María de la Cruz Morínigo nació el 3 de mayo de 1931 -celebración de la Cruz de los Milagros, de allí proviene su nombre- en General Bernardino Caballero, en proximidades de la capital paraguaya. Al nacer, su mamá la ofreció a la Virgen de Caacupé, en cuya iglesia fue bautizada y confirmada por los sacerdotes Juan Chávez y Abel Frutos. Cuando tenía 17 años, se radicó en la ciudad de Posadas, junto a su madre y a sus hermanos. Para sobrevivir, vendían rapadura con y sin maní, que elaboraban en el hogar. De esta manera, recorriendo los barrios humildes descubrió que había chicos sin comer, sin hogar, ni estudios, totalmente abandonados, situación que despertó en María, su amor por la caridad.
Se consagró a la Virgen María con el manto azul y sintió entonces la necesidad de acercar a esos niños que veía en los barrios, a su casa de la calle Trincheras de San José 473, y fue allí que comenzó su tarea de buscar colaboraciones y donaciones, para entregárselas a esas familias humildes, además de impartir la catequesis (la doctrina, como ella decía), que era el vínculo de unión y de congregación en su domicilio.
A raíz de eso, fundó el Club Palomas del Espíritu Santo. Lo concretó el 17 de agosto de 1948, en honor a San Martín, el Padre de la Patria que la cobijó. Obtuvo la Personería Jurídica en 1960.
Monseñor Jorge Kemerer le facultó a dictar catequesis, ante el pedido de niños y padres de la comunidad del Espíritu Santo, ya que por nota le habían prohibido dar clases y sus niños debían rendir exámenes con algún sacerdote para tomar su primera comunión o confirmarse. Esto quedó oficialmente subsanado con la certificación que le extendiera el obispo de Posadas, Carmelo Juan Giaquinta, en mayo de 1989, otorgándole el título de Catequista Oficial del Obispado de Posadas.
Directora técnica y delegada
A fin de acercar a los niños y a los jóvenes de todas las edades al Club, organizó los equipos de fútbol: Ángeles de cara limpia, Picaflor, Cerro Porteño, Piedra Brillante, Real de Madrid, y el más conocido, Palomas del Espíritu Santo, que se consagró campeón provincial y nacional en los juegos Evita, y Hombre Nuevo, en el año 1975. Por estos equipos pasaron grandes jugadores que luego se destacarían como profesionales. Entre ellos, María Yegros, “Pocho” Briñocoli, “Polaco” Krausemann, Víctor Hugo Martínez, los hermanos Osorio, los hermanos Vázquez, Héctor Motta, “Polaco” Cabañas, y Sosa.
Estos equipos participaban de los campeonatos de la Liga Posadeña de Baby Futbol y en todos los torneos que se desarrollaban en las iglesias y capillas, donde María Morínigo hacía las veces de Directora Técnica y Delegada.
Las vestimentas completas (camisetas, pantalones, medias y zapatillas) eran proporcionadas por María, que las adquiría o recibía en calidad de donación.
Consideraba que la práctica del fútbol era la mejor manera de acercar a los niños a la iglesia, ya que aquel que no concurría a misa, directamente no ingresaba al campo de juego.
En el Club se festejaban los 15 años de las niñas, con vestido blanco, con tortas y baile, amenizado con las mejores orquestas del medio. Esta mujer cooperó para que las parejas se casaran, propiciando ceremonias múltiples, en la iglesia Inmaculada Concepción, de Villa Urquiza. También las instaba a bautizar a sus hijos, regularizando su documentación en el Registro de las Personas.
Hay quienes recuerdan que las mejores fiestas se realizaban en ocasión del aniversario del Club, todos los 17 de agosto. Se iniciaba con el rosario de la aurora, música paraguaya y argentina y las banderas, argentina, paraguaya y papal.
Los 6 de enero, era tradicional observar la caravana de los Reyes Magos, por las calles de Posadas, con el acompañamiento de los redoblantes de la Banda de la Policía de Misiones y la policía caminera, que custodiaba a los Reyes de María que repartían juguetes, frutas y mercaderías tanto en el Hospital Madariaga como en el asilo “Agustín Liarte” y en el Sanatorio Baliña, de Posadas. Y también se cruzaban hasta Encarnación, Paraguay. Porque sus “palomas blancas” llegaban con oraciones, cantos, frutas, a los todos los hospitales, cárceles, asilos de ancianos. La procesión a Fátima y al Baliña era una tradición del Club.
