En la lección de hoy Mataji Indra Devi nos hacía notar que los efectos de la práctica del Yoga sobre mente, cuerpo y espíritu se vinculan fundamentalmente con normas de conducta compartidas con las más elevadas tradiciones. La Maestra se refería a los diez mandamientos del código de moralidad del Yoga, el Yama y el Niyama.
Recordemos que el Yama comprende cinco abstenciones aplicadas a nuestra interacción con el entorno: la de no violencia, no matar, no dañar; la de no mentir y honrar la verdad; la de no robar en ninguna forma; la de no ambicionar posesiones innecesarias o desapego y la de llevar una vida sexual ordenada. El Niyama, a su vez, comprende cinco observancias aplicadas a la propia persona: la de limpieza o pureza interna y externa, en lo físico y en los sentimientos; la de contentamiento y alegría; la de disciplinar el carácter con perseverancia y mente tranquila; la de liberar la mente de la ignorancia por medio de aprender, buscar la verdad y estudiar la sabiduría de los textos sagrados y la de abandono y consagración a la Voluntad Superior.
Gopi Krishna decía que de este modo se produce un ordenamiento psicosomático en el cuerpo que posibilita el acercamiento a los planos superiores de consciencia. Para ello, Mataji nos recomendaba meditar sobre uno de los preceptos en algún momento tranquilo del día o a la noche, considerando que deberían ser tomados en cuenta por todos quienes tengan interés en el adelanto y conocimiento espiritual. Pero como es difícil comprender y reconocer nuestras faltas aún con una luz verdadera y objetiva, por eso la Maestra consideraba necesaria la observación de un maestro imparcial.
De todos modos, Mataji aconsejaba aprovechar los momentos o los días de silencio y soledad “para acudir en busca de consejo e inspiración al amigo, maestro y guía más seguro, a saber, el Yo Superior, la Verdad dentro de nosotros”, por medio de no hacer lo de todos los días sino meditar y también escuchar música y cantos apropiados, leer poemas como los de Krishnamurti y libros sobre Yoga y la vida de los grandes sabios y santos. Entonces “los pensamientos más recónditos salen a la luz y las propias acciones se presentan en toda su objetiva desnudez y aprendemos lo que es bueno y lo que es malo”. Y esos momentos de contemplación son siempre en el ahora. Namasté.