Carácter fuerte que la caracteriza, según contaron sus allegados.
Sin embargo, admitió estar con “profunda tristeza por la pérdida de mi hija y con miedo por la gente que vive en el monte, sobre todo las mujeres que quedan solas con sus hijos mientras sus maridos trabajan en las chacras”.
En diálogo exclusivo con PRIMERA EDICIÓN agregó: “No pude mandar a mis hijos a la escuela, desde que enviudé los crié en el monte pero nunca pasaron hambre. Eduqué a mis hijos tratando de darle el ejemplo y ningún Cerpa es bandido, ninguno tiene antecedentes ni tuvo problemas con nadie”.
“Mi hija era una excelente madre, una excelente esposa y persona, ayudaba a la gente. No merecía que le hicieran lo que le hicieron. Cuidaba su casita, a su familia, es decir a sus tres hijos y su marido, al que esperaba cuando iba a trabajar a la chacra. Quiero justicia y que agarren a ese tipo, es peligroso”, enfatizó.
Acerca de la respuesta de la gente María manifestó que “agradezco a Dios que tengo muchas amistades y mucha gente nos acompañó. Somos una familia numerosa, tengo quince hijos, Sonia era uno de ellos, y casi 50 nietos y diez bisnietos”.