Menos conocidas que Bali y otras populares islas de Indonesia, como Lombok o el grupo de las Gili, el archipiélago de Nusa Tenggara Oriental despliega playas más tranquilas. De ambiente sencillo, es perfecto para un turismo alternativo de bajo costo, en el que los trayectos en barco entre islas se pueden hacer en cubierta, mientras se descubren preciosos arenales y algunos de los mejores fondos submarinos del país.
Isla de Flores
Ubicada al este de Komodo, esta isla promete una experiencia diferente, ya que permite explorar un mundo de culturas antiguas, volcanes, frondosos bosques y playas intactas. Fue bautizada con este nombre por los portugueses en el siglo XVI. Tras siglos de olvido, se convirtió en la nueva estrella turística de Indonesia. Una sinuosa carretera permite recorrerla entre bancales de arroz y hay un muchísimos lugares para descubrir, como las cuevas de Batu Cermin o las de Gua Rangko.
El pueblo pesquero de Labuan Bajo, al oeste de Flores, concentra los principales alojamientos, empresas de turismo activo y centros de buceo.
Al este de la isla aguardan volcanes todavía activos, enigmas prehistóricos y etnias ancestrales como los manggarai, entre los que circulan leyendas sobre los ebo gogo, unos hombrecillos de pequeño tamaño habitantes de la jungla. Nadie les hizo mucho caso hasta que los arqueólogos descubrieron los restos del famoso Homo floresiensis, un homínido de poco más de un metro de altura, apodado Hobbit.
Se cree que vivió hasta hace relativamente poco (unos 12.000 años) y que se desapareció por una erupción volcánica que devastó la isla. La cueva donde fue hallado el “hombre de Flores”, Liang Bua, está abierta al público y se visita con guías locales.
Y tres sorpresas más: la campiña de los alrededores de Bajawa, con sus aldeas y sus casas tradicionales, que conviene visitar con guías locales; el volcán Kelimutu (1.639 metros de altitud), y Sikka, uno de los primeros asentamientos portugueses en Flores.
Buceo en los confines del mundo
El archipiélago de Alor, al norte de Timor, es el último eslabón de las islas menores de la Sonda.
Aislados del mundo exterior y entre sí por un territorio accidentado, los 210.000 habitantes de este diminuto archipiélago se reparten en 134 tribus con 18 idiomas y 52 dialectos diferentes que conservan sus costumbres ancestrales y creencias animistas.
Kalabahi, en una larga y espectacular bahía jalonada de palmeras, sirve de base para explorar los más de 40 enclaves de buceo de las islas y sus asombrosos arrecifes de coral.
La Isla de la Madera
Al sur de la isla de Flores esta la isla de Sumba, antaño conocida como isla de la Madera, con misteriosas tumbas megalíticas y altas chozas de paja con forma piramidal.
Los surfistas que visitan la isla encuentran en Pantai Tarimbang fantásticas olas solitarias en una media luna de arena blanca.
Para descubrir la cultura tradicional de este lugar hay que poner rumbo al oeste, a través de arrozales que se encaraman a las montañas.
Los nativos se han acostumbrado a los turistas y permiten que visiten sus casas y aldeas a cambio de un donativo.
La costa oeste de la isla también esconde playas recónditas, resorts exclusivos como Nihi Sumba y parajes como la laguna Weekuri, una maravilla natural de aguas verdeazuladas a las que se llega por pistas de tierra.
Los dragones de Komodo
Esta especie de lagarto, la más grande del mundo, pueden medir más de tres metros y pesar hasta 150 kilos. Son criaturas asombrosas, confinadas en cuatro pequeñas islas al este de Bali, allí donde la línea de Wallace (una profunda fosa marina) marca los destinos divergentes de la fauna asiática y la australomelanésica. Como las autoridades planean cerrar la isla este años para evitar que se sigan robando ejemplares hasta que la población de reptiles se recupere, quien quiera ver a estos grandes lagartos tendrá que ir a las vecinas islas de Pulau Padar o Cinca.