Por Silvia Vouillat
Licenciada en Psicología. Coordinadora Académica
de la Maestría en Administración de Servicios de Salud en UCES
Publicado en Perfil
Tanto la ansiedad generalizada, como los diferentes tipos específicos referidos a un nivel de trastorno en la adolescencia, y la soledad en tanto sentimiento subjetivo, en la medida que se trata no de cuánto aislado se encuentre el adolescente sino de cómo percibe ese aislamiento, es decir tanto la ansiedad como la soledad pueden favorecer como impedir conductas adaptativas, resilientes, positivas, con niveles de afrontamiento y pueden presentarse a partir de diferentes niveles de obstáculos.
Los espacios de atención a adolescentes deben promover, prevenir y permitir la construcción de sentimientos y factores protectores para la salud y la mejora de calidad de vida, así como el fortalecimiento de habilidades y de percepción positiva de la realidad.
Por todo lo que he dicho anteriormente, para poder prevenir la ansiedad y la soledad en el adolescente es necesario considerar algunos elementos que en relación con situaciones particulares pueden provocar estos sentimientos como ser: incertidumbre, imprevisibilidad, inestabilidad y aislamiento. Frente a los cambios de rutina, la carencia de regulación de actividades, el sentirse solo, y que no puede conectarse con los demás, es adecuado tener claridad acerca de las formas de aliviar y encauzar las situaciones críticas referidas a la ansiedad y soledad en este grupo de edad. Crear un diálogo abierto facilita la recuperación personal a la vez que promueve y fortalece la construcción de vínculos y relaciones.
Al tener claros los problemas, las alteraciones en las emociones y sentimientos en la etapa de la adolescencia, el último punto para presentar en esta reflexión es el marco de diálogo abierto en los espacios de atención y también desde espacios familiares para fortalecer y abordar en un adecuado proceso relacional, una experiencia emocional contenedora.
En la actualidad, las diversas situaciones vinculadas con la pandemia de COVID-19 pueden resultar intensas, agobiantes, y molestas ya que el distanciamiento social es sumamente complejo a la vez que repercute en hábitos de vida y está vinculado con la capacidad de adaptación y resiliencia de las personas, en especiales en la población adolescente frente a altos niveles de vulnerabilidad relacionados con diversos relatos obtenidos a partir de la narración de vivencias, de desesperación, ansiedad y labilidad.
La ONU hace referencia a los trastornos de salud mental y disfunciones del estado del ánimo a través de nuevos estudios que demuestran un mayor grado de ansiedad en general en las poblaciones de diferentes países que hace 10 años.
Es importante destacar, entre las investigaciones internacionales actuales el estudio PSY-COVID es promovido por la Universidad Autónoma de Barcelona para conocer los efectos psicosociales de la pandemia y mejorar la prevención del contagio del coronavirus, teniendo en cuenta que busca identificar el impacto de la pandemia en la salud mental en relación con trastornos de ansiedad, depresión y soledad.
Los resultados preliminares de dicho estudio, hacen referencia a una de las variables más importantes vinculadas con los aspectos psicosociales de la pandemia y su repercusión en la población adolescente como ser el aislamiento y la soledad percibida, las cuales podrían explicar el desarrollo de trastornos de ansiedad y depresión.
Antoni Sanz (2020) profesor investigador de la Universidad de Barcelona, junto a Daniel López Fernández en el libro “Impacto de la Pandemia en salud mental en Colombia” explican acerca de la soledad y el confinamiento con referencia a la prevalencia del trastorno de ansiedad o depresión por países y aclaran que el trastorno de ansiedad en algunos supera el 40% y el trastorno depresivo el 10% de la población.
Dichas apreciaciones, fueron consideradas a partir de los resultados obtenidos en mayo 2020 y toman en consideración varios aspectos referidos a situaciones como perfil de las personas, antecedentes de salud, país de residencia, medidas restrictivas de movilidad, y en especial el impacto psicosocial en la población.
De los antecedentes mencionados, es importante aclarar que, al hablar de impacto psicosocial de la pandemia relacionada con el curso de vida de los adolescentes vinculado con el desarrollo de sintomatología en salud mental y trastornos de ansiedad, destaco principalmente la percepción de la soledad, ante el aislamiento, alejamiento de vínculos, relaciones con pares, retraso y desarrollo de habilidades sociales.
