El Gobierno trabaja en el proyecto de ley mediante el que se buscará obtener recursos adicionales de aquellos sectores que registraron una renta extraordinaria por la suba de los precios internacionales, a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania. De esta forma, el objetivo es lograr una redistribución para compensar a los sectores que no están sindicalizados.
Esto se desprende de las declaraciones que el ministro de Economía, Martín Guzmán, formuló días atrás en la que adelantó la elaboración de un proyecto para “redistribuir la renta inesperada”, especialmente granos, minerales, petróleo y gas.
Según trascendió, el proyecto de ley será enviado a la Cámara de Diputados para su tratamiento en las próximas semanas, aunque resta definir si será un impuesto por única vez, o permanente, o un aporte. Además, habrá que resolver cuáles serán los valores que la iniciativa tomará como referencia a los efectos de determinar la ganancia extraordinaria.
La intención del Ejecutivo es destinar los fondos que se obtengan por esta vía fundamentalmente a atender a los trabajadores no sindicalizados -en negro o monotributistas-, cuyos ingresos se han visto deteriorados por la suba de la inflación y que no cuentan con el recurso de negociar en un paritaria.
Al respecto, se supo que una de las ideas que se barajan en el Palacio de Hacienda es dar un ingreso como un bono para los trabajadores en negro y monotributistas semejante al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que se otorgó durante la crisis sanitaria generada por la pandemia el coronavirus.
De acuerdo a diversos estudios de mercado, se registra un debilitamiento en el consumo de los sectores cuyos ingresos están inmediatamente por encima de los mínimos.
Estos últimos son alcanzados por distintos programas asistenciales del Gobierno (AUH, planes, canastas, tarjeta Alimentar), pero no sucede lo mismo, por ejemplo, con cuentapropistas que se encuentran en situación precaria.
Sobre el Gabinete
En la Casa Rosada se supo también que el presidente Alberto Fernández tomó la decisión de no modificar el Gabinete y reiterar su respaldo al ministro Guzmán en buena medida aconsejado por Agustín Rossi, político santafesino al que el primer mandatario “ve y consulta mucho”.
Hasta el fin de semana, en el entorno de Fernández se creía que el presidente despediría “con honores” a Guzmán y apostaban a reemplazarlo por Cecilia Todesca o el ministro de la Producción, Matías Kulfas, “un funcionario que goza de alta consideración por parte del presidente”.
Sin embargo, se comenta que Rossi habría intercedido a favor de Guzmán. También otro factor fue la conversación que el primer mandatario mantuvo el domingo pasado con Guzmán que terminó de convencerlo de no introducir cambios en su equipo de colaboradores.
En ese encuentro, señalan, el jefe del Palacio de Hacienda reiteró ante el primer mandatario que “la economía anda bien”, anticipó que “el FMI aprobará la primera revisión del programa” y afirmó que “el problema de la inflación es culpa de la guerra, pero acá se agrava por las internas”.
Guzmán se habría quejado de las dificultades que tiene en su accionar por culpa de las internas. Aprovechó para criticar al área energética y puso, por ejemplo, que la Secretaría de Energía aún no había efectuado el llamado.
Abril juega a favor
Todo indica que, como prometió Guzmán, abril traerá un alivio en materia de precios. Aunque la evolución sigue siendo alta, la mayoría de las consultoras que hacen estimaciones propias ya observan en rubros como alimentos una presión menor en los aumentos.
En la primera semana del mes los incrementos fueron de 0,3%, con lo cual se proyecta que para todo el mes se podría volver al entorno de 4%, que era el ritmo inflacionario previo al shock internacional generado por la guerra en Ucrania.
Pero hay, además, factores locales que juegan a favor: abril suele ser tradicionalmente un mes en el que los aumentos se moderan luego de un marzo recalentado por situaciones estacionales, como el inicio de clases, el cambio de temporada textil y también los “aumentos preventivos” de varias empresas que se cubren por la reapertura de las negociaciones salariales.
Además, hubo en marzo aumentos de precios con cierta capacidad de “contagio”, como las naftas, que no estarán presentes en abril. Es cierto que restan otros ajustes, como el de la medicina prepaga o las conexiones a internet, pero tendrán menos impacto sobre el índice general.
Y, sobre todo, ayuda al ministro cierta calma del dólar paralelo, que en esta época del año suele estacionarse en un nivel relativamente bajo, por el ingreso de los dólares de la exportación agrícola.
Los analistas señalan que incluso la reapertura anticipada de paritarias podría jugar indirectamente a favor, porque habrá empresas que vendan dólares para hacerse de liquidez con la cual solventar los aumentos de sueldo. Y esa estabilidad cambiaria introduce un elemento al que en el Gobierno le asignan una importancia crucial: desarma las expectativas de una crisis inminente.
Paradójicamente, lo que también ayudará a Guzmán es el hecho de que en abril todavía no se notará el impacto del incremento de tarifas en electricidad y gas -las mismas tarifas que él quiere aumentar a un promedio de 80% anual-. Aunque el recorte de los subsidios energéticos es un objetivo innegociable.
Fuente: Agencias de Noticias y Medios Digitales