Peregrinó también con su gente a la basílica de nuestra Señora de Itatí, a Luján, a la ermita de la Virgen de Fátima, a la Virgen del Milagro, de Salta; a Nuestra Señora del Carmen, en Mendoza; a Nuestra Señora de las Mercedes, en Tucumán; a Nuestra Señora del Valle de Catamarca; al Santuario de Caá-Cupé, en Paraguay, y también estuvo presente con grandes carteles que la identificaban en las visitas papales a Encarnación (Paraguay), Corrientes y Buenos Aires (Argentina).
Antes de su muerte, donó el inmueble de su propiedad al Obispado de Posadas, a fin que fuera destinado a un seminario diocesano. Y otro a la residencia, Santo Cura de Ars.
El Concejo Deliberante de Posadas declaró, en 1992, a María de la Cruz Morínigo, como Ciudadana Ilustre de Posadas. Por ordenanza municipal designó con su nombre a la prolongación de la avenida Trincheras de San José, sitio donde vivía con su madre y hermano, en 1993.
El premio Río Paraná le fue otorgado, en 1992, por el Rotary Club Posadas Norte. En el Ministerio de Bienestar Social de Misiones y por decisión de la entonces titular, Emilia Itatí Juañuk, se instituyó su nombre a una Sala, el 13 de octubre de 1997.
La ex Fiscal de Estado y colaboradora permanente -era su secretaria de notas, gestiones y asesoramiento-, Nelly Maidana de Rocabert Mosqueda, publicó un libro sobre la vida y acción de María De la Cruz Morínigo y sus Palomas del Espíritu Santo, en su camino hacia Dios, en el 2004.
También preparó y elaboró los 15 tomos y cuatro álbumes con testimonios originales, fotografías, documentaciones, manuscritos, y reconocimientos a María Morínigo y al Club Palomas del Espíritu Santo, a fin de ser presentados en una rogatoria del pueblo de Posadas al obispo Rubén Martínez, para que abra el proceso de su canonización y posterior santificación, elevándose con su aprobación toda esa documentación al Vaticano. Toda esta documentación obra aún en el Obispado de Posadas.
Sólo agradecimientos
Sacerdotes y obispos visitaron en vida, oficiando misas y compartiendo las fiestas, la Casa de María Morínigo en la Trincheras de San José 473, de Posadas, sede del Club Palomas del Espíritu Santo.
Se destaca la presencia de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, del padre Ricardo Vetter, Casimiro Rutkowski, Nicasio Zabalequi, Eduardo Soldyga y la misa oficiada por monseñor Alfonso Delgado, en ocasión de las Bodas de Oro del Club, el 17 de agosto de 1998. Para concretar esa celebración, se cerró la calle Trincheras de San José, frente a la casita verde, ya después del fallecimiento de María, acaecido el 21 de junio de 1993, a los 62 años. Sucedió luego de una recaída de su ya agravada salud. Presentaba un asma crónica, al regreso de su viaje a Resistencia, en pleno invierno, cuando acompañó a la capital chaqueña al obispo Giaquinta, que asumía al frente de esa Diócesis.
Fueron innumerables las demostraciones de dolor en el transcurso de su velatorio, realizado en la casa de la Trincheras de San José. Miles de palomas, niños, jóvenes y ancianos, que recibieron de sus manos la ayuda desinteresada, acompañaron los restos a la Iglesia Inmaculada Concepción de Villa Urquiza, donde se ofició una misa de cuerpo presente. Luego, en multitudinaria caravana, sus restos, los de su mamá y hermanos -tal era su deseo escrito- fueron sepultados en el cementerio de su ciudad natal. Allí también los recibieron con todos sus honores, tanto en la Junta de Gobierno de Bernardino Caballero como en caravana a su destino final, donde la Municipalidad destinó un lote especial, para erigir su mausoleo.
