Como parte de la delegación de deportistas misioneros que participó en los Juegos Evita 2019, el posadeño Pablo Fraga logró destacarse en la natación adaptada y recibió una distinción por estilo Crol y Espalda en 25 metros. Detrás del triunfo de este joven, existe un historia de superación que deja entrever el esfuerzo de una familia y de un equipo docente por la inclusión de los niños con discapacidad en la provincia. A pesar de atravesar por 19 cirugías a su corta edad, aún restan tantas otras.
PRIMERA EDICIÓN dialogó con el deportista y sus allegados luego de su destacada participación en la competencia nacional: “Me gustó mucho nadar en esta pileta y seguir adelante hasta no parar. Gané una medalla y la verdad que eso me hace muy feliz”, celebró Pablo.
Por su parte su madre, Fernanda, contó que “como familia nos sentimos orgullosos porque realmente tuvo un gran desempeño. Haber hecho esos 25 metros y más en una pileta donde no iba a hacer pie, me daba un poco de miedo. Pero no, nadó todo”.
Respecto a su historia, la madre de Pablo explicó que “en el momento de nacer presentó distintos tipos de patologías. Luego empezaron a hacer estudios y se pudo ver que sus problemas físicos iniciaron desde el momento de la concepción. Tiene malformaciones que se fueron subsanando en un orden de prioridades. A sus 13 años tiene 19 cirugías entre las que se cuentan: paladar; labio leporino; hernia inguinal; le han colocado diábolos (dispositivo en el oído medio para lograr drenaje); tiene dos cirugías importantes en las cervicales por la falta de un hueso que sostiene la cabeza”.
Asimismo, señaló que “luego de su primera cirugía tuvieron que ponerle un halo chaleco craneano cuando sólo tenía tres años y con el que convivió nueve meses. Con el correr del tiempo y al hacerle un injerto oseo que no resultó, a los tres años de su primera cirugía le hacen otra donde a la altura de los cervicales le colocan dos barras de titanio con ocho clavos y nuevamente le colocaron el halo chaleco craneano. Ambas cirugías se hicieron en el Fleni de Buenos Aires. Tras esa situación su parte de columna quedó resuelta”.
Fernanda remarcó que los tratamientos para mejorar la salud de Pablo “son una cuestión del día a día que ya llevamos por 13 años. Le quedan cirugías pendientes pero la parte auditiva, donde le colocaron varios tubitos por su hipoacusia. Además el hace terapias de rehabilitación en Posadas con una psicopedagoga, fonoaudióloga, psicóloga. Tiene una maestra integrada y asiste a una escuela común donde cursa el sexto grado. También hace su natación y kinesiología. Todas esas terapias son tratar de que tenga una mejor calidad de vida. Si bien su patología no va a cambiar buscamos que pueda insertarse en la sociedad de la mejor manera”.
Entre esos tratamientos, la natación surgió como una alternativa para su rehabilitación pero lo llevó más lejos de lo pensado y ahora conquistó un reconocimiento por su desempeño.
La profesora de educación física Mayra Rodríguez acompañó a Pablo durante su entrenamiento: “Hace tres años conocí a Pablo durante mi labor en la escuelita de psicomotricidad en el agua. Viendo las condiciones que tenía para la natación, empezamos a trabajo más personalizado hace dos años. Nos enfocamos en las técnicas de Crol y de Espalda que -dentro de sus limitaciones- él está muy bien encaminado. El año pasado tuvimos la oportunidad de participar en uno de los torneos de clasificación en Posadas. Como no tenía la edad no pudimos llegar a los Juegos Evita pero ahora ya con sus trece años entró como parte de su categoría”.
Sobre su participación en el deporte adaptado, añadió que “fue un proceso de aprendizaje para todos, tanto para él, para mí como docente y para toda su familia. Son situaciones sumamente especiales las que se viven acá -durante los Juegos Evita- y más en nuestro campo. Dentro de sus condiciones vemos hasta dóonde pueden llegar con su rendimiento”.
Asimismo, su madre indicó que “Pablo siempre puso predisposición en todo y con Mayra le explicaron bien como sería la competencia porque él no puede hacer todo esos metros enteros, sino que debe detenerse un segundo. En Espalda se desempeñó mucho mejor porque es su fuerte dentro de los dos estilos. Todo el esfuerzo que puso en este tiempo, acá logramos ver sus frutos”.
A su vez, la docente de natación precisó que “en realidad es un largo camino y esta fue nuestra primera experiencia. Esperamos que no se termine acá y tengamos la oportunidad de volver a participar porque lo que nos llevamos de la competencia es el aprendizaje en primera persona. Consideramos que podemos seguir. A Pablo le encanta el agua y lo demuestra en cada clase, en cada entrenamiento e instrucción. Creo que tiene todas las condiciones para seguir y ojalá que pueda ser así”.
Tras la medalla y el reconocimiento, Rodríguez contó que “fue un conjunto de emociones porque todo el trabajo que se realiza en la pileta muchas veces se piensa que no es significativo y como profesores a veces no sabemos qué más hacer. Sin embargo estas situaciones uno se da cuenta que el trabajo no en vano y dan ganas de seguir para mejorar por los chicos”.