Una jornada a pleno sol, con 16,5 grados de temperatura mínima a las 5.23 y 26 grados al mediodía, contribuyeron para que la gente se decida a degustar este plato que lleva varias horas de elaboración.
Por las restricciones impuestas por la pandemia fueron pocos los que pudieron realizar el locro el año pasado, solamente estaban autorizadas las rotiserías o restaurantes, bajo estricto protocolo o bien mediante envíos de delivery.
Es por ello que en esta ocasión, volvieron las ollas al costado de las avenidas, de familias que elaboran locro para la venta, en muchos casos, con fines solidarios. Algo similar ocurrió en parroquias y clubes, donde desde muy temprano hubo intensa actividad de quienes tenían la responsabilidad de “encaminar” el menú.
En el local gastronómico ubicado en la intersección de las avenidas Tambor de Tacuarí y Santa Catalina (La Pérgola), se prepararon 1.000 litros de locro, distribuidos en diez ollas para una mejor cocción. Los encargados del local comentaron que el mayor porcentaje de las porciones ya habían sido reservadas con anticipación durante la semana.
Si bien “no hizo el frío ideal para consumir un locro, acompañó el día, estuvo fresquito temprano y eso animó a la gente a venir a comprar”, coincidieron los vendedores.