Nunca lo sabemos creo que sólo se trata de descubrirlo. Cuando vivimos todo puede pasar y nada podemos manejar, controlar, a eso me refiero.
Entonces cuando digo. Y ¿ahora qué? Lo sano sería aceptar la incertidumbre. No sabemos cómo sigue, cada día se va desplegando como el primero ante nosotros.
Nadie nos explicó cómo va a ser. No nos dan un manual de instrucciones.
Dicen que al nacer, los recuerdos de otras vidas se desvanecen para que podamos vivir día a día como el único y así poder volver a descubrirlo una y otra vez.
De dónde venimos al nacer y hacia dónde vamos al morir no lo sabemos.
De dónde viene nuestra conciencia al despertar y hacia dónde va nuestra conciencia al dormir. Tampoco lo sabemos.
Creo que en cada amanecer se renueva el ciclo para así tener la posibilidad de comprenderlo. Llegar a descubrirlo es el juego de la vida. Y si podemos con eso cada día, y si podemos con ese misterio que nos otorga la vida y podemos confiar nos vamos cada día rezando y volvemos agradeciendo, quizás podamos situarnos en el presente, como lo único válido. Momento único e irrepetible.
Seguramente hemos leído acerca de estos procesos, pero sin lugar a dudas el nuestro va a ser el único, ajustado a nuestra medida y aprendizaje.
Entonces rendirse a vivir cada momento como el único, aceptar lo que nos toca como aprendizaje, hacer experiencia y seguir hacia adelante siempre con la fuerza de la vida que nos coloca nuevamente en el camino, sería el juego que todos estamos llamados a jugar.
Vivir con alegría, cada día como el último, cada final como un nuevo comienzo, cada nuevo comienzo como una bendición, eso sería aceptar el juego de la vida en el cual a veces sucede lo que esperamos y a veces nada de lo que imaginamos sucede. ¿Podemos con eso?, ¿podemos no controlar, fluir y aceptar cada día como un nuevo comienzo y un nuevo final?
¿Qué tan dispuestos estamos a escribir nuestro propio libro de la vida? Ese sería el desafío. Aceptar el protagonismo implica ser responsables de la conciencia de nuestros actos, los cuales a veces son conscientes y la mayoría inconscientes.
Generar presencia en el momento presente nos lleva inevitablemente a hacernos cargo de nuestras acciones y sus consecuencias.
Esa es la verdadera libertad, poder elegir no desde la sombra, sí desde la presencia. Así en algún momento podremos comenzar a elegir.