Después de exactamente seis años y un día de luchas donde murieron cerca de 60 millones de personas, el 2 de septiembre de 1945 llegaba a su fin la Segunda Guerra Mundial.
Tras la detonación de las bombas atómicas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto de ese año, el emperador japonés Hirohito había ordenado deponer las armas y el 2 de septiembre se rindió oficialmente.
La delegación nipona se presentó ante el comandante de las fuerzas aliadas, el general Douglas MacArthur, a bordo del acorazado Missouri, anclado en la bahía de Tokio. Los marineros, alborozados, no se detuvieron en las formas para prodigarle todas las humillaciones que el emperador temía sufrir.
En tanto, el pueblo japonés aún seguía rescatando sobrevivientes en las dos ciudades que la fuerza atómica había borrado del mapa.