“Partió de Mendoza en tren, en un viaje que se extendió por varios días. Al llegar a la capital misionera, tomó un colectivo que la llevó por la ruta 12 y luego por la ruta 7, hasta llegar a destino. Por aquellos años las rutas eran de tierra. Encontrarse con un paisaje tan selvático, tierra roja y una enorme diversidad de animales fue, para mi mamá, el primer gran impacto en ese viaje” .
Con estas sentidas palabras, la escritora Jenny Wasiuk recordó a su madre, una docente que se brindó a su profesión y a sus alumnos, hasta poco antes del último suspiro. A 25 años de ausencia, quienes la tuvieron frente al aula, la evocaron con cariño en las redes sociales, y su descendencia quiso compartir las enseñanzas y vivencias de Yolanda del Rosario Romano, con los lectores.
Había nacido en La Consulta, Mendoza, el 3 de febrero de 1932. Era hija de inmigrantes italianos, José Romano e Ida Amelia Spinelli. Su padre falleció de peritonitis cuando ella tenía apenas seis años y a partir de ese momento debieron afrontar, junto a su madre y hermanos, un varón -el mayor- y seis mujeres, las tareas rurales de la finca que poseía la familia. Alternaban el trabajo en el campo con la concurrencia a la escuela, que se encontraba a seis kilómetros de su hogar.
Desde niña soñaba con ser maestra, pero los recursos y las distancias no eran favorables para cumplir su anhelo. Cursó hasta quinto grado, que por entonces era el último año de escolaridad primaria, y comenzó a trabajar en lo que hubiera. Ya sea el envasado de frutas en temporada, o la cosecha de uvas en la finca familiar.
Al cumplir los 18, decidió continuar con sus estudios. Se lo había propuesto: cueste lo que cueste. Así fue que se trasladó al Colegio Adventista del Plata, ubicado en la localidad de Puíggari, Entre Ríos. Trabajaba un año y estudiaba el siguiente. Con 19 años tuvo que cursar sexto grado, que justo se había agregado a la currícula primaria. Continuó con esa metodología hasta recibirse de Maestra Normal Nacional a los 28 años.
Regresó a su Mendoza natal con el flamante título y trabajó en el Colegio Particular Domingo F. Sarmiento, durante todo el año 1961. Finalizadas las tareas, fue trasladada a la provincia de Misiones, donde ejerció como directora y tuvo a cargo dos grados durante 1962 y 1963 en la escuela “Adscripta Joaquín V. González” en la localidad de Bello Horizonte (sobre ruta provincial N° 7, entre Jardín América y Aristóbulo del Valle). Se casó en diciembre de 1962 con el inmigrante polaco, Benjamín Wasiuk, radicándose ambos en esa localidad por un año más.
Y vaya si fueron experiencias…
En Bello Horizonte vivió grandes experiencias, como encontrar huellas de yaguareté en el patio de la vivienda por las mañanas, ver serpientes de todo tipo paseándose por los patios de las casas, la gran cantidad de aves cantando en los amaneceres o atardeceres. Se fue enamorando poco a poco del destino que le tocó en suerte, imágenes que más adelante plasmó en una infinidad de cuadros y de poesías. Su memoria para retener largos poemas y recitarlos en actos, reuniones con amigos o cuando la ocasión se diera, fue otro de los dones que tanto la han destacado entre sus allegados.
En diciembre de 1963 le comunicaron el traslado a la localidad de Campo Grande, con la finalidad de crear una escuela adventista.
Y así dio inicio el Instituto Adventista “Constancio C. Vigil” en el año 1964, al que los vecinos decidieron en llamar “La Escuelita Particular”.
Tuvo que recorrer casa por casa haciendo un relevamiento de posibles alumnos, logrando inscribir a 101 niños que cursarían desde Primero Inferior a Quinto grado. Fue directora y maestra de grado, contando más adelante con la colaboración de Alba Emilce Romero.
