
Ubicada en Picada Victoria, en el kilómetro 981, la Escuela 352 tuvo varias dificultades para retomar este año las clases presenciales luego de pasar un año lejos de las aulas y utilizando los cuadernillos para avanzar en los contenidos dentro de lo posible.
Por el momento, mientras lograron resolver en parte la provisión de agua potable, con la última tormenta perdieron gran parte del techo de la institución, que aún sigue sin repararse desde antes del receso de invierno. En un contexto rural, insisten en que la virtualidad es difícil de aplicar y necesitan volver a la escuela antes de que la situación pedagógica sea más grave para estos alumnos de primaria.
Al respecto, el director de la Escuela 352, Cristian Zamudio, explicó a PRIMERA EDICIÓN que “estamos a 9 kilómetros de la cinta asfáltica (de la ruta 14) hablamos de una escuela rural, de segunda categoría. En esta institución, en la pandemia tuvimos un percance con el agua y se consiguió un pozo perforado, pero hasta el día de hoy falta la bomba que está en Posadas, por lo que estamos a un 50% de su funcionamiento hasta ahora“.
“Además, durante la última tormenta que hubo antes de las vacaciones de invierno, voló todo el techo de la escuela. Hace unos días y con el frío que hubo, entró el agua y se inundó la escuela. El problema es que hasta ahora no hubo respuestas desde Educación por la posibilidad de tener reparaciones y además nadie vino siquiera a mirar en ese tiempo lo que sucedió”, continuó.
En materia educativa y para dar los contenidos pautados, señaló que “preocupan los tiempos para volver a las aulas, porque la virtualidad en el caso de mi escuela, que es rural, es algo que no funciona”.
Datos alarmantes
El director comentó que “durante el año pasado en la pandemia, de todos los chicos tuve sólo un contacto con un 20 a 30% de los alumnos de esta escuela. Ahora, con los estudiantes no se logra avanzar porque no sirve la virtualidad en nuestro caso”.
Cristian Zamudio lamentó el hecho de que “tenemos chicos en tercer grado que no saben leer, otros de segundo que, como no se puede repetir, pasaron sin saber reconocer letras y no se puede tener un acompañamiento”.
Por otra parte, aseguró que en general y antes de la pandemia de coronavirus “en una escuela rural hay un atraso porque suelen faltar a clases los chicos por trabajar con sus familias y ayudar en las chacras”.
Durante el regreso a la presencialidad en el sistema bimodal, en el caso de este establecimiento, “al tener pocos alumnos, organizamos para tenerlos uno por cada mesa en los grados que son bastante grandes”. Sin embargo y luego de lo sucedido con la tormenta, “no podemos arrancar las clases presenciales si al menos no se puede techar el baño”, añadió.
En esta situación tan compleja, hasta el momento “ya tuvimos unos cinco chicos que se fueron a otra escuela, porque los padres quieren y necesitan la presencialidad, eso es entendible, pero con esto se baja la matrícula de la institución que estaba hasta hace poco en 74 alumnos”.
Asimismo, el director de la Escuela 352 remarcó que “lo que más molesta es que no vengan desde el Ministerio o el Consejo para ver cómo solucionar esto”.
Zamudio lamentó el hecho de que “quizás este problema sea un grano de arena en el mundo educativo, pero esto es para todos los chicos que no pueden tener clases y se atrasan en su aprendizaje”.
En la virtualidad
Durante el año pasado, Cristian Zamudio recordó que “probamos de todo. La virtualidad con el teléfono no funcionó porque la mayoría no tiene recepción de WhatsApp. Lo mismo sucedió con los cuadernillos porque las actividades necesitaban de una explicación y los alumnos completaron como pudieron, aunque la mayoría no pudo hacerlo”.
Con los cuadernillos que se usaron al no tener conectividad, “tuvimos que llevar a un kiosko para que lo retiren, algunos lo hacían, otros no. Después probamos con un cuadernillo impreso donde cada docente sacó de su bolsillo para preparar algo acorde a nuestra situación, principalmente para primero, segundo y tercer grado. Con este último tuvimos un poco de efectividad”, añadió.
Para no perder a los alumnos durante la pandemia y poder enseñar los espacios curriculares, Zamudio indicó que “las maestras organizaban qué cosas se necesitaban explicar y me iba a la escuela a esperar a los chicos para asistirlos. Así que vivimos un proceso lento que no funcionó en el caso de nuestra escuela“.
Sin respuestas
Respecto a los arreglos necesarios en la Escuela 352, contó que “presenté una nota en Posadas al Consejo y al Ministerio de Educación comunicando la voladura del techo en la parte de la galería, dos grados y la parte del baño. Anteriormente para los sanitarios, con la llegada de un fondo, se hicieron los arreglos y todo quedó hermoso”.
Cristian Zamudio aseguró que “en el Ministerio me dijeron que el arreglo de la escuela tiene que pasar por una licitación y toda una burocracia. Con suerte, esto podría solucionarse en 10 a 12 meses y sino sería en un promedio de 18 a 24 meses“.
“Le expliqué al encargado de Infraestructura la historia de la escuela y que necesitábamos soluciones rápidas, pero regresé a San Vicente sin nada”, lamentó.
Luego de este reclamo formal y ante la falta de respuestas favorables, compartió que “hablé con el intendente, Fabián Rodríguez, fueron con la arquitecta de Municipio para mirar cómo solucionar y se envió una nota al Gobierno para ver la forma de que se libere fondos, porque tampoco pueden hacer mucho. Desde la Municipalidad nos donaron siete chapas de siete metros para cubrir los baños“.
“La próxima semana, con estos parches, arrancaríamos las clases con los chicos en presencialidad utilizando los únicos grados donde no filtra agua. Además, tuve que pagar de mi bolsillo cuatro mil pesos de flete para llevar las chapas. Desde la comunidad, los padres en la cooperadora dijeron para organizar y techar entre todos si es necesario”.