A principios de junio del año pasado la Cámara de Diputados de Brasil aprobó el tratamiento con carácter de emergencia de la apertura del “Camino del Colono”, dentro del Parque Nacional Iguazú en el Estado de Paraná.
El proyecto de ley 061/13 del diputado federal Nelsi Coguetto Maria Vermelho (PSD-PR), sería dictaminado en los próximos días por el Congreso brasileño. Esto volvió a movilizar a organizaciones ambientalistas de ambos países que comparten la reserva federal donde se encuentran las Cataratas del Iguazú, patrimonio mundial de la humanidad de la UNESCO y maravilla natural.
Dicho camino fue abierto por el gobierno de Paraná en la década de 50. La intención era favorecer la colonización del oeste. Inicialmente conectaba la carretera Foz do Iguaçu-Guarapuava, que seguía el límite norte del Parque Nacional Iguaçu, hasta la ribera del río. Fue sólo algunos años después que se abrió el tramo que continuaba desde el río Iguazú y llegaba hasta Capanema, entonces un pueblo en el inicio de la implementación, y terminó conectando con las vías de acceso que venían del sur.
Tiene 18 kilómetros y fue cerrado por los Tribunales judiciales del Brasil por primera vez en 1986. A fines de la década del ‘90 un grupo de invasores reabrió la vía por la fuerza, y luego, en 2001, fue cerrado definitivamente.
Actualmente, todo su tramo está cubierto de vegetación, es decir que la Selva se está restableciendo allí.
Apoyo misionero
El Frente Ciudadano Ambiental Kaapuera de Misiones reiteró su apoyo -como hace un año- “a las organizaciones ambientales y civiles que se oponen a la reapertura de la Estrada do Colono por dentro del Parque Nacional do Iguazú, en el vecino territorio brasileño, y repudia dicho proyecto por cuanto representa la fragmentación de la ya frágil Mata Atlántica o Selva Paranaense, bioma que comparten los pueblos del Paraguay, Argentina y Brasil y del que depende la conservación del agua, entre otros importantes bienes naturales”.
“La reapertura de la Estrada do Colono en el corazón del Parque es un crimen ambiental gravísimo e imperdonable’, sostienen acertadamente quienes resisten este atropello a la vida, que además es un acto insensato ya que daña un ecosistema que protege y genera agua”, sostuvo Rulo Bregagnolo, de Kaapuera.
Claudio Salvador, por su parte, advirtió sobre la importancia del bioma para los pueblos originarios: “El Parque Iguazú, en Brasil o en Argentina, es parte de la Selva interminable de la gran Nación Guaraní; cuidarlo es cuidar a estos pueblos naciones, pueblos sin límites fronterizos, y por eso el compromiso es común entre quienes habitamos la región”.
“La reapertura del camino dentro del Parque brasileño es una herida y suma a la fragmentación de la Selva, lo que repercute en todo este territorio; no hay que olvidar que, por ejemplo, los ciudadanos de ambos países y del Paraguay compartimos los ríos, o sea la actividad que realicen en otros territorios impacta decididamente en los bienes que utilizamos y necesitamos los misioneros”, explicó Bregagnolo.
Apoyo de Bolsonaro
El Parque Nacional do Iguaçu fue creado en 1939. Es una de las mayores áreas de Mata Atlántica que queda en Brasil (en ese país, el 90 por ciento de este bioma fue destruido). Son 185 mil hectáreas, y el único lugar donde se evidenció un aumento de la población de yaguaretés, especie en riesgo de extinción.
El proyecto de reapertura del camino es parte de la agenda en el Senado Federal. Cuenta con el respaldo del presidente Jair Bolsonaro.
Más de 300 instituciones firmaron, oportunamente, una nota, enviada al Congreso Nacional, en la que repudian esta posibilidad y destacan los puntos perjudiciales, entre los que se citan el aumento de la caza y el tráfico de animales; transporte de drogas, armas y bienes ilegales; daños al turismo y al desarrollo económico en el oeste de Paraná; y sentaría un precedente para la construcción de carreteras en áreas protegidas.
Quienes defienden su reapertura sostienen que ello dinamizará la economía local; quienes se oponen, explican que el efecto será justamente el contrario, con efecto negativo en la economía y en la seguridad; alertan que los turistas no querrán visitar un parque que deforesta uno de los biomas más destruidos del mundo.