El acto por los 100 años de YPF, que volvió a reunir al presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner después de tres meses de distanciamiento, estuvo lejos de ser una tregua en la fuerte interna del oficialismo y se convirtió en una nueva exposición de las diferencias aunque con un marcado intento de ambos por desdramatizarlas.
Durante el evento que encabezaron en el predio de Tecnópolis los líderes del Frente de Todos intercambiaron un par de chistes y sonrisas, pero también hubo lugar para el “careo”: Cristina Kirchner le reclamó que “use la lapicera con los que tienen que darle cosas al país” y Fernández remarcó que ahora le toca a él ser Presidente y marcar el rumbo del Gobierno.
En un escenario donde se cuidó al extremo el aspecto protocolar e institucional y ante un público de gobernadores, sindicalistas y dirigentes políticos que se agruparon en “albertistas” por un lado y “cristinistas” por otro, el jefe de Estado y su vice amagaron con entrar en una especie de debate público con buenos modales.
Hubo un momento concreto que expuso la tensión y fue cuando Cristina Kirchner criticó al Grupo Techint, a pocos días de la reunión que mantuvo Alberto Fernández con el CEO de la empresa, Paolo Rocca, y en momentos en que Techint ronda el proyecto del gasoducto Néstor Kirchner y elogia medidas como la flexibilización del cepo para el sector hidrocarburífero.
“Tirón de orejas”
Sabiendo que toda la atención de los medios y la política estaría pendiente del reencuentro porque no se mostraban juntos ni se veían desde el 1 de marzo (para la inauguración de sesiones del Congreso) y hubo tres meses de disputa pública, Alberto Fernández y Cristina Kirchner trataron de quitarle dramatismo a la interna. Para ello, se llamaron por el nombre varias veces al intercambiar comentarios sobre libros que uno le regaló a otro.
La vicepresidenta recordó su rol en la estatización de YPF en 2012 y destacó el “desendeudamiento” durante su gestión y la de Néstor Kirchner, que según dijo, permitió “un proceso que, de punta a punta, de 2003 a 2015, llevó a que los salarios en la Argentina crecieran 78 puntos”. Incluyó en el comentario que en la gestión siguiente hubo una “caída de 20 puntos”, una alusión a Mauricio Macri, cuya figura acerca a Cristina y a Fernández por el espanto.
Seguidamente lanzó la primera frase con la que dejó entrever que la interna en el oficialismo, lejos de terminar, continuará. “Creo que debemos centrarnos en que gobernar es también administrar las tensiones y hacerlo en favor de las grandes mayorías. El que quiera gobernar la Argentina sin tensiones ni conflictos, le recomiendo que se postule a presidente de Suiza”, afirmó.
Fernández no se mostró incómodo con el comentario sino que, por el contrario, coincidió con ella cuando le tocó hablar. Pero la vicepresidenta tensionó la cuerda minutos después, cuando reclamó que el Gobierno le pida a la “gran empresa” que “provee caños”, alusión a Techint, que “la chapa laminada que hacen en Brasil la hagan acá”.
El que quiera gobernar la Argentina sin tensiones ni conflictos, le recomiendo que se postule a presidente de Suiza”.
Cristina Kirchner
“No podemos seguirle dando 200 millones de dólares para que se paguen ustedes mismos en la empresa subsidiaria que tienen en Brasil”, agregó la vicepresidenta y, acto seguido, empezó a hablarle directamente a Fernández: “El balance, Alberto, en 2021 triplicó lo del 2020, y es una industria muy importante porque es insumo para toda la economía, para la industria automotriz, la construcción, la metalmecánica”.
Fue el prólogo del comentario más filoso de la vicepresidenta: “Hay que sentarse no como amigos, sino pidiéndole que devuelvan algo de lo mucho… no estamos pidiéndole que regalen nada”, expresó, en una clara referencia al acercamiento entre el Presidente y Rocca.
Tras ello, vino el tirón de orejas cuando, sin dejar de hablarle directamente a Fernández, dijo que “hay un deporte nacional por apoderarse de las reservas que hay en el Banco Central” y remató: “Te dije la última vez que vos tenías la lapicera, te pido yo lo que te pido es que la uses con los que tienen que darle cosas al país, que no significa pelearse”.
Luego de la Vicepresidenta tomó la palabra el Presidente. Reglas de protocolo. Se mostró conciliador.
“Tiene razón Cristina”, repitió varias veces en su discurso. No dejó sin embargo de sugerir lo que ya expresó varias veces tanto él como sus ministros más cercanos: que la cabeza del Gobierno ahora es él.
“Me toca ser presidente cuando YPF cumple 100 años”, subrayó Fernández al inicio de su discurso. Si bien destacó la decisión de Cristina Kirchner de renacionalizar la petrolera en 2012 no dejó de poner el acento en su propia gestión. Tras destacar el “récord de producción de gas y petróleo” de la empresa, el Presidente manifestó: “Celebro que YPF en esta gestión haya también salido de la idea original de pensar en los combustibles fósiles y empezar a pensar en energías renovables”.
En ese aspecto, mencionó su reciente gira por Europa y las preguntas que los mandatarios con los que se encontró le hicieron sobre “el potencial” del país y “el hidrógeno verde” que, según dijo, YPF empieza a analizar para su producción. Y agregó: “Así, del mismo modo que Cristina hace 10 años un día dijo basta y apostó al crecimiento de YPF y tratar de ser autosuficientes, lo mismo hice yo, exactamente lo mismo. Si tenemos estos resultados, es por eso”.
Tras mencionar sus coincidencias con el discurso de la vicepresidenta, Fernández citó una frase de Luis Alberto Spinetta y utilizó esto para hacer un chiste y mostrar “buena onda” al decir que a ella “no le gusta” su lado “hippie”. Seguidamente, citó: “No me vengan con que todo tiempo pasado es mejor. Mañana es mejor”.
Quedó librado a la interpretación si eso fue una alusión al gobierno de Macri o una respuesta a la Vicepresidenta para recordarle que su mandato terminó en 2015.
En cualquier caso, el Presidente no esquivó el comentario más picante de Cristina y señaló: “En la charla que tuve el otro día con el presidente de Techint, para hablar sin eufemismos, le planteé mi preocupación porque ellos hagan su aporte”.
“Yo soy de los que creen que ganar dinero no es una indecencia, lo que es indecente es que la ganancia sólo quede en manos de pocos y la pobreza se distribuya en millones”, afirmó Alberto Fernández.
El Poder Ejecutivo junto… pero por separado
La otra muestra de que la división en las filas del oficialismo continúa fue como se repartió el público, donde hubo unos 600 invitados entre funcionarios, gobernadores y otros dirigentes políticos.
En la primera fila estuvieron varias de las figuras más notorias del “albertismo” y del “cristinismo”, pero no demasiado cerca. El ministro de Economía, Martín Guzmán, el más criticado por La Cámpora estuvo junto a sus pares de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas (horas después eyectado del cargo), y de Seguridad, Aníbal Fernández, además del embajador en Brasil, Daniel Scioli, todos más cercanos hoy a Fernández.
También al frente pero distanciados, referentes de La Cámpora como Andrés “Cuervo” Larroque y la senadora Anabel Fernández Sagasti, Oscar Parrilli, y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, entre otros.
El ministro del interior, Eduardo “Wado” de Pedro, primer representante del kirchnerismo en el Gobierno nacional, y el canciller Santiago Cafiero, íntimo de Fernández, se sentaron uno al lado del otro.
Fuente: iProfesional