Tiempos difíciles para los bomberos de Misiones. Los de la Policía como los voluntarios que dan todo de sí a lo largo y ancho de la provincia.
La sequía, la falta de lluvias regulares y la imprudencia del hombre hacen que los incendios forestales se multipliquen, se potencien y terminen con cientos de hectáreas de monte, selva y bosques cultivados.
Para saber a ciencia cierta cuánta superficie se vio arrasada por los incendios, hay diferencias importantes según quién informe. Y no ocurre sólo en Misiones, sino también a nivel nacional. De hecho, el ministro de Ambiente, Juan Cabandié, sostuvo que 2021 cerró con la menor cantidad de hectáreas quemadas de los últimos años cuando hay entidades ambientalistas que sostienen lo contrario.
En Misiones, los bomberos socializan sus partes informativos con cálculos que, luego, el Ministerio de Ecología (a través de la Subsecretaría de Ordenamiento Territorial) desmiente con cifras mucho menores. Pasa desde hace tiempo, incluso con diferencias entre Manejo del Fuego de la Nación y la misma repartición.
Con las obvias diferencias, parece el índice de inflación entre lo que se percibe en los supermercados y comercios para hacer rendir los ingresos y lo que el INDEC termina dando por oficial mes a mes de aumentos.
Aunque parezca una cuestión meramente numérica, el dato es importante para focalizar las brigadas contra incendios, la distribución de las herramientas de trabajo, pero más aún para medir el daño que se provocó a la fauna y flora. Especialmente si se trata de reservas o áreas protegidas.
A propósito, hubo discrepancias sobre las quemas en Campo San Juan y Parque Araucarias por mencionar de los más recientes.
Una hectárea incendiada es una lamentable pérdida para los misioneros. Debiera existir una forma de calcular los daños y que la metodología como la medición pueda estar al alcance de todos para actuar en consecuencia.