Algunos historiadores cuentan que San Fermín fue el hijo de un jefe romano que llegó a la actual ciudad española de Pamplona (por entonces Pompaelo) hacia el siglo III y que fue convertido al cristianismo.
Otros hablan ya directamente de Honesto, enviado a Pompaelo por San Saturnino para evangelizarla. Al parecer, Honesto evangelizó al senador Firmo y a toda su familia, entre ellos a su hijo Fermín. Fue bautizado con sus padres por el propio santo.
La historia de este Santo está rodeada de leyendas que hacen que sean varios los que ponen en duda su veracidad.
Sea como fuere, cuando Fermín cumplió 17 años comenzó a predicar por los alrededores. Más tarde, a los 24, fue consagrado obispo en Toulouse y volvió a lo que hoy es Pamplona.
Tras disfrutar de una temporada en su ciudad, el Obispo pamplonés decidió volver a Francia: en un primer momento estuvo en Aquitania, Auvernia y Anjou; más tarde en Amiens. En esta ciudad francesa se dice que bautizó a 3.000 personas, y fue allí donde acabó muriendo decapitado durante la persecución del emperador del Diocleciano.
Años más tarde, en 1186, la historia cuenta que el obispo Pedro de París llevó de Amiens a Pamplona una reliquia de la cabeza del santo y dispuso que su fiesta el 10 de octubre tuviera igual rango que la de los apóstoles. En 1591 las fiestas fueron trasladadas al actual 7 de julio.
Fuente: Diario de Navarra