Como recuerdan los autores, la resistencia a los antibióticos es una gran amenaza para la práctica de la medicina y está impulsada en gran parte por el uso excesivo de antibióticos. Los entornos para pacientes ambulatorios son donde se prescribe la gran mayoría de los antibióticos, pero también donde hay menos herramientas disponibles para ayudar a los prescriptores a tomar decisiones de tratamiento óptimas.
Esto lleva a los proveedores a recetar antibióticos de amplio espectro en respuesta a un aumento real, así como percibido, en las tasas de infección resistente a los antibióticos. Sin embargo, el uso de antibióticos de amplio espectro, que actúan contra una amplia gama de bacterias, promueve un círculo vicioso en el que el uso excesivo empeora aún más el problema de la resistencia a través de un circuito de retroalimentación positiva. Un ejemplo es la infección del tracto urinario (ITU), que es una razón muy común para el uso de antibióticos entre los pacientes ambulatorios.
Se prestó poca atención al desarrollo de herramientas eficaces de apoyo a la toma de decisiones para los prescriptores ambulatorios. Los algoritmos se han utilizado para el apoyo de decisiones clínicas para enfermedades infecciosas desde la década de 1970, pero aún no se adoptaron ampliamente debido a las dificultades para integrarlos en prácticas clínicas ocupadas.
Sanjat Kanjilal, autor principal y profesor de medicina de poblaciones en el Harvard Pilgrim Health Care Institute y la Harvard Medical School, cree que ahora tenemos las herramientas para mejorar. “El apoyo de decisiones personalizado en el punto de atención puede ser una herramienta eficaz para administrar la prescripción de antibióticos para los síndromes infecciosos comunes“, señaló.
Su solución es utilizar modelos de aprendizaje automático para predecir la probabilidad de resistencia a los antibióticos y luego traducir esas probabilidades en recomendaciones que ayuden a los prescriptores a tomar decisiones de tratamiento óptimas.
“Nuestro estudio desarrolló un algoritmo de apoyo a la decisión personalizado para las infecciones urinarias como una solución al desafío de la prescripción de antibióticos en la era de la resistencia”, explicó.
El estudio utilizó datos de los registros médicos de más de 13.000 mujeres con ITU sin complicaciones que recibieron atención en dos grandes hospitales de Boston entre 2007 y 2016.
El equipo del doctor Kanjilal entrenó sus modelos de aprendizaje automático para predecir la probabilidad de resistencia a los antibióticos a cuatro tratamientos de uso común, y luego desarrolló un método novedoso para traducir esas probabilidades en decisiones que puedan guiar a los prescriptores a evitar la ciprofloxacina y la levofloxacina en la mayor medida posible, sin causar ningún daño indebido a los pacientes.
El equipo comparó el rendimiento del algoritmo con el de los médicos y las directrices nacionales y descubrió que habría reducido la prescripción de antibióticos de segunda línea en un 67%. Al mismo tiempo, también redujo la selección de antibióticos a los que una muestra es resistente, en un 18%.
El doctor Kanjilal agrega que “la integración de estos modelos en la atención ambulatoria podría desempeñar un papel importante en la reducción del uso de antibióticos de amplio espectro. Nuestro trabajo futuro se centrará en integrar estas herramientas de apoyo a la toma de decisiones clínicas en los flujos de trabajo de los proveedores y evaluar los resultados clínicos mediante el uso de ensayos”, avanza.
Mal uso de antibióticos en Argentina
De acuerdo a los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global entre un 70 y un 80% de las personas hospitalizadas por COVID-19 reciben antimicrobianos frente a la sospecha de la presencia de una infección respiratoria baja (IRB), situación que no siempre está presente, ya que los reportes científicos muestran una posibilidad de coinfección, es decir la presencia del virus SARS CoV-2 y una bacteria, en no más de un 6% de los casos. Esta situación podría producir la aparición y propagación aceleradas de resistencia a los mismos, situación que no es nueva y que preocupa a las autoridades sanitarias de todo el mundo.
En esa misma línea, la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) -en el marco de la Semana del Uso Responsable de Antimicrobianos’ una iniciativa que promueve la OMS a nivel mundial y que se conmemora del 18 al 24 de noviembre- llamó a tomar mayor conciencia sobre esta problemática y a restringir el uso de antibióticos solamente para aquellos casos con indicación médica precisa, mensaje que va dirigido no solo a la población general sino a las autoridades sanitarias, farmacéuticos y dispensadores de farmacias y a la propia comunidad médica.
“Se calcula que para el 2030 el consumo mundial de antimicrobianos aumentará un 67% y en el 2050 la resistencia antimicrobiana será una de las principales causas de muerte, superando al cáncer. La resistencia antimicrobiana avanza más rápido que la generación de nuevos antibióticos”, sostuvo Wanda Cornistein, infectóloga, coordinadora del Programa de Resistencia Antimicrobiana de la SADI y Jefa de Control de Infecciones del Hospital Universitario Austral.
La resistencia es un mecanismo natural, entre otros, que tienen las bacterias para defenderse de un ámbito que les resulta hostil, esto lo hacen no sólo en el cuerpo sino donde estén, en la tierra, el agua, donde sea. ‘Klebsiella pneumoniae’ y ‘Pseudomonas aeruginosa’ son algunas de las bacterias que se adaptan a los antibióticos, generan mecanismos para sobrevivir y poseen mayor resistencia.
Se calcula que cada año unas 70 mil personas mueren en todo el mundo como consecuencia de la resistencia antimicrobiana y que de no tomarse medidas al respecto esa cifra llegará a los 10 millones para el 2050.
Para el Dr. Lautaro De Vedia, infectólogo, ex presidente de la SADI y jefe de la División Asistencia Especial del Hospital Muñiz de Buenos Aires, con la pandemia de COVID-19 la situación de la resistencia antimicrobiana tendió a empeorar, debido a la administración innecesaria de antibióticos por parte del equipo médico.
“En un principio cuando uno recibía a un paciente no sabía si tenía coronavirus o una neumonía bacteriana, entonces ante la duda, particularmente en los pacientes graves, se le daba antibióticos hasta tener los resultados. Ahora tenemos recomendaciones desde la SADI que nos indican ser cautos, recordando la poco frecuente de la convivencia de bacterias y virus, y que si hay que hacer un tratamiento antibiótico debe ser por períodos más breves, y en los pacientes no tan graves tal vez abstenerse de suministrarlos cuando se sospecha de Covid a la luz de la radiografía o datos de laboratorio. Hay que dejar el antibiótico solo para los casos de sospecha de coexistencia del virus SAAR-CoV-2, con una infección bacteriana”, detalló De Vedia.
“El mal uso de antimicrobianos va incluso más allá de la situación puntual de la pandemia y representa una problemática con múltiples responsabilidades. Este tema nos incumbe a todos, los médicos tenemos mucha responsabilidad, hoy se sabe que los tratamientos aun siendo más breves son igual de efectivos que los que hacíamos antes, que eran prolongados; hay que prescribir antibióticos sólo cuando es estrictamente necesario. Por su parte, la población tiene que saber que el antibiótico sólo tiene que ser prescripto por el médico o el odontólogo y que los farmacéuticos también juegan un rol importante, no deben vender los antibióticos sin receta, a su vez las autoridades y gobiernos también deben controlar”, insistió el científico.
Fuente: medios digitales.