La historia de Catalina Lapychanecz resulta un fiel reflejo de miles de mujeres misioneras, hijas de colonos, que salieron adelante renaciendo de los contextos más precarios, con sus hijos y nietos, manteniendo intacto el legado del trabajo en el campo.
Oriunda de Concepción de la Sierra, a sus 76 años, la “señora Catalina”, como suelen llamarla, fue toda su vida jefa de hogar quedando a cargo de una numerosa familia que le dio tres hijos, 16 nietos y 21 bisnietos, desde que falleció su marido a una edad muy joven.
“Mi historia fue como las personas del campo, nací en una casa de barro donde mis padres eran inquilinos de una chacrita y después fueron comprando tierras, trabajando en la huerta, criando gallinas y vendiendo, gracias a lo cual pudimos hacer una casa de ladrillos”, confesó Catalina.
Al ser de una familia humilde y trabajadora de una zona rural, no le permitieron seguir sus estudios secundarios, ya que debía quedarse a trabajar en el campo ayudando a su madre que vendía leche en la feria franca.
“Cuando me enteré que en Azara estaba abierta la inscripción para poder hacer la secundaria, no dudé de llegar como sea y fue así como a los 45 años pude completar mis estudios llegando en tractor”, afirmó entre risas.
Con la chacra que heredó de su padre, fue que esta mujer salió adelante, potenciando “su fuerte”, como llamó Catalina a los lácteos y la venta en la feria franca.
Hoy después de años “ya no voy más a la feria, pero nos alimentamos de la huerta y seguimos trabajando con ganado, eso mantiene a nuestra familia que se reúne sin falta todos los fines de semana”, admitió.
A pesar que, son frecuentes los cortes de luz en la chacra, “me encanta la vida en el campo, todos me dicen que venda un pedazo de tierra, o las vacas para ir más cerca del pueblo, pero no me gusta la ciudad, acá es una hermosura y, por más seco que esté, se siente el aire puro, y la tranquilidad”, confesó esta mujer, dejando entre ver la pasión que le genera la vida rural.
Fue en ese contexto, que le dejó un mensaje a todas las mujeres que viven y trabajan en la chacra, algo muy común en el interior de la provincia, “feliz día a aquellas que eligen esta vida, sigan en el campo, no lo abandonen porque él siempre da algo de comer, nunca te va a desamparar y no desaprovechen la oportunidad de vender en las ferias francas, anímense, es una gran salida”.