De todos los casos que hoy se llevan a juicio en el Tribunal Penal N°2 de la capital mendocina contra los sacerdotes Nicola Corradi, Horacio Corbacho y el jardinero Armando Gómez, el del misionero se ubica entre los más bestiales, con un nivel de atrocidad particular: según su relato, J.J.R fue violado al menos ocho veces mientras estuvo en el instituto, en ocasiones hasta llegaba a desmayarse por el dolor que sufría durante esos ataques. La filmación de la cámara Gesell del joven fue proyectada en la audiencia de este jueves, uno de los relatos más crudos hasta ahora.
De acuerdo a su relato, este exalumno -de condición humilde, lejos de su familia en un pueblo cerca de la Triple Frontera- fue violado en simultáneo por el ex jardinero Gómez (49) y por otro ex trabajador del instituto, quien no llegó al juicio ya que fue declarado inimputable.
Durante algunos de esos tantos episodios de abusos, J.J.R. (quien es sordo) logró exteriorizar como pudo todo el sufrimiento en su cámara Gesel, lo hizo con gritos que evidenciaron su angustioso dolor. Contó cómo en una de las oportunidades el cura Nicola Corradi, de 83 años, encontró a los dos violadores mientras lo atacaban y lejos de hacer la denuncia correspondiente, la reacción fue la de ordenarle a Gómez y al otro exempleado que se retiraran a sus habitaciones. A eso se limitó la acción y reacción del cura italiano, como si se tratase de un padre que pone en penitencia a sus hijos.
Durante su declaración -registrada en 2017, que duró más de 4 horas y media- el joven también relató otra ocasión en que fue abusado sexualmente y con acceso carnal por el también cura Corbacho.
El modus operandi se repitió durante varias de las violaciones que sufrió J.J.R. Luego de ser abusado el joven sufría múltiples lesiones y desgarros. En ese momento entraban en escena Corradi, la monja Asunción Martínez (imputada por omisión en otra causa) o el exmonaguillo Jorge Bordón (ya condenado tras reconocer la autoría de 11 abusos) y se encargaban de trasladar al joven misionero al médico, la consulta ocurría siempre fuera del instituto de acuerdo al relato del joven.
Más allá de esto, no existen registros en la causa ni ninguna denuncia de un profesional de la salud referidas a atenciones a un exalumno del Próvolo por lesiones de este tipo, por lo que no se descarta que la Justicia guíe parte de los focos a estos episodios.
Ya atendido por los médicos, a J.J.R. lo llevaban generalmente a un local de comidas rápidas y allí le compraban una hamburguesa con papas fritas. Incluso, en varias oportunidades le compraron el menú que trae un juguetito de regalo. El mismo juguetito que luego le quitaban -entre tantos otros maltratos- y por el que llegaban a forcejear con un niño de 8 años que no quería darlo.
La víctima estuvo en el Próvolo mendocino entre 2004 y 2009, ni bien salió regresó al Litoral junto a su familia. De hecho, mientras estaba de vacaciones en el lugar -aún siendo alumno- su madre lo llevó a un control médico porque evidenciaba dolores. “La víctima cuenta que cuando salió del chequeo, la mujer tenía un papel. Y agrega que viajaron ese mismo día a Mendoza, porque ella fue a pedir explicaciones en el instituto por lo que había observado el médico”, relató una fuente de la investigación.
Esa fue la última vez que J.J.R. pisó el Próvolo; y la penúltima que pisó suelo mendocino. La última fue en junio de 2017, cuando los abogados de las otras víctimas lograron dar con su paradero y consiguieron que regrese a la provincia de Cuyo para presentar su denuncia por lo vivido en el instituto. Lo hizo en cámara Gesell, en presencia de profesionales del Equipo de Abordaje de Abuso Sexual (EDEAS). La entrevista fue clave en la prueba acusadora que este viernes se exhibió en el proceso.
El joven no se encuentra por estos días en Mendoza; sino que sigue en Misiones donde trabaja en un campo yerbatero. No obstante, está a disposición de la Justicia mendocina en caso de que se lo cite para ampliar declaración. En caso de que esto se disponga, previamente deberá ser examinado por el propio EDEAS para determinar si está en condiciones de volver a declarar de forma presencial.
Hasta la fecha han transcurrido trece audiencias, con un total de 10 declaraciones. De ellas, 8 pertenecieron a ex alumnos (2 de forma presencial y 6 con una reproducción de las cámaras Gesell grabadas durante la instrucción). Los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho y el ex jardinero Armando “Pilo” Gómez están imputados por 28 hechos de abuso sexual y corrupción de menores y arriesgan una pena máxima de 50 años de prisión.