El único que rompió el silencio y brindó su coartada sobre su detención durante la madrugada del sábado 4 de abril junto a once jóvenes adentro de un boliche de Posadas, violando la cuarentena obligatoria vigente por el decreto del Alberto Fernández desde el 20 de marzo, fue un remisero.
El conductor se encontraba en ese momento a la esperaba de cobrar los paquetes de cigarrillos que le encargaron comprar por teléfono a modo “delivery”, cuando vio irrumpir a los efectivos de la comisaría Primera y de Infantería en plena contingencia para repeler el delito.
Los demás jóvenes, incluyendo el propietario del local bailable de la avenida Roque Pérez en el cruce con Rivadavia, se abstuvieron de declarar en las indagatorias a las que fueron citados desde el 12 de mayo hasta ayer jueves por el representante de la Fiscalía Federal de primera instancia, Diego Stern.
Sólo el remisero admitió que había una fiesta privada en ese lugar y que concurrió hasta allí luego de comprar los cigarrillos que le encargaron por teléfono.
Remarcó que llegó y golpeó la puerta cerrada del pub y le quisieron pagar con un billete de mil pesos, como no tenía cambio lo hicieron ingresar mientras los jóvenes buscaban cambio para pagarle.
En ese instante, pocos minutos antes de las 4, aparecieron nuevamente los policías de la seccional Primera ya con el apoyo de Infantería y tras las reiteradas denuncias de vecinos que escuchaban la música fuerte salir de ese lugar.
Según la coartada, el trabajador del volante quedó involucrado “sin haber bailado ni tomado una sola copa”, y sin cobrar los cigarrillos.
Actitud opuesta, aunque comprendida por el derecho, tomaron los once jóvenes, quienes guardaron silencio en sus indagatorias y ahora aguardarán el proceso ya imputados por el delito comprendido en el artículo 205 del Código Penal (capítulo IV “contra la salud pública”), que prevé “prisión de seis meses a dos años, el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes, para impedir la introducción o propagación de una epidemia”.
Tal como publicó PRIMERA EDICIÓN, los involucrados son jóvenes con instrucción universitaria, algunos hijos de reconocidos comerciantes de la capital provincial que se atrevieron a no respetar el decreto presidencial que rige para evitar o frenar la circulación del coronavirus. Abrieron un boliche, enfriaron bebidas, pusieron música fuerte y dejaron en flagrante evidencia, ante los ojos y oídos de vecinos y efectivos policiales, su desaprensión al prójimo.
La “fiesta privada”, tal como intentaron poner de fundamento al momento de las detenciones, fue descubierta por varias patrullas policiales que acudieron alertadas por vecinos de la Bajada Vieja. Arribaron al lugar pero debieron insistir varias veces ya que desde adentro los bailarines no respondían.
El propietario decidió abrir y se pudo determinar que los concurrentes eran doce entre 18 y 36 años.