Hace algunas décadas en Latinoamérica hubo una fuerte corriente impulsada por reconocidos agrónomos y ecologistas quienes promovieron ideas y herramientas para el cuidado y la conservación del suelo con la ventaja de la facilidad para producirlos.
Con esa línea de trabajo, hace más de 5 años tanto en el ministerio de Agricultura Familiar como en el profesorado de Ciencias Agrarias de Capioví, el técnico e investigador Alejandro Borgman, busca la practicidad para que aprender a producir el propio abono sea una solución que se encuentre a mano.
“Tratamos de transferirles herramientas que le permitan a ellos utilizar los recursos internos de la chacra, que es el punto de partida”, contó Borgman a Eco y Agro
“En el terreno disponible los productores pueden hacer muchas cosas, entre ellas, si tiene residuos, una compostera es una solución. De lo contrario, no tiene sentido”, dijo.
Y añadió: “En el caso del abono Bocashi, que es el que más está resonando entre los productores, se pueden utilizar los estiércoles que mayormente están disponibles en las chacras”.
“Un buen ingrediente para hacer este abono es hacer una suerte de cama con virutas o con restos de chalas o algo de pasto entonces ya se mezcla algo de material seco con el estiércol y eso después se convierte en el elemento ideal para hacer el abono. Se busca complicar lo menos posible al productor sino que aprenda a reutilizar elementos con los que ya cuenta de la manera más eficiente”, reiteró el técnico.
Una aclaración que Borgman consideró importante fue que el estiércol no se debe tirar directamente al suelo, porque entra en competencia con las plantas y además también por la carga microbiana. Por ello debe pasar necesariamente por un proceso de compostaje o fermentación
“Cualquiera de esos procesos equilibra la carga microbiana y el abono es más apto para que las plantas lo absorban mejor, de lo contrario generan efectos no deseados en las plantas y en el suelo”, definió.
Estas practicas enseñadas por Borgman permiten incorporar materia orgánica de gestión local. Si uno mira el panorama nacional o internacional, entre 2010 y 2019, algunos estudios del INTA en algunas chacras dieron evidencia de una pérdida del 50% de materia orgánica, que es algo que limita el crecimiento de un cultivo o lo favorece, ya que retiene humedad, el agua se filtra mejor en vez de escurrirse.
“Eso hay que recuperarlo”, pidió.