Un total de 284.800 habitantes en 1.416 comunidades y aldeas distribuidas en una continuidad geográfica desde el Atlántico hasta la precordillera andina convierten a la Nación Guaraní en una de las etnias con mayor distribución territorial de América.
Esta es una de las principales conclusiones que surgen del llamado “Mapa Guaraní Continental”, trabajo desarrollado durante 2015 y 2016 en conjunto entre los cuatro países que integran esa franja (Argentina, Paraguay, Brasil y Bolivia) y que semanas atrás volvió a ser presentado en Posadas, en el marco del VIII Encuentro de Discusión Arqueológica del Nordeste Argentino (EDAN) con algunos datos actualizados.
Llamativamente para el imaginario colectivo instalado en nuestra región, Argentina es, de los cuatro, el país con menos guaraníes: alrededor de 56 mil, frente a los 61 mil de Paraguay, 83 mil de Bolivia y 85 mil de Brasil. De ellos, además, sólo 10.600 habitan en Misiones, cifras muy inferiores a las registradas por ejemplo en el Noroeste argentino.
Puntualmente en la tierra colorada, donde el Equipo Misionero de Pastoral Aborigen (EMIPA) y el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA) encaró el trabajo con la asistencia técnica para la organización del relevamiento, se contabilizó la presencia de 120 comunidades en 30 de los 76 municipios (sólo en San Ignacio hay nada menos que 15) y se constató que apenas el 63% de ellas tenía personería jurídica, lo que significa que una de cada tres padece graves complicaciones para acceder a sus derechos.
La mayoría de las comunidades en Misiones tienen una población de entre 15 y 50 habitantes, el 80% de los cuales es menor de 30 años y el 52%, menor de 14 años. Además, se reveló la presencia de 104,9 hombres por cada 100 mujeres, una proporción que –si bien va a contramano de la tendencia “criolla”– para el pueblo guaraní es considerada “normal” por los especialistas.
Una tarea que faltaba
El antropólogo social Lautaro Sosa, uno de los coordinadores del relevamiento en la tierra colorada, explicó a PRIMERA EDICIÓN que el Mapa Guaraní Continental es en realidad la continuación y ampliación territorial de un trabajo previo llamado “Guaraní Retá”, que se había hecho en 2008 y que había tomado como zona de investigación lo que en su momento se llamó “área núcleo”, es decir, la que se consideraba de mayor concentración de comunidades indígenas: Oriente de Paraguay, Sur de Brasil y en Argentina, la provincia de Misiones.
“Sin embargo, varias organizaciones vinculadas a la Nación Guaraní plantearon que había un montón de pueblos que no estaban representados, y así surge por ejemplo la necesidad de incorporar en ese trabajo a comunidades y pueblos de Bolivia, de otros lugares de la costa atlántica -fundamentalmente en Brasil- y el Noroeste de Argentina, como el caso de las comunidades que se ubican en Salta y Jujuy”, indicó Sosa.
Sosa reveló que “también se contó con la colaboración de jóvenes guaraníes de algunas comunidades, quienes se dispusieron a aplicar los formularios, lo que a su vez implicó también un cierto entrenamiento en todo lo que es manejo de GPS, consultas y talleres, donde -aprovechando que se tenía que ir a hacer la geolocalización de las comunidades, se sumaron preguntas que podían llegar a ser de interés para las organizaciones que trabajan con ellos o incluso de las propias comunidades”.
Ello permitió “por ejemplo armar una pirámide poblacional, tener bastante clara cuál es la proporción de población joven, etcétera”. Además, “fue sumamente interesante hacer una comparación respecto de lo que fue el año 2008: la aparición de nuevas comunidades y desaparición de otras, que tiene que ver con la alta movilidad que tienen las comunidades guaraníes”
Efectos prácticos
Pero no sólo de cifras y análisis académicos se trata este trabajo: la información también tiene efectos prácticos. Según Sosa, el Mapa (que está publicado en formato papel, pero también tiene su versión digital y permite hacer consultas en la web) se incorporó a la Infraestructura de Datos Espaciales (IDE) de Misiones, vinculada al Ministerio de Ecología, de forma que “si uno quiere saber si hay alguna comunidad en el área de un determinado proyecto turístico, de infraestructura, de ordenamiento de bosques nativos o lo que sea, se puede consultar en esa plataforma”.
