La consultora Focus Market, vía Scanntech (lector de código en 670 puntos de venta de todo el país), realizó un análisis del Índice de Precios Canasta Básica Alimentaria Consumo Masivo con los datos sobre lo que necesitó cada uno de los hogares para cumplimentar la canasta, incremento promedio e interanual de precios, lo que más subió y bajó en forma interanual y desestacionalizada. La canasta alimentaria ascendió a 38.154 pesos en enero 2022.
“Con un incremento del 4,2% en el mes de enero, la canasta básica alimentaria quedó 6.154 pesos por debajo del salario mínimo vital y móvil de 32.000 pesos. En el mes de febrero se ajustará a 33.000 pesos por lo cual quedaría 5.154 pesos por debajo. Es decir, aún estaría un 13% por debajo sin considerar los aumentos que estamos relevando durante este mes que vienen en la misma línea que lo observado en el primer mes del año”, indicó Damián Di Pace, director de la Consultora Focus Market.
“El mes de diciembre de 2021 fue el mes de mayor emisión monetaria para asistir el déficit fiscal por un monto de 450 mil millones de pesos”, agregó.
“Esa emisión actúa con rezago en la variación de precios de los alimentos que estamos viendo en el primer mes del año y estaremos observando en los próximos meses. Si bien el Gobierno intenta morigerar el impacto con el programa de precios cuidados por fuera del programa en este mes hubo varias categorías básicas de alimentos que tuvieron aumento de dos dígitos” remarcó Di Pace.
Y agregó que, “en un contexto ampliamente inflacionario el mes de enero de 2021 comienza de acuerdo a PAETAC con una suba de más del 8% en la estructura de costos del Transporte de Carga”.
“La suba más fuerte desde el mes de julio del año pasado cuando había aumentado un 9%. Puntualmente patentes, peajes, impuestos indirectos sobre ventas y costos financieros se ubican dentro de los que más han pegado sobre el indicador general. Estos aumentos impactan directamente sobre el costo de distribución de los alimentos y bebidas influyendo en el precio en el eslabón final de la cadena de comercialización” concluyó.
Medición oficial
Según el relevamiento del INDEC, una familia de cuatro miembros necesitó en enero un ingreso mensual de 78.624 pesos para no ser considerada pobre ante el costo de la Canasta Básica Total (CBT), que subió en ese mes 3,3%, según informó el INDEC.
El mismo grupo familiar necesitó 34.333 pesos de acuerdo con el costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), cifra necesaria para no ser considerado indigente, que en la misma comparación aumentó un 4,2%.
El costo de la CBT duplica así al actual salario mínimo vital y móvil que en marzo próximo se situará en los 32.616 pesos, según la última resolución del Consejo del Salario.
La suba mensual de la CBT, que define el nivel de pobreza, se ubicó por debajo del alza de la inflación del mes del 3,9%, mientras que la CBA, que marca el nivel de indigencia, superó la suba del costo de vida en el mismo período.
En cambio, en la variación interanual, la CBT aumentó un 39,3% y la CBA un 44,7%, y ambas se ubicaron por debajo de la inflación de los últimos doce meses del 50,7%.
El valor de ambas canastas que difundió el INDEC se ubicaron por debajo del costo que tienen en la ciudad de Buenos Aires, ya que la básica total alcanzó un costo de 79.988 pesos y la alimentaria de 42.747 pesos en ese distrito.
Según las cifras oficiales del INDEC, una familia de cinco integrantes requirió en enero un ingreso de 80.695 pesos para no encontrarse en situación de pobreza. Para un grupo familiar de tres miembros, los ingresos debieron llegar en el mismo mes a 62.594 pesos, para eludir la pobreza.
Las familias de cinco integrantes, para no estar en situación de indigencia, necesitaron un ingreso mensual de 36.111 pesos y en el caso de una grupo de tres integrantes debieron contar con 27.333 pesos en el primer mes del año.
En el caso de un adulto mayor, el valor de los ingresos mensuales en enero para no ser pobre debió ser de 25.444 pesos y para no caer en la indigencia de 11.111 pesos.
Para muestra… basta una picada
El valor de una picada se multiplicó por cinco en los últimos cuatro años, según el indicador “Changómetro”, elaborado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).
El estudio señala que en cuatro años con un billete de 1.000 pesos se perdieron: 4 kilos de jamón cocido, 3 kilos de salame, 3 kilos de queso pategrás, 20 kilos de pan, 18 botellas de cerveza, y 17 botellas de gaseosa.
Con 1.000 pesos en diciembre de 2017 se compraban 4 kilos de queso pategrás (247 pesos), hoy sólo alcanza para 700 gramos (1.340 pesos). Con el fiambre sucede lo mismo: en 2017 se compraba 4,7 kilos de jamón cocido (213 pesos) o 4 kilos de salame (257 pesos), hoy no alcanza ni para un kilo de ninguno de los dos (jamón 1.140 pesos y salame 1.360 pesos).
“Para acompañar todo esto nos falta el pan, en 2017 comprábamos 24,5 kilos (40,60 pesos). Hoy nos alcanza para 4 (210 pesos). Para tomar, si pensamos en picadita se nos viene una cerveza a la cabeza: en 2017 con 1.000 pesos podíamos comprar 24 botellas (41 pesos), hoy solamente nos alcanza para 6 (160 pesos), son 72 pintas menos para brindar”, expresa Natalia Ariño, economista FADA.
Con la gaseosa cola pasa lo mismo: en 2017 se compraban 23 botellas de 1,5 litros (45,50 pesos) pero hoy sólo se compran 6 (150 pesos).
Inflación de febrero
En el segundo mes del año, los aumentos no se producen de manera aislada. Y son más elevados que la inflación promedio. Impactantes porque pegan directamente en el poder adquisitivo de la población. Esos incrementos llegan al 50% en el precio de los huevos. Al 20% y hasta 25% en el kilo de pan. En un porcentaje similar para la yerba. Al 17% en el pollo. Y entre 5% y 10% en la media res de carne, que tendrá un traslado inmediato al público.
En una economía que sufre de una dinámica inflacionaria muy alta -superior al 50% anual- es muy difícil identificar las causas de los incrementos, que básicamente se vinculan con esa realidad.
Es cierto: hay particularidades. De hecho, en el caso de la yerba, el azúcar, los lácteos y hasta el arroz, las fuertes remarcaciones tienen que ver con la ola de calor, la sequía persistente y los incendios en algunas zonas del país, que destrozaron buena parte de la producción.
También, claro está, hay fundamentos en la realidad internacional: los precios de las materias primas mantienen una tendencia alcista. En las últimas horas, la tonelada de soja superó los 580 dólares, un valor históricamente alto.
Ese escenario, que beneficia a la Argentina por el valor de sus exportaciones, termina perjudicando por el impacto del precio de los alimentos en el mercado interno. No es un fenómeno distinto al que sufren otros países, que también conviven con una inflación irregularmente elevada. En la Argentina, todo empeora por la propia dinámica inflacionaria, que se mantiene en los dos dígitos desde el lejano año 2006.