situación se agrava en los hogares en situación de mayor vulnerabilidad social.
Endeudarse para subsistir
La falta de recursos también condiciona la salud: uno de cada cuatro hogares dejó de ir al médico o al odontólogo, casi un 20% suspendió la compra de medicamentos y ese mismo porcentaje dejó de pagar algún servicio. Además, más de un 31% tuvo que recurrir a ahorros y el 33% al pedido de dinero a familiares para poder hacer frente a necesidades básicas.
Un 19% de los hogares utiliza más la tarjeta de crédito para comprar alimentos. Ante la falta de recursos, el 20% de los hogares recurrió al endeudamiento con ANSeS, el banco o prestamistas informales.
“Los resultados del estudio muestran un declive de la clase media que tiene la necesidad de usar ahorros o endeudarse para mantener condiciones de vida mínimas para la niñez, mientras que en aquellos hogares ya situados en la pobreza el resultado es la falta de un plato de comida”, señaló Sebastián Waisgrais.
“Fondos para la infancia no pueden ser variables de ajuste”
“El sistema de protección de ingresos sigue siendo un pilar central para proteger a las familias en situación de mayor vulnerabilidad. La encuesta confirma que el 55% de los hogares con niñas y niños es alcanzado por alguna medida de protección social”, afirmó Luisa Brumana.
En este contexto, advirtió que “debemos proteger en términos reales los programas y fondos dirigidos a la infancia, de ningún modo pueden ser variables de ajustes de las acciones que se anuncian en el país”. Por su parte, Isaza destacó la vigencia de la recomendación que viene haciendo UNICEF sobre la necesidad de fortalecer las políticas de protección social para alcanzar la universalidad y para aplicar mecanismos de actualización acordes a la variación de ingresos /egresos en los hogares.
No obstante, el estudio de UNICEF reveló una importante disminución de los hogares que reciben tarjeta Alimentar u otros apoyos alimentarios que pasó del 48% de octubre del año pasado al 38% en junio de este año. Según alertaron, cayeron los apoyos alimentarios a través de viandas y bolsones.
“En situaciones de crisis económicas, el Estado debe garantizar que la niñez y la adolescencia sea protegida a través de presupuestos y políticas inclusivas que les permita salir de la pobreza y la indigencia”, señaló Brumana y confirmó que el principal objetivo de la encuesta es “acercar un diagnóstico sobre la situación de la niñez a los formadores de decisión”, además del poder contar con esta información para poder pensar los planes de UNICEF para el país.
Señaló además que las provincias del Norte del país tienen un desafío importante, “nosotros trabajamos prioritariamente con cinco provincias: Chaco, Jujuy, Salta, Santa Fe y Buenos Aires”.
“Las miradas punitivas no solucionan el problema”
Ante la consulta sobre la decisión del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de exigir escolaridad y el 85% de asistencia de los chicos para sostener los programas sociales, el especialista en Inclusión Social Sebastián Waisgrais indicó que “según los estudios que realizamos en UNICEF sobre estos programas de transferencias e instrumentos de protección de ingresos, que están presentes en todo el mundo, tienen los mismos efectos sobre la asistencia escolar aquellos piden una condicionalidad como aquellos que no la piden. Por eso, creo que sobre lo que hay que trabajar es sobre el porqué de la inasistencia escolar, cómo sostener la trayectoria escolar y cómo revincular a los chicos que se quedaron fuera del sistema educativo, más que tener miradas punitivas que no solucionan el núcleo del problema”.
A su entender, a las medidas de protección, no hay que mirarlas como beneficios o asistencia, sino como un derecho, “la AUH en particular busca proteger a la niñez y la adolescencia y equiparar derechos”, remarcó.