Existen dos tipos de liderazgo. Por un lado, tenemos el liderazgo circular donde el líder tiene a todo el mundo a su alrededor y dice: “Acá estoy yo y todos me tienen que rendir cuentas a mí”. Esta forma de funcionar es el liderazgo basado en la pequeña empresa o en el club donde la persona que está arriba infla la pelota, coloca la red, corta el pasto, etc. Es un liderazgo paternalista que no avanza porque todos lo consultan al líder y nadie opina nada.
Y por otro lado, tenemos el liderazgo piramidal donde uno lidera y hay tareas de responsabilidad distribuidas. Así todos pueden seguir creciendo cada vez más y el funcionamiento es interminable. Si aspiramos a “jugar en primera” necesitamos pasar a este segundo tipo de liderazgo. ¿Qué significa eso? Que si yo tengo un negocio donde hago todo (abro, cierro, empaco, vendo, manejo el camión, etc.), no podré expandirme. Si ahora quiero tener dos negocios no seré capaz de encargarme de todo. Tendré que aprender a delegar, a armar pirámides.
La jerarquía de tareas es muy importante porque, si yo no establezco esa pirámide para delegar las tareas, no podré seguir creciendo. Los líderes de excelencia, que siempre tienen resultados, no trabajan solos. Ellos delegan y, sobre todo, ¡se rodean de gente más inteligente que ellos mismos! A diferencia de los líderes inseguros que se rodean de personas que permanecen en su zona de confort.
Porque: Ser un buen líder no es saber hacer todo sino saber seleccionar a los mejores para delegarles tareas.
¿Cómo se pasa de un liderazgo circular a uno piramidal?
Fundamentalmente, delegando tareas y supervisándolas. Pero primero hay que reconocer que uno no puedo ocuparse de todo. En el pasado, a mí me gustaba hacer hasta cinco tareas, pero con el tiempo y el crecimiento tuve que delegar tres. ¿Por qué? Porque, cuanto más arriba estamos en la pirámide, más tiempo necesitamos para pensar y planificar. Entonces sí o sí, debemos delegar para hacer espacio.
¿Por qué a algunas personas les cuesta delegar? Básicamente por estos dos motivos:
Primero, porque lo ven como una debilidad. Piensan: “Si delego, van a pensar que no sirvo, que no soy bueno”. Y segundo, por un rasgo narcisista. Inconscientemente dicen: “Yo quiero estar en el centro y brillar y que nadie me opaque”. Es el deseo de lucirse que todos tenemos, en menor o mayor medida. Pero lo cierto es que delegar no es un error, pues todo equipo que triunfa se debe a que hay un buen líder que sabe que no es “omnipotente” y necesita depender de otros. De la excelencia del líder, depende el movimiento del equipo. No hay logros en ningún ámbito si no hay un liderazgo eficiente.
Líder no es el que sabe todo o el único que manda, sino el que arma la tropa y establece metas hacia donde todos se dirigen. Esto es muy importante: si el líder no sabe adónde va, si no tiene visión o meta, no puede guiar al resto. Líder es aquel que lleva del punto A al punto B y cuya fuerza no radica en el “título” que ostenta, sino más bien en la “autoridad” que le da la gente a su cargo por tener clara la visión.