Narciso Aníbal Valiente (54) es no vidente a raíz de un accidente que tuvo siendo muy pequeño. Si bien nació en el Hospital Dr. Ramón Madariaga, de Posadas, el 4 de marzo de 1968, nunca tuvo un destino fijo porque sus padres eran chacareros y se radicaban allí donde encontraban una oportunidad u obtenían una mejor paga. Con apenas cuatro años “me reventé un ojo y, con el tiempo, esa lesión terminó dañando la visión del otro lado. Entiendo que nuestra pobreza y la escasa atención del profesional del momento, derivaron en eso. El oftalmólogo, sabiendo el origen de la familia, tenía que haber tomado todas las precauciones en ese momento. No me gusta llorar sobre la leche derramada, porque no sirve de nada, pero es la realidad”, explicó, tratando de justificar su padecer.
Cuando perdió totalmente la visión, y en esas idas y vueltas de la familia por distintos municipios de Misiones, el Club de Leones de Eldorado se hizo eco de la situación y “se convirtieron en mis tutores”.
Lo enviaron a la provincia de Córdoba para que estudiara en el Instituto para ciegos “Helen Keller”, donde cursó la primaria y parte del secundario.
Después de recibir por parte de las autoridades del IPLyC SE, un celular inteligente, un bastón blanco y un kit para escritura en Braille (pizarra, punzón y hojas), elementos imprescindibles para que una persona con discapacidad visual pueda manejarse con autonomía, Valiente aseguró que “siempre me interesó el mundo de la lectura, pero desde el momento en que salí del colegio, quedé aislado de toda posibilidad de tener este tipo de materiales. Es como que se me cerraron las puertas del conocimiento. Estoy muy contento, demasiado agradecido, y le voy a dar la mayor utilidad posible”.
Agregó que “es lindo saber. Siempre digo que el saber no ocupa lugar. Me quedé totalmente limitado y sin tener el material para poder escribir, explayar mis ideas, todo ese tipo de cosas. Hay posibilidades que la persona no vidente pueda tener este tipo de materiales, simplemente hace falta que quienes están dedicadas a enseñar, también faciliten. Antes no había todo lo que hay ahora. Hoy la tecnología está de nuestro lado”.
Narró que en Córdoba estaba en un internado y “tenía que dedicarme a ganarme la vida. Lo hice vendiendo bolsas para la basura, mientras que por la noche estudiaba en un colegio privado donde tenía que pagar. Hacía mi trabajo y estudiaba, no pude terminar porque era muy sacrificado. Después fui a vivir a Buenos Aires, donde recibí asistencia en el Hospital Santa Lucía, y había que tomar trenes, varios colectivos, y costaba mucho más. Ahora resido en San Ignacio, pero vengo a Posadas prácticamente todos los días para vender bolsas de residuos en Corrientes y Tucumán. En el último tiempo casi no me moví del pueblo porque la Municipalidad de San Ignacio se comprometió a levantar mi nueva casa, después que un incendio destruyera la que tenía”.
En una de las fotografías se puede apreciar lo que era la vivienda de Valiente antes del incendio, que, justamente se produjo porque hacía en el suelo el fogón para preparar sus alimentos. Es por eso que el hombre tiene esperanzas de que las cosas cambien y está expectante con la edificación que levantarán desde la Comuna de San Ignacio. Es que, al enterarse del percance, muchas fueron las donaciones que recibió el protagonista de esta historia, además de las ayudas que probablemente llegarán cuando tenga un espacio adecuado, con buen piso, techo, y paredes, sin humedad, para guardar sus ropas, utensilios y muebles. “Mi sueño es poder tener un local, donde además de vender quiniela, pueda instalar un quiosco con una fotocopiadora, porque esa es una manera de ayudar a mi hijo, a mis dos nietos y a mi nuera, que también quedaron con lo puesto tras el incendio. Es que, junto a mi casa, se quemó también la de ellos”, reflexionó.
Reiteró que, habiendo estado privado de toda conexión, “esta entrega es de una gran alegría. Ahora veré la utilidad que le voy dar, y si puedo ayudar a otra persona para que tenga esos beneficios, lo voy a hacer. Uno se siente mal al no tener los elementos necesarios que debiera. Está la posibilidad, pero la niegan porque no hay voluntad, o quizás no existe el conocimiento adecuado por parte de las personas que se prepararon para este tipo de cosas, para poder facilitar a la persona no vidente. Es cuestión de ponerse en lugar del otro”.
Insistió con que “me sentí privado de tener estos materiales que sirven para facilitarme información y poder enriquecerme en cultura, que es lo que siempre me gustó. Leí sobre los medos, lo persas, los griegos, la historia americana de los incas, los mayas, pero no pude profundizar conocimientos porque me faltaban estos materiales. Es bueno que se le pueda facilitar a otra persona, porque hoy soy yo, pero después van a venir otros. Esa gente si tiene esa herramienta, le podrá servir para el trabajo”.
Además del asesoramiento brindado por Tiflonexos para la adaptación del celular, un asistente técnico de la Asociación Civil seguirá capacitando a Valiente en el uso del teléfono móvil.
“La sociedad siempre me ayudó”
Valiente, que también recibió una cama, un colchón y una almohada, exclamó ante Héctor Rojas Decut, presidente del Directorio del IPLyC SE: “No saben la alegría que me dan. Con estos elementos voy a seguir aprendiendo, instruyéndome, que es lo que me interesa. Pero, por sobre todas las cosas, permitirán manejarme de manera independiente”. Tras escucharlo, el funcionario alegó: “oírte hablar, en estos momentos complicados para todos, en lo económico, político, y que tengas esta actitud, nos estimula a nosotros a redoblar los esfuerzos. Sos un ejemplo porque, a pesar de todas las adversidades por las que debiste pasar, sos un hombre extremadamente optimista. Me alegro que te hayamos conocido y que podamos ayudarte”.
“Todo pasa por saber apreciar eso, el resto es cuento, todo se complementa. No me puedo quejar, la sociedad siempre me ayudó, estoy agradecido de mi país y de la vida”, acotó el hombre, después de recordar frases de la vida diaria en varios idiomas. Es que mientras se ocupaba de comercializar algunos elementos a los turistas, de ellos aprendió palabras y oraciones en inglés, en francés, en italiano, como para salir del paso. “Lo bueno es que, con esto, yo me defiendo y ellos me entienden. Pero quiero seguir aprendiendo más”, dijo, al tiempo que instó a que “vivamos la vida, que aprovechemos el momento, porque no sabemos hasta cuándo será”.
De todo un poco
Contó que cuando era chico, Juana, su mamá, tenía media hectárea de plantación de verduras, a la altura de Paraguay y ruta 12, y que él las vendía por todo San Ignacio.
Después, “me ofrecieron que fuera vendedor de libros en el ingreso a las Ruinas Jesuíticas. Después seguí con los pilotos a fin que los turistas tuvieran cómo cubrirse de la lluvia al bajar de los micros, y fundas para celulares, actividad que después heredó mi hijo Raúl. Mi libreto diario pasaba por “el saber no ocupa lugar”, “nunca es tarde para aprender”, “no tienen que ser como yo, que no sé nada y cuando quise aprender estaban de paro los docentes”. Era una forma de entrarle a los visitantes”, expresó entre risas.
Mientras convencía sobre las bondades de la mercadería, iba orientando a los turistas hacia la entrada del lugar histórico. Y les decía que: si doblaban a mano izquierda, a cuatro kilómetros estaba el Paraná y que, cruzando el cauce, podrían llegar a Paraguay, y si doblaban a la derecha, a 95 kilómetros estaba el Uruguay, y del otro lado del río, Brasil. Y en caso que siguieran caminando en la misma dirección, a 250 kilómetros se encontrarían con las Cataratas del Iguazú.
Tiflonexos es una asociación civil sin fines de lucro creada en 2001, por Pablo Lecuona, a partir del desarrollo de Tiflolibros, la primera biblioteca en Internet para personas con discapacidad visual de habla hispana. Trabaja para extender el acceso a la lectura y a la información a través del aprovechamiento de la tecnología para favorecer la autonomía de las personas con discapacidad. Con la premisa de compartir libros en formato de texto digital, un grupo de personas ciegas creó el proyecto Tiflolibros. Utilizando computadoras adaptadas con un software parlante, los participantes generan un espacio de intercambio y contacto entre personas con discapacidad visual de todo el mundo. Lecuona fue uno de los impulsores del tratado de Marrakech que permitió que ahora 34.000 libros estén grabados con voz humana en español y sean de fácil acceso para las personas con diferentes niveles de discapacidad visual.
Confió que su mamá, Juana, “fue un pilar en mi vida. Fue la que luchó con nosotros que éramos quince hermanos. Nuestro padre Miguel Jerónimo Mareco, nacido en Ybycuí, Paraguay, era muy profesional como músico y andaba con su arpa por todos lados, típico de artista. Yo sé templar una guitarra, pero a él le salía como a Eduardo Falú o algo similar”.
Al referirse al accidente que le ocasionó la pérdida de la visión, dijo que pasó en Campo Viera mientras jugaba junto a sus hermanos, tratando de recrear un radioteatro. “Queríamos imitar y como toda criatura, sin medir las consecuencias, me caí sobre un tronco y me reventé el ojo izquierdo, lo que, con el tiempo, me terminó dañando el derecho. Ahora tengo ojos de vidrio de los dos lados y es imposible que vea a un metro”, rememoró.
Admitió que “pasé frío, hambre, pero nadie me detiene. Ahora tengo centradas mis expectativas en la casa nueva. Pero no pienso sólo en mí, porque yo ya pasé por todo eso, sino en mi hijo, mis nietos, mi nuera. Ojalá pudiera instalar una subagencia de quinielas, así trabajar desde mi casa, porque a esta altura, ya me siento cansado, y en los momentos libres, dedicarme a la lectura y a escribir cosas”.
Con emoción recuerda la Guerra de las Malvinas. “Tenía 14 años cuando se empezó a hablar del conflicto bélico, y como tenía un primo que había sido convocado, fui al colegio y le dije a la directora si podría ir, aunque más no sea como voluntario. Me respondió que no, rotundamente. También recuerdo momentos como los de los Mundiales 78 y el 86”, graficó.
La Biblioteca Tiflolibros recibió importantes premios y distinciones, entre los que destacan el premio al Empoderamiento Digital de Personas con Discapacidad otorgado por la Unesco en 2017 y el premio Vidanta, otorgado por la Fundación Vidanta, la Organización de Estados Americanos y la Secretaría General Iberoamericana, en 2015. Esta experiencia de Biblioteca accesible global fue tomada de referencia por la Unión Mundial de Ciegos, en el proceso de negociación que en 2013 llevó a la adopción del Tratado de Marrakech para el Acceso a la Lectura de personas con Discapacidad Visual en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
Como un dato revelador, el vendedor ambulante confió que “representé al país en dos oportunidades en el exterior. La primera vez en República Dominicana, en 1980, en gimnasia artística y, en 1984, en Estados Unidos, haciendo atletismo, en los juegos paralímpicos, donde pude contactarme con el presidente Ronald Reagan”. A quien duda de esta proeza, Valiente sólo atina a decir: “buscá en Internet, que ahí está todo lo que pasó desde junio de 1984”. Cabe señalar que en 1984 el deporte paralímpico argentino registró la participación más baja de deportistas connacionales en un juego e inclusive, no hubo participación de mujeres argentinas.