También hubo que conseguir un local adecuado, que le fue cedido por la familia Espíndola y se encontraba ubicado sobre la avenida principal (ruta provincial N° 8) y la calle Pioneros. Se trataba de un gran salón que fue dividido en dos por un tabique de madera y desde la puerta que dividía ambos salones. Es que Yolanda intercambiaba el dictado de clases a los dos grupos de alumnos.
El ciclo lectivo comenzó el 9 de marzo de 1964, contando con 39 alumnos en Primero Inferior; 18 alumnos en Primero Superior; 17 alumnos en Segundo; 10 alumnos en Tercero; 9 alumnos en Cuarto y 7 alumnos en Quinto grado.
A partir del inicio de ese año lectivo, esta inquieta docente comenzó a gestionar la cesión de un predio destinado a la construcción de la futura escuela, consiguiéndolo a tres cuadras de donde se ubicaba en ese momento (Pioneros y Rivadavia). La comisión de padres fabricó ladrillos y con ellos se dio inicio a la edificación de la soñada escuela. Como no contaban con recursos, los ladrillos fueron adheridos con barro y posteriormente, gracias a la gestión de donaciones varias, se compró cemento y arena para revocar las paredes.
Párrafo aparte merece el aporte de este matrimonio Romano-Wasiuk, quien donó el corte de casa que les regalara su suegro, Makario Wasiuk, para construir los bancos y pupitres, como así también las aberturas y cabreadas de la futura escuela.
En marzo de 1965 Yolanda esperaba la llegada de su primer hijo. La localidad no contaba con médicos, por lo que al comenzar con el trabajo de parto fue llevada a Aristóbulo del Valle para que la atendiera el Dr. Juan Yaluk. Las horas pasaban y el parto comenzó a complicarse, por lo que el experto médico rural, con la ayuda de un dentista amigo, le practicaron una cesárea de urgencia tan sólo con anestesia local. La niña nació sana y la llamaron Jenny, la familia retornó a Campo Grande a sólo 24 horas después del parto y una semana más tarde la flamante madre se encontraba dictando clases nuevamente. Gran decepción tuvieron al momento de inscribir a su hija: el nombre que le habían puesto no estaba aceptado por las leyes registrales, por lo que tuvieron que improvisar y la llamaron Sonia Beatriz, aunque para todos siguió siendo Jenny.
Su segundo hijo, Samuel Benjamín, nació en enero de 1969 y esta vez, previniendo cualquier problema, se trasladaron a Posadas para esperar su llegada.
Casi finalizaba el año1969 cuando por fin la escuelita estuvo terminada. Contaba con tres aulas y una dirección. Con enorme alegría se llevó a cabo el traslado a las nuevas instalaciones en el mes de octubre, pero no duró mucho esa felicidad. El miércoles 19 de noviembre, a las 11:55 de la mañana, un tornado de proporciones nunca vistas levantó por completo el techo de la escuela, el que cayó prácticamente sin desarmarse en un predio cercano. Por suerte se pudieron rescatar la mayoría de las chapas y se volvió a techar la escuela en cuestión de días.
Con el correr de los años, Yolanda renunció a la dirección del Instituto, siendo sucedida por sus colegas María Gnass de Espíndola, Delcira Alsina, Daniel David Osorio, Julio Celestino Rodríguez, Norberto Zaragoza, Cristina Soria, Emilio Antonio Benítez, Abel Sánchez, Marta Sand de Buchamer, entre otros.
En 1979 la familia Wasiuk se trasladó a la localidad de Jardín América, donde Yolanda dictó clases en varias escuelas hasta lograr la tan ansiada jubilación en el año 1991. Su salud venía deteriorándose debido a la artritis reumatoidea que padecía, falleciendo el 20 de septiembre de 1996.
Desde su llegada a Misiones, en el año 1962, sólo pudo volver a visitar a su familia mendocina en una oportunidad, en el año 1968. En aquellos tiempos las distancias y los costos hacían muy difícil viajar, y ella esperaba ansiosa la jubilación para poder volver a recorrer los viñedos, las acequias y los lugares que tanto amó. No pudo concretar su sueño, pues esa jubilación la encontró enferma e imposibilitada para efectuar un viaje tan largo.
