Hoy nos convoca un nuevo aniversario de aquel 25 de mayo de 1810, que marcaron los primeros pasos de la gesta de nuestra patria. Celebrar este acontecimiento tan importante de nuestro país, es una gran oportunidad para nutrirnos de esa fuerza que impulsaron a nuestros próceres y poder así superar tantas adversidades que como nación estamos atravesando, en medio de esta pandemia que padece el mundo.
Es que en este contexto de tantas turbulencias que vivimos en el mundo y en nuestra patria, la celebración de lo que significó el inicio del proceso de surgimiento del Estado nacional, nos compromete a seguir trabajando en pos de una verdadera libertad para todos los ciudadanos de esta querida tierra. Es una magnífica ocasión para fortalecer el sentido patriótico, de los valores que nos consolida como Nación.
Celebrar nuestra fiesta patria, es unirnos para seguir luchado por una nación cada vez más libre e independiente. Hoy más que nunca, aunque no estamos bajo el dominio de un país colonizador, vivimos colonizados por una serie de situaciones que nos quita la verdadera libertad. Son tantas las esclavitudes de las que debemos liberarnos como nación, para así poder dar un nuevo grito de “libertad”.
Es que nuestra libertad, sólo se irá consolidando si nos animamos a enfrentar los desafíos que se resuelven con la comunión y el esfuerzo colectivo. Creo que el espíritu de lucha, decisión, trabajo mancomunado que caracterizaron a los próceres de nuestra nación, debe animarnos a seguir dando lo mejor, para transformar nuestra nación con el trabajo y el esfuerzo sincero de cada uno de sus habitantes, lo que nos conducirá a una verdadera libertad.
La Nación es un bien heredado de nuestros antepasados, pero tenemos el deber de seguir construyéndola. Es nuestra oportunidad apostar a la construcción de una nación que tenga en alto el bien común, desde los valores de la libertad, la verdad y la justicia. El papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio), nos invita superar las diferencias desde la comunión, construyendo una verdadera amistad social desde el diálogo sincero y respeto por la dignidad del otro. Es un llamado para “engendrar nueva vida” y asumir la responsabilidad de llevar adelante el proceso de la construcción de una verdadera patria libre.
Aun después de más de 200 años del ejercicio de la libertad, necesitamos mantener vivo el sueño y la esperanza de una nación libre e independiente que se ve actualmente golpeada por la pandemia, la crisis económica, la desocupación y la pobreza. Como vemos son muchos los desafíos, pero ellos no deben hacernos perder la esperanza de seguir construyendo los destinos de nuestra querida patria. Así como nuestro terruño nació gracias a una revolución y el compromiso de aquellos próceres que confiaron en su capacidad de conducir su destino enfrentando los desafíos, es bueno que también nosotros recuperemos la confianza en el gran potencial que tenemos como personas, pueblo y nación.
El verdadero sentimiento patriótico hoy más que nunca nos llama a comprometernos y seguir luchando, esforzándonos para lograr el desarrollo de nuestra patria con honestidad… para seguir construyendo un país cada vez más democrático, libre y justo. Nos debe impulsar a contagiar esperanza y fortaleza a nuestros niños y jóvenes que son el presente y futuro de nuestra patria. Que la fe y la confianza en Dios, nos haga vivir una verdadera fraternidad y hermandad.
Y que nuestra Señora de Luján, interceda por nuestro pueblo para que honremos juntos la libertad de esta querida Argentina, con nuestro compromiso de hacerla cada día más grande.