Mirian Mabel Pauluk, nació en Barreal, provincia de San Juan, y a los cinco años llegó a Misiones junto a su mamá, Paulina Argolo, y a su padre, Nicolás, que era efectivo de Gendarmería Nacional. Cuando terminó el secundario en la Escuela Normal Superior 10 (antes Escuela de Comercio 12) se dirigió directamente al Instituto Montoya donde se inscribió para continuar la carrera, “totalmente convencida que ese era mi deber: el hecho de estar frente a los niñitos, desde los 45 días hasta los cinco años, que es para lo que el título nos habilita. Cuando se trata de vocación, es como que no tiene una explicación. Es algo innato, que viene con uno”.
Comentó que, formalmente, “formé parte del Consejo General de Educación, como personal, en 1990” y que su primer trabajo fue en la Escuela 125 “Miguel de Güemes”. Después, en lo sucesivo, fue transitando por diferentes instituciones hasta que “surgió el concurso de 1999” y fue así que, con el afán de lograr una estabilidad en el cargo, quedó titular en la Escuela 763, de Gobernador Roca. “Fue una de mis anécdotas más sobresalientes, si se quiere, porque era mamá de una beba (Victoria Ríos, que es licenciada en Nutrición) de sólo cinco meses y con todo lo que eso significaba, iba y venía todos los días, durante un año y medio, a dar mis clases. Hasta que después logré el traslado a Posadas por inserción al núcleo familiar”, rememoró.
La escuela estaba a dos cuadras de la ruta 12. “Era muy sencilla con una construcción acorde a la época, en parte de madera. Cuando pasó por la localidad, esporádicamente, siempre tiendo a girar la cabeza en el lugar donde específicamente me bajaba del colectivo para cumplir con mis funciones”, confió.
Pauluk continuó en la capital provincial donde, en 2011, se creó el NENI 2055 y allí desempeñó el cargo de maestra. La primera directora de ese Núcleo Educativo de Nivel Inicial fue María Lopaczek, después ocupó el cargo Ana Kit y, tras su renuncia, en 2015, “accedí al cargo directivo en un turno y en el otro me desempeñaba como coordinadora pedagógica”. En septiembre de 2021 tomó la decisión de dar un paso al costado. Es que “sentí que mi misión como docente estaba cumplida. Amo la docencia, los mejores recuerdos seguirán conmigo por siempre porque creo que un verdadero docente es aquel que tiene incorporada la vocación verdadera, más aún en la etapa del inicial”.
Explicó que se trata del primer escalón “donde el niño se sistematiza con la escuela, entonces hay que tener verdadera vocación. Tomé la decisión de iniciar los trámites y, gracias a Dios, el primero de junio accedí a la resolución de la jubilación. Estoy muy feliz por todo esto”. Existe un gran equipo en el NENI 2055 que, junto a la directora, Susana Manrique, hizo la despedida formal a Pauluk, en la jornada del 9 de julio. “Lo mío es la simple jubilación de una docente que decidió irse, pero mis maes fueron las mentoras de que esto trascienda y yo estoy inmensamente agradecida, feliz, con ese gesto y porque se me reconozca de esa manera”, celebró.
“El pilar fundamental para que todo esto sea posible fue el apoyo familiar. Mi esposo, José Ríos, también estaba abocado a la docencia -se jubiló en abril- y sabía de qué se trataba ese ir y venir, y me ayudó en lo que era necesario para que yo pudiera seguir con mi trabajo en el interior de Misiones”.
El NENI 2055 se ubica en el kilómetro seis y medio de la ruta nacional 12, en el barrio Villa Poujade. Tiene a su cargo cuatro extensiones: en la Escuela 445, en la Escuela 789, en la Escuela 48, y en el Hospital Monoclínico de Geriatría de Miguel Lanús, donde se lleva adelante “un trabajo más que interesante. Aquí, se juntan las dos edades, la de los niños y la de los abuelos. Por lo general, los abuelos narraban cuentos y los niños los plasmaban en la gráfica; se hacían manualidades para ornamentar un espacio para determinado festejo en el jardín o el geriátrico: talleres de baile, y desfiles de moda para la llegada de la primavera, entre otras cosas”.
Pauluk sostuvo que “fue un hermoso trabajo. Tuve el orgullo que esa extensión surgiera durante mi gestión, y puedo decir que se llevaron a cabo todas las actividades que nos propusimos con el director del Monoclínico, Dr. Italo Segura. Cada uno dentro de lo que corresponde a su ámbito hacía para que todos los objetivos que nos planteábamos fueran llevados a cabo. Compartimos actos, efemérides, y en las ceremonias importantes cortábamos la avenida Juan Perón. De ese tiempo quedan muchos recuerdos, muchas anécdotas”.
“Siempre digo que ser docente trae aparejado un sinnúmero de responsabilidades, del querer hacer, no sé si tiene que ver con la época. Porque un docente que verdaderamente está convencido que su tarea es la docencia, no tiene tiempos. Las exigencias siempre fueron las mismas porque no había más que cumplir con una tarea por la que percibís una remuneración y era la de dar clases, de ser responsable, de ir acomodándote a los diferentes paradigmas que fueron surgiendo. Porque también eso tiene que ver, uno tiene que vivir acomodándose a los cambios que van surgiendo en la educación”, reflexionó.
Admitió que, quizás, en otros tiempos “costaba un poquito más adaptarse a los Tics, a las tablets, a las computadoras, que antes no existían. Esas son las diferencias que se pueden marcar, pero en cuanto al trabajo del docente en sí, creo que pasa por la responsabilidad y el querer hacer, y estar convencido que elegiste el trabajo como docente, que es el de enseñar, ver que cuando los chicos vayan pasando de trayecto, haya una continuidad con lo empezado en el nivel inicial”, agregó la madre de Victoria, Santiago y Nicolás.