Cada siglo tiene su propio concepto de lo que simboliza la belleza. Aquello que todavía ayer se consideraba hermoso y atractivo, hoy parece extraño y loco. Las rubias reemplazan a las morenas, las rellenitas son sustituidas por las flacas, las mujeres de piel oscura, a las de piel blanca. Pero una cosa siempre permanece sin cambios: el ideal imaginario de la belleza, al que las personas de la sociedad del momento tienden a aproximarse.
En Genial.guru escribieron cómo ha cambiado el concepto de belleza por el paso de diferentes épocas:
En el centro de la cultura antigua se encontraba el cuerpo humano, que encarnaba la naturaleza y la libertad. Los antiguos griegos no solo no se avergonzaban de su propio cuerpo, sino que también lo perfeccionaban en todos los sentidos recurriendo al maquillaje, las vestimentas y la actividad física. Después de todo, se consideraba que una persona exteriormente bella tenía una mente maravillosa.
Una belleza antigua tenía que ostentar una piel clara, cabello rojo, labios gruesos y anchas caderas. El maquillaje se consideraba una parte integral de la vida cotidiana de las damas de la nobleza. Los cosméticos se importaban de China, la Galia o se pedían por encargo. Las mujeres adineradas, incluso poseían esclavas especialmente entrenadas que maquillaban a su ama y arreglaban su maquillaje durante el día.
La piel blanca pura era un atributo importante de la belleza antigua, aunque las mujeres griegas y romanas poseían, por naturaleza, una piel morena. Para hacerla más blanca, utilizaban el aceite de oliva, recurrían al peeling y tomaban baños de leche. Para combatir las pecas y las arrugas, las mujeres se aplicaban mascarillas a base de grasa de cisne, miel o vinagre. Estas olían muy fuerte, lo que provocaba descontento entre los hombres.
Las mejillas rosadas se consideraban atractivas, mientras que las pestañas largas eran una señal de pureza. Tener vello en el cuerpo se consideraba inaceptable para una mujer romana. Lo depilaban, lo eliminaban con resina y lo raspaban con piedra pómez. Curiosamente, entre las mujeres griegas, era popular la así llamada uniceja: cejas gruesas y oscuras unidas en el puente de la nariz.
Así que las habitantes de la antigua Grecia, no solo no se depilaban las cejas, sino que también las teñían, y si esto no resultaba suficiente, incluso pegaban unas artificiales.