El legado
Aún hoy, sus hijos, los hijos del alma, miles de niños de Posadas, Santa Ana, San Ignacio, Itacaruaré, San Javier, Loreto, Encarnación, siguen llorando su muerte, y la recuerdan con misas, homenajes, ayuda a hogares de niños, realizando la caravana de los Reyes Magos, visitando su tumba en Paraguay. Como una manera de mantener su legado, realizan fiestas en el Día del Niño, los 17 de Agosto, los 8 de Diciembre, con globos, refrigerios, peloteros, dulces y regalitos, en el Barrio Yacyretá (Chacra 92) de Posadas, donde habitan los relocalizados de los viejos barrios San Cayetano,Villa Coz, El Chaquito, Villa Blosset, y los de su amado Villa Urquiza, por donde María Morínigo caminaba incansablemente, llevando su ayuda y caridad.
Los devotos de San Expedito también acercan su colaboración año tras año desde Buenos Aires. Lo hacen bajo la coordinación de su ahijado, Cecildo Ángel Ayala, recordando así la “monumental” obra de María de la Cruz Morínigo y su Club Palomas del Espíritu Santo. Roberto Acosta, quien se desempeña como vicepresidente Club Palomas del Espíritu Santo “Hijos de María de la Cruz Morínigo” confió que comenzó a participar de las actividades porque vivía a unas pocas cuadras de la casa “verde” de María. Era como un ritual que los niños se juntarán a tomar la leche, a compartir alimentos, a asistir a la catequesis, y a concurrir a misa “para que pudiéramos jugar al fútbol. Esa era la condición, por más bueno que fueras”, señaló.
Actualmente son nueve los integrantes de la comisión que pretende seguir su legado “pero no podemos hacer todas las cosas que ella sola hacía”, admitió.
Al recordar a la mentora de esta magnífica obra, contó que “juntaba miles de cosas que le donaban los comerciantes, los panaderos, las personas comunes, que hacían sus promesas. Pero “siempre repartía lo que le donaban. Esto -por la mercadería- no puedo ocuparlo porque no me donan para mí, sino para los más necesitados, repetía siempre.
Tenía un hermano que trabaja en la fábrica terciados Heller -en inmediaciones de lo que es hoy el puente internacional- y se alimentaba de lo que él ponía a la mesa pero nunca ocupó lo que traían como donación”.
Manifestó que a un costado de la iglesia “Espíritu Santo”, en el barrio El Palomar, María tiene su museo, que fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural de Posadas. Allí se exhiben las imágenes de los santos a los que veneraba, sus trofeos, sus fotos de 45 años de trabajo social, ropas, calzados, la olla negra en la que hacía el reviro para los niños, la capelina blanca que usaba en los eventos más importantes, entre otras reliquias. Es que al venderse su casita, “conseguimos un espacio en España y Barrufaldi, donde funcionaba la vieja Escuela Taller Espíritu Santo. Como no se dispone de una persona que lo atienda de manera permanente, los interesados en conocer el museo deberán comunicarse telefónicamente con los miembros de la comisión: (376) 4678725, (376) 4838021 o (376) 4438635, y serán atendidos con gusto”, agregó.
Acosta recordó a María “siempre sufriendo debido al asma, caminaba y se agitaba. Su salud se complicó mientras regresaba desde Resistencia, adonde la acompañamos en un colectivo. Hacía frío y lloviznaba. A la altura de la localidad correntina de Itá Ibaté, se descompensó y a pesar de haber recibido la debida asistencia en el hospital de Posadas, falleció dos días después”.
Su mamá y su hermano estaban sepultados en el cementerio La Piedad pero ella dejó por escrito que cuando muriera, debían trasladarlos a su terruño natal. “Es que ella no quería que a su tumba vayan a rezar y a pedir milagros, decía que la gente le debía rezar a la Virgen”.
Lo llamativo era que en el pueblo en el que nació, prácticamente no sabían sobre su vida. Es lo que comprobaron los miembros del club en una ocasión que viajaron a visitar su tumba. “Se enteraron de la obra que hizo en la Argentina a través de nosotros, sus hijos, que nos ocupamos de brindar charlas en diversas instituciones del medio”, sostuvo Acosta.