Paloma toca con las manos el glamoroso cielo del mundo de la moda. Pasea su belleza con vestidos de reconocidos diseñadores y es el rostro de distintas marcas de ropas y zapatos.
Nacida en Oberá y criada en Santa Ana, la rubia que hoy cuenta con 24 años, comenzó su ascendente carrera en el modelaje hace tres años en Buenos Aires, cuando la diseñadora obereña Isabel Quintana la vistió de novia. “Sin duda mi vida cambió, marcó un antes y un después”.
Mi primer desfile fue hace tres años, vestida de novia. Subí las fotos a las redes sociales y empecé a recibir ofertas laborales. Hoy vivo del modelaje”.
Ese primer desfile fue en el Sheraton Buenos Aires Hotel & Convention Center, desde donde saltó a las pasarelas porteñas. “Me abrió miles de oportunidades laborales y me empezaron a conocer”.
Paso a paso fue subiendo escalones en el universo fashion y llegó a desfilar para reconocidos diseñadores como: César Juricich, Laura Maffioli, Roxana Salerno, Erika Lav, Eliana Molina y Antonina Dozo, entre otros.
Carismática, sencilla y con mucha personalidad, participó en el reality show “Por amor o por dinero” y en los programas de Guido Kaczka y Lizy Tagliani. También, estuvo en el megadesfile por los 50 años de Silkey Mundial, en el Centro de Convenciones Buenos Aires.
En cuestión de un año llegó a hacer hasta 300 desfiles: “Uno detrás de otro”. Pero ella nunca pensó en ser modelo y nos explica por qué: “Nací en Oberá, en una colonia, éramos muy humildes. Mi papá plantaba tabaco y yerba, que no valían nada”.
“Cuando salí de Misiones bajé diez kilos. El médico dijo que era por tristeza, extrañaba mi casa. Pero había que resistir, los sueños se tienen que cumplir, aunque a veces duela”.
En busca de oportunidades decidieron mudarse a Leandro N. Alem, luego a Santa Ana. “Siempre vivimos en la chacra, muy humildes, se vendía poco. Yo no quería seguir así”.
Con 16 años tomó las riendas de su vida y comenzó a trabajar: “Por la mañana en casa de una señora y por la tarde en una peluquería”. Como trabajaba todo el día tuvo que abandonar el colegio.
Con el dinero que ganaba se alquiló una habitación, “una que estaba cerca de mis trabajos porque la casa de mis padres estaba muy lejos. Si bien ganaba lo suficiente yo no estaba