La profesora Lorena Barnet, directora del Instituto Sol Naciente, de Posadas, busca difundir el yoga entre quienes aún no lo conocen e hizo un llamado a asistir a aquellos que se alejaron a causa de las restricciones por todos conocidas. “Si bien el año pasado fue bastante especial, y éste lo sigue siendo, percibimos que se tomó más en cuenta nuestro trabajo en lo que respecta a la salud si comparamos con lo que veníamos realizando”, dijo la profesional, de amplia trayectoria.
Si bien el Instituto -ubicado en Calle 95 N° 2384 del barrio 20 de Junio- permaneció cerrado, y no se podían dictar clases presenciales, “asistimos a los pacientes de manera virtual porque había muchos niños y adultos con distintas patologías que necesitaban de nuestros servicios. A los chicos les afectó mucho el encierro, el hecho de no haber podido ir al colegio, o aquel que era muy dinámico y no podía asistir a otras actividades habituales. Eso hizo que estallaran casos de ataques de pánico, cambios en el comportamiento, lo que llevó que los padres busquen una salida o un refugio en el yoga, aliviando esas situaciones”.
Durante el dictado de clases virtuales, Barnet tuvo alumnos de varias provincias como por ejemplo Córdoba, y de otros países, como España, “que siempre me siguen, pero que en esta ocasión pudimos coincidir en el objetivo de conectarnos”.
Cuando se fueron reabriendo las actividades, cuando permitieron al equipo de trabajo volver al salón, con los protocolos vigentes, “nos encontramos con personas con patologías, con problemas de columna, que llegaron con recomendaciones médicas. “El encierro se manifestó en ataques de pánico, problemas de columna, escoliosis, cifosis, por permanecer mucho tiempo frente a la computadora”, manifestó.
Confió que en lo personal aprovechó el “encierro” para “conectarme con profesionales de otros lugares a fin de ampliar mis conocimientos, alimentar lo que ya estábamos trabajando, y poder aplicar en los pacientes. Entre otras cosas, me conecté con la parte biomecánica aplicada al yoga, que lo tomé de un médico. Fueron conocimientos importantes para aplicar a la gente que concurre al salón y trae consigo muchísimos problemas como ACV, picos de estrés, distintas patologías que se manifestaron y que son diferentes a las que estábamos acostumbradas a trabajar”.
Sostuvo que una escoliosis, una desviación de columna, era lo habitual, pero que “ahora se manifestaron otras patologías mucho más fuertes y para las que necesitaba más herramientas. Estamos felices porque estamos siendo visibilizadas desde el sector de salud, porque podemos hacer, no sólo el trabajo tradicional del yoga, sino profundizar en el equilibrio tanto físico como mental y lograr un bienestar para los que vienen a tomar las clases”. En el agua imparte clases a personas que tienen problemas particulares, alguna cirugía importante, para las que las actividades del salón impactan un poco. También a mujeres que esperan a su bebé y necesitan movilizar un poco el cuerpo.
La profesional, con más de 30 años de experiencia, confió que sus inicios en el yoga fue con los niños. “Con ellos se percibe una energía muy diferente respecto a la de los adultos. Como en todo, creemos que cuando más temprano se aborda la temática, mejor. Fui trabajando con ellos en ese espacio, desde el juego. A esa edad van adquiriendo conocimientos desde el juego, con ellos es otra la metodología de enseñanza”, agregó.
En el Instituto Sol Naciente se brindan clases en distintos horarios, días y grupos, siempre respetando el número de asistentes, el espacio, la distancia y demás cuidados.
Para quienes tengan algún problema “serio” de salud, Barnet recomienda que primero asistan al profesional médico a fin que los derive a realizar esta actividad. “Es una disciplina para que disfrute toda la familia. Está abierta a todos los que quieran conocerla”, aseveró.