En uno de los tantos escritos, Wasiuk recordó que “como no contaban con recursos, todo fue hecho a pulmón. Los ladrillos se pegaron con barro y recién cuando las paredes estuvieron terminadas, consiguieron donaciones de cemento y las revocaron. A pocas semanas de terminada la escuela, vino un tornado que voló el techo completo y vuelta a empezar. Nada los desanimó. Todo fue hecho entre todos. A puro pulmón”.
Añadió que los años pasaron, como pasaron muchos maestros por esa escuela. “Nosotros nos mudamos de la localidad en 1979 y todo ese esfuerzo fue cayendo en el olvido a medida que sus autores fueron partiendo de Campo Grande o de este mundo. Y como todo avanza, se moderniza, muta para mejorar, la vieja escuelita quedó en el olvido y hoy funciona en un moderno local, con más aulas, más comodidades”, agregó.
Hace unas semanas la autora del texto estuvo visitando a la escuelita en la que cursó de primero a séptimo grado y “el corazón se me partió en dos al verla en ese estado. Recorrí cada aula y me reencontré con mis duendes niños en cada rincón. Los abracé fuerte y juntos saludamos a mi madre, gestora del puntapié inicial de todo lo que hoy se encuentra abandonado”.
Celosamente guardados
En un acto de desprendimiento, Jenny donó a los directivos de la escuela, a fin que formen parte de su historia, las fotografías originales que tenía en su poder, y el cuaderno donde su madre efectuaba las anotaciones y guardaba celosamente la lista de los primeros alumnos inscriptos por Yolanda. Aquí el listado de los primeros alumnos, año 1964:
Primero Inferior
Juan Báez, María Báez, Naida Beltrán, María Brizuela, Pedro Brizuela, Dora Bueno, Rosa Cáceres, Adelina Cardozo, Osvaldo Da Silva, Daniel Damián, Víctor Espíndola, Alejandro Gauto, Elsa Gauto, Benjamín Gómez, Adela González, Manuel Herculano, Adelina Kleñuk, Miguel Kleñuk, Carmen Kraieski, Lucía Kurday, Eladio Masoneves, Susana Masoneves, Luis Melo, Elsa Moreira, Víctor Morínigo, Marcelina Nuñez, Ana Oliveira, Carmen Olivera, Mario Paredes, Abilio Pereyra, Clementino Pereyra, Ermindo Pereyra, Jorge Pires, Alfonso Viera, Sara Viera, Carlos Witkowski, Enrique Witkowski, Basilio Yeza, y Marcial Yeza.
Primero Superior
Félix Báez, Carlos Bueno, Ramón Cáceres, Luisa Cardozo, Héctor Delgado, Oscar Delgado, Mario Espíndola, Juan Gabriel, Belisario Gómez, Florentina Gómez, Oscar Gross, Magdalena Kleñuk, Roberto Kleñuk, Iris Kurday, Rosa Moreira, Margarita Olivera, Aldo Padilla, y Juan Vera.
Segundo
Fermín Báez, Fermín Blanco, Rosa Brizuela, Eduardo Cáceres, Ema Gauto, José Gauto, Adolfo Haorster, René Hirchsfflt, Eduarda Morínigo, Rosa Morínigo, Rodolfo Nizuida, Juan Olivera, Silvia Olivera, Carlos Pires, Elvira Pires, Vicente Sánchez, y Miguel Steinhorst.
Tercero
Norma Alegre, Ivonne Arenhardt, Eustasia Arzamendia, Leonida Arzamendia, Isabel Belo, Vicente Cardozo, Oscar González, Jorge Kraieski, Miguel Pires, y Pablo Stakiewich.
Cuarto
Angélica Bueno, Juan Cáceres, Víctor Da Luz, Hilda Delgado, Delia Espíndola, Ermelinda Espíndola, Edith Masoneves, Irma Steinhorst, y José Yeza.
Quinto
Isolina Belo, Rolando Bueno, Elda Espíndola, Marcelino Espíndola, Roberto García, Mabel Gross, y Juana Yeza.