Sentir ansiedad de manera ocasional forma parte de lo cotidiano y de la vida misma, a diferencia de las personas con trastornos de ansiedad que con mayor frecuencia presentan miedos intensos, excesivos, persistentes, de manera repetitiva, con miedo y terror. La sensación de peligro, nerviosismo, temblores, debilidad y cansancio, junto con problemas de sueño y a la vez de intensa preocupación, y dificultad de concentración, nos remite a problemas y trastornos de ansiedad.
En especial en la adolescencia, ante la restricción de contacto social, como característica del período pandémico, surge la soledad, y la disminución de contactos y lazos, afectivos, emocionales, y la soledad percibida nos indica que se trata de un factor que en este contexto en particular explica el desarrollo de síntomas de trastornos de ansiedad.
La aparición y el mantenimiento de la percepción de soledad, como sentimiento de aislamiento, infelicidad, vacío, hostilidad, enojo, depende de los aspectos subjetivos y comprende emociones, procesos cognitivos, variables culturales y sociales, por lo cual es posible encontrarnos con una significativa variedad de respuestas relacionadas con una mínima red de apoyo y relaciones sociales.
Frente a la realidad actual que hace referencia a nuevos componentes, incertidumbres, nuevos tiempos y espacios, desafíos, y nuevas situaciones, surgen especiales inquietudes y percepciones en los adolescentes que no siempre les posibilitan actuar de manera adecuada y poner a prueba sus capacidades de adaptación y resiliencia.
La pérdida de rutinas, de hábitos, de espacios de referencia en lo cotidiano de formación, de trabajo, de vínculos sociales así como de relaciones, los acerca a sentimientos de vulnerabilidad ansiedad, tristeza, desesperación, labilidad del estado de ánimo, soledad, quiebra de la autoestima y de manera concomitante a presentar malestares físicos, emocionales, cognitivos, conductuales, sociales y espirituales.
La ansiedad se considera desadaptativa cuando el peligro es irreal, y dadas las características de interioridad, se relaciona con la propia experiencia interna del sujeto. Se experimenta subjetivamente como un estado desagradable, con manifestaciones de miedo, alarma, inquietud y preocupación, y pone en acción el sistema de alarma biológico, entre otras, evidenciando una falta carencia de conducta adaptativa frente al peligro.
El alto nivel de costo psicosocial, personal y económico que implica el trastorno de ansiedad hace que sea fundamental implementar acciones preventivas de ansiedad en adolescentes orientadas a la propia identificación de emociones.
La definición de ansiedad, la identificación de respuestas frente a las situaciones concretas de ansiedad, el reconocimiento de los componentes fisiológicos, emocionales, cognitivos, comportamentales, la distinción de pensamientos positivos y negativos, considerar las distorsiones cognitivas, fortalecer y esclarecer las habilidades de afrontamiento ante situaciones concretas es fundamental. La aparición de la soledad en la adolescencia se enlaza con diversos factores de cambios, tanto físicos, emocionales, conductuales y cognitivos, vinculados con un espacio contextual y temporal, cuyas condiciones repercuten en las posibilidades y oportunidades de interacción social.
Dadas las condiciones actuales se torna necesario reconocer los diversos factores que afectan a este grupo atareo en especial, ya sea la inseguridad, el bajo nivel educativo, problemas de vivienda inadecuada, problemas de nutrición, consumo abusivo de alcohol, de sustancias, maltrato, abuso entre otros, que promueven alteraciones significativas en los estilos y hábitos de vida, como ser desesperanza y soledad. En el marco del curso de vida adolescente es importante considerar, cuestiones referidas a una etapa de la vida de transición, adecuación, cambios, y desarrollo y transformaciones tanto biológicas, psicológicas, sociales, donde están frecuentemente presentes situaciones de conflicto y crisis.
Al considerar los contenidos presentados hasta ahora, es necesario enfocar los espacios de atención de adolescentes, teniendo en cuenta el diálogo abierto, la interacción, una mirada integral hacia la práctica y el cuidado, no perdiendo de vista el desarrollo de habilidades dialógicas en el ejercicio profesional, de manera relacional y humana.
A fin de poder implementar y esclarecer esta dinámica en espacios adecuados de atención integral de adolescentes, considero importante promover acciones de prevención multidisciplinarias e interdisciplinarias a partir de un abordaje social colaborativo: con encuentros periódicos continuados que permita repensar la atención integral de salud mental en adolescentes, en el marco de una red de apoyo tanto social como afectiva que permita un diálogo constructivo para el afrontamiento y la adaptación a la realidad.