La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló su informe anual sobre drogas, que arroja algunos datos preocupantes en torno al consumo de sustancias y a la adaptación del narcotráfico frente a los inconvenientes planteados por la pandemia.
Este año, la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) centró su campaña bajo el lema “Hablemos de drogas, la información salva vidas”, con la misión de lograr que el conocimiento claro sobre los efectos del uso abusivo de sustancias ayude a erradicar la dependencia a ellas.
“Las drogas cuestan vidas. En una época en la que la velocidad de la información supera a menudo la velocidad de la verificación, la pandemia del COVID-19 nos enseñó que es crucial cortar el ruido y centrarse en los hechos, una lección que debemos tener en cuenta para proteger a las sociedades del impacto de las drogas”, indicó la directora ejecutiva de la UNODC, Ghada Waly.
Pero el difícil camino hacia un “mundo sin drogas” -tal como lo plantea la UNODC- asoma largo y complejo, si tomamos en cuenta las conclusiones del último reporte del organismo. Repasamos los aspectos más destacados.
Más consumidores
De acuerdo al informe, unas 275 millones de personas consumieron drogas en 2020 a nivel global, lo que representa un incremento del 22% en relación con 2010.
En parte, el organismo explica que la subida se debe al crecimiento de la población mundial, aunque también responde al acceso a una mayor variedad de sustancias y a la creciente percepción entre los jóvenes de que algunas de ellas, como el cannabis, no son peligrosas.
Mientras la potencia del THC, el principio activo del cannabis, se ha incrementado y su presencia se cuadruplicado en Estados Unidos en las últimas dos décadas, el porcentaje de adolescentes que lo perciben como dañino disminuyó hasta un 40%.
El cannabis es la droga más popular, con alrededor de 200 millones de consumidores en el mundo.
A esto se suma el desafío que supone el incremento del consumo en los países en desarrollo, impulsado por la irrupción de nuevas sustancias sintéticas más baratas, la expansión del uso de opioides en África (principalmente el tramadol) y el aumento de la potencia de algunas drogas, que aumentan su impacto nocivo a la vez que reducen su coste.
Según la UNODC, entre 2015 y 2019, en Centro y Sudamérica se multiplicaron por cinco las incautaciones de nuevas sustancias psicoactivas sintéticas, cifras que también crecieron en África, en el sur y suroeste de Asia y en el Cercano y Medio Oriente.
Más muertes
Por otra parte, el reporte estima que cerca de medio millón de personas murieron en 2019 por causas directamente relacionadas con el consumo de drogas. El número no cambia mucho en relación con 2018, pero significa el doble que hace una década. El incremento de la mortalidad apunta a que el consumo se ha vuelto “más dañino”.
Entre las causas de estos fallecimientos pican en punta los opioides como la heroína, que provocan muertes por sobredosis o por enfermedades como el VIH o la hepatitis C.
Estados Unidos registró casi 50.000 muertes por sobredosis de opioides en 2019, más del doble que en 2010, mientras que en toda la Unión Europea los fallecimientos de ese tipo se situaron en 8.300 en 2018, a pesar de que la población del bloque es mayor.
En América y en Europa
En su reporte, la UNODC advierte que la producción de cocaína se duplicó entre 2014 y 2019, hasta llegar a un récord de 1.784 toneladas. La presencia de esta droga se multiplicó, con un producto de mayor calidad y más barato, lo que amenaza con recrudecer el daño que produce.
Uno de los motivos que apunta la ONU para explicar este escenario es la competencia entre nuevas bandas criminales que están interviniendo en el tráfico de cocaína entre Sudamérica y Europa -la segunda mayor ruta del mundo de esa sustancia-. Esta circulación es controlada por organizaciones italianas, que se alían con grupos en España y Colombia. Pero a su vez han florecido asociaciones de los Balcanes, que están suprimiendo intermediarios para abastecer cocaína de manera directa desde las zonas de producción andina.
En cuanto a la producción de otros estupefacientes, la UNODC puso la lupa en el desarrollo de metanfetaminas. Afganistán -que produce el 85% del opio mundial- se ha posicionado como un gran exportador de estimulantes sintéticos.
Por su parte, en zonas de México, el crimen organizado fortaleció la producción de metanfetaminas.
Fuente: Medios Digitales