Cada 7 de julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo, decretado en 1963 por la Presidencia de la Nación Argentina en reconocimiento a Hugh Hammond Bennett, pionero y emblema norteamericano en la disciplina. La conservación del suelo es esencial para el cuidado de nuestra tierra y como legado para las próximas generaciones.
En este contexto, los expertos hablan sobre la importancia de educar e incorporar prácticas para evitar la erosión “debido a la importancia que tiene el suelo como la base de toda actividad productiva”.
En Misiones se puede hacer cualquier cultivo que queramos como nuestra producción madre que es la yerba mate. Solamente Misiones y Corrientes, por las características que tienen, pueden hacer este cultivo. En ninguna otra parte del mundo, que no sea Sudamérica porque también se produce en Brasil y Paraguay, podríamos tener esta planta que mueve la economía de nuestra región.
Se puede producir lo que imaginemos pero se debe querer, poder y cuidar. “Nuestro suelo es noble y nuestro ambiente es muy propicio a cualquier actividad siempre que sea a conciencia y sostenible”, aseguran.
Primeros cultivos
Las primeras plantaciones de yerba mate y prácticas de uso de suelo se realizaron en San Ignacio a partir de 1903, dirigidos por el ingeniero agrónomo Pablo Allain, en tierras de la firma la firma Martin y Cía.
Luego se sumarían más emprendedores y para 1919, de acuerdo al censo de yerbales del Ministerio de Agricultura de la Nación, el establecimiento Santa Inés, del español Don Pedro Núñez, en Posadas, lideraba en superficie cultivadas: 800 hectáreas; le seguían el establecimiento La María Antonia, de los Herrera Vega, con 750 hectáreas; Martín y Cía, propiedad del suizo Jules Ulyses Martín, con 650 hectáreas, y en cuarto lugar, Allain, de La Plantadora de Yerba SA, con 577 hectáreas, estos últimos en San Ignacio.
Pasaron más de 100 años de aquellos primeros cultivos; actualmente la yerba mate está extendida en toda la región, en Misiones y norte de Corrientes, y es el producto más emblemático por sus componentes sociales, culturales y económicos.
En ese sentido, Alberto Roth aprendió y enseñó sobre cómo cuidar el suelo observando la relación estrecha entre la tierra colorada y las plantas. Roth, radicado en Santo Pipó, fue reconocido como el “Mejor conservacionista al Sud del Río Grande” por Hugh H. Bennett.