Primitivamente el yaguareté habitaba en la totalidad de la provincia, que en su gran mayoría era selva, salvo el sur, donde aparecen los “campos y malezales”. Más allá alcanzaba las llanuras semidesérticas del norte de la Patagonia, con grandes poblaciones a lo largo y ancho del país, dominando en casi todos los ambientes.
En la tierra colorada los guaraníes supieron convivir con él, pero con el inicio de la colonización esto cambió radicalmente. El “blanco” llegó para competir y dominar la naturaleza y el yaguareté lo padeció de manera fulminante.
Batalla de superdepredadores
El rey de nuestros montes se vio enfrentado a un superdepredador más fuerte que él: el hombre moderno.
Por siglos, la cacería no tuvo tregua, ya sea por temor, para vender su bella piel manchada, por la apetencia del felino por esos raros y dóciles animales recién llegados (vacas, cerdos, etc.) o bien, por simple diversión. La sola presencia de sus huellas disparaba una persecución fatal.
Así, la relación entre ambos fue de una competencia extrema, y el resultado la casi aniquilación para el hasta entonces ubicado en la cúspide de la cadena alimenticia: El rey fue destronado sin piedad.
¿Y la selva dónde está?
Sin embargo, la matanza no fue el único gran cambio que llegó con los blancos. La selva comenzó a ser talada y desmontada como nunca antes. Los nuevos habitantes necesitaban espacios amplios para vivir, cultivar, criar sus animales, aprovechar las maderas valiosas y demás.
De esta forma, el refugio natural creado por miles de años de evolución se fue modificando y desapareciendo. En los vecinos Brasil y Paraguay, ya casi no existe.}
No todo está perdido
Afortunadamente, Misiones se dio cuenta a tiempo de lo que estaba pasando y decidió ser pionera en la preservación de este gigante de la selva.
Y así, antes de correr el mismo destino que sus vecinos, eligió uno mejor para sí y tomó la decisión de mantener buena parte de su monte nativo en pie. Hace más de 30 años creó el primer Ministerio de Ecología del país, lo dotó del más grande y profesional de los cuerpos de guardaparques provinciales y de la mano del también novedoso y a la larga exitoso “Corredor Verde”, la Selva Misionera, como nos gusta llamarla, se quedó para yaguaretés y toda la fauna y personas.
Además, Misiones tiene un extenso y diverso sistema provincial de áreas protegidas que ha sido -y seguirá siendo- clave en el resguardo de la biodiversidad, a lo que acaba de sumar uno de los primeros juzgados ambientales del país.
¿Dónde viven hoy nuestros rugidores?
Así las cosas, el norte provincial se vio resguardado por grandes superficies, conformando lo que llamamos “El Bloque Norte” de selva.
Este espacio reúne los Parques Provinciales Urugua-í y Península (junto al predio militar del mismo nombre y similar superficie) que junto al Parque Nacional Iguazú (y su homónimo brasilero) y la Reserva San Jorge de la forestal Arauco SA -cuya ubicación es clave debido a que conecta y une el bloque de selva, resguardan más de 400 mil hectáreas continuas de ambiente en buen estado.
Los yaguaretés utilizan incluso las áreas con forestaciones industriales, en especial aquellas donde se dejan fajas de monte nativo (llamadas Fajas Ecológicas), como sucede alrededor del embalse Urugua-í y al este del Parque Provincial del mismo nombre.
Al sur de la ruta provincial 17 aún subsiste un bloque selvático de alrededor de 50.000 hectáreas y buen estado de conservación, aunque no posee áreas protegidas estatales, lo que indudablemente atenta contra su preservación a largo plazo. Esta área serrana atravesada por el fantástico arroyo Piray Guazú y ubicada en el centro del Corredor Verde es fundamental, pues constituye una Zona Núcleo prácticamente no estudiada ni relevada, que cuenta con apenas una poca superficie bajo protección privada y en la cual la cacería furtiva aún es muy alta.
Desde allí hasta el Valle del Cuña Pirú, donde se ubica el Parque Provincial Salto Encantado, existe una extensa franja de territorio donde se matizan bloques significativos de selva, grandes potreros ganaderos y forestaciones. No existen áreas protegidas, por lo que urge crearlas y definir un ordenamiento territorial antes de que la conectividad de hábitats se vea interrumpida en forma irreparable.
Toda esta superficie se mantiene apenas unida por tres “Corredores Críticos” muy pequeños: el del Cerro 60 (ruta provincial 17), el de la ruta provincial 212 y el del Valle del Cuña Pirú (ruta provincial 7), que requieren protección urgente.
Finalmente, la Reserva de Biósfera Yabotí y zonas circundantes, con cerca de 270.000 hectáreas, ya está aislada ambientalmente del resto y hay que “volver a unirla”, conformada mayormente de propiedades forestales pero con núcleos fuertes como los Parques Provinciales Esmeralda y Moconá, resguardan a los ejemplares más australes del mundo, individuos que suelen cruzar el gran Río Uruguay hasta el Parque Estadual Do Turvo, en Brasil.
El urgente y enorme desafío: mantener todo el Gran Corredor Verde unido para que nuestros yaguaretés puedan movilizarse por la selva que, a pesar de todo, supimos conservar para humanos y fauna silvestre.