Además, “podemos llegar a saber cuántos habitantes tenemos por comunidad y definir las condiciones y características propias de cada una. Por ejemplo, en Argentina, los guaraníes del NOA que están radicados en Salta y Jujuy son más bien urbanos, a diferencia de lo que sucede en Misiones, que están distribuidos en áreas rurales, son muy pocos los grupos que se encuentran en áreas urbanas, los más cercanos se localizan en San Ignacio e Iguazú”, detalló.
“También nos permitió darnos cuenta de que en Brasil tenés comunidades de hasta 12.000 habitantes, mientras que acá la media estaría por debajo de los 100 habitantes por comunidad, así que todavía en cierto modo las comunidades tienden a organizarse en números parecidos a los que fueron los tradicionales, con la única excepción de Fortín Mbororé en Puerto Iguazú, que supera los mil habitantes y que además tienes otro componente como ser una colonia urbana y no es casualidad tampoco que tengan una realidad de mayores conflictos y problemas sociales hacia su interior. Es decir que, cuando se puede, en Misiones tienen un bajo número de personas por comunidad y se instalan en zonas de monte, selva o en sus inmediaciones, que es lo que les permite seguir garantizando la continuidad de la forma de ser y de vivir más tradicional, lo cual no quiere decir que las otras comunidades más urbanas sean menos guaraníes”, remarcó.
En cambio en el NOA “por distintos procesos que tienen que ver con la ocupación del espacio, con colonizaciones del territorio para actividades agropecuarias, las comunidades han sido expulsadas, confinadas y muchas veces terminan en ámbitos urbanos, en barrios, pero al interior tratan de seguir viviendo y organizándose en las formas habituales o de los que ellos consideran como tradicionales”.
Y en el caso de Brasil “hay comunidades organizadas en torno a grandes urbes, en realidad, más que de comunidad se podría hablar de asentamiento, porque son agrupaciones de familias en torno a una ruta, después de ser expulsadas de sus tierras por el proceso de sojización o de actividad agropecuaria creciente y terminaron viviendo amontonados en torno a rutas o en zonas periurbanas, a las afueras de las ciudades, a veces ni siquiera son una única comunidad sino la sumatoria de varias familias que terminan convergiendo en un mismo lugar. Ahí la situación es mucho más crítica, probablemente sean las situaciones más críticas en cuanto a falta de tierra, persecución, muertes, incluso asesinatos y mucha droga. Se ha descubierto que una de las formas de destruir a una comunidad es el ingreso de droga”, remarcó.
Continuidad geográfica e histórica
La penetración de políticas públicas fue otro de los ítems que se trabajó en Misiones pero no en otros distritos, ya que cada equipo de trabajo definió sus intereses de forma autónoma. Al respecto, “aunque ésta es una perspectiva muy del hombre blanco, también permite saber en qué medida el Estado responde a las necesidades sociales: cuántas comunidades cuentan con escuelas, si cuentan con auxiliares docentes indígenas, asistentes de salud indígenas, cuántos están avanzando en educación secundaria y terciaria-universitaria”.
Y finalmente, pero no menos importante, es la implicancia política y social de este Mapa una vez elaborado: sirve para poder ver las continuidades geográficas entre Paraguay, Brasil y Misiones, y entre el NOA y Bolivia; y también las continuidades históricas, porque “si uno superpusiera mapas antiguos con los de hoy, vería que los guaraníes de hoy siguen viviendo en los mismos lugares que tradicionalmente habitaron antes de la colonia, en la colonia y previo a la conformación de los estados nacionales, que vinieron a dividir algo que existía de forma homogénea y que sigue existiendo hoy, porque el intercambio, el recorrido, la migración, las vueltas que dan siguen siendo transfronterizos”, remarcó.
“Cuando las comunidades pueden visualizarse plasmadas en un mapa, se hacen una cabal idea de cuál es su extensión territorial”, sentenció Lautaro Sosa.
Esto último es una de las claves más resonantes del trabajo realizado, según el referente del Equipo Misionero de Pastoral Aborigen (EMIPA) Vasco Baigorri: “Política y socialmente, tiene una importancia muy grande, porque las comunidades se han apropiado de ese Mapa, porque reconocen recorridos históricos. Hemos tenido casos de personas que nos mostraron justamente sobre el mapa ese recorrido que durante años fue haciendo esta persona desde Paraguay dando toda la vuelta para llegar hasta Mártires en Argentina, pasando de comunidad en comunidad, como parte de toda esta reciprocidad que históricamente se da en los guaraníes: ese ‘recibime que yo te recibo’, ‘dame que yo te doy’, que sigue manteniéndose aún hoy. Es una forma de intercambio y de vida en común más allá de que cada una sea su comunidad”.
Por primera vez “desde arriba”
En ese sentido, ¿qué tiene este Mapa que hace que las comunidades se apropien de él? Según Baigorri, “hasta ahora, las comunidades nunca vieron su territorio ‘desde arriba’. Este mapa está georreferenciado, o sea, cada comunidad está marcada con GPS y está en ese lugar y eso está plantado sobre una foto satelital, ahora ya no es una cuestión imaginaria y lineal: ahora lo pueden ver“.
“Los no indígenas estamos acostumbrados a la cartografía históricamente, el mapa forma parte de nuestra vida cotidiana, pero en las comunidades es una cuestión oral, recién ahora empezaron a verlo plasmado en un papel: aquí está mi comunidad, aquí está la otra, aquí está el abuelo, aquí está la abuela, acá están los tíos, acá se fue a vivir tal…”, explicó.
Además, planteó que “nunca se había hecho un trabajo sobre sus comunidades. Sí sobre el pueblo o sobre la ciudad, pero eso estaba más allá de ellos y sigue estando más allá de ellos. Ahora lo que empezaron a ver en el mapa no es solamente su comunidad, sino qué tan grande es, qué tiene su comunidad , qué tiene la otra comunidad y qué tan cerca o qué tan lejos están”.
“Ahora se hace visualmente posible esa cercanía que sentían, esa realidad de que ‘acá estamos todos juntos y unidos’ y que representan un peso política y socialmente importante”, continuó.
En ese aspecto, Baigorri definió como cuestión fundamental del Mapa “establecer una ocupación territorial histórica trascendental, que muestra claramente la preexistencia de los pueblos indígenas, la ocupación de sus territorios y esta cuestión transfronteriza del pueblo guaraní: las fronteras las pusimos nosotros, o sea, nosotros dividimos los estados y en función de eso quedaron divididas las comunidades. ¿Qué es lo que se plantea desde aquí? Se plantea la recuperación de territorios, estamos hablando de una población guaraní que va desde Bolivia y llega hasta una franja que cubriría hasta Uruguay”.
En esa línea, el desafío sigue siendo “entender que las comunidades indígenas no son comunidades en vías de extinción, obviamente sí van a ir mutando como mutaremos todos y haremos una construcción nueva, pero antropológicamente, ahora que tenemos su situación georreferenciada y socialmente determinada en zonas claramente demostradas por todos los indicios, sirve como trampolín hacia el futuro y sirve trampolín para el presente; o sea, aquí estaba y aquí estoy, no solamente estaba sino que sigo estando y no solamente estaba y sigo estando, sino que pretendo seguir estando, por eso la lucha por la recuperación de territorios: porque sin el territorio, ellos no existen. Y nosotros hablamos tanto del monte y de la selva en Misiones, pero la selva no existe sin mbya, porque es el único sistema de control de su mantenimiento”.
“Es una realidad que tendrá sus variaciones, no lo podemos ver como algo que es inmutable o que está dentro de un frasco o un termo, porque toda sociedad que se ha clavado desapareció, pero dentro de esos cambios, sigue estando y va a seguir estando”, insistió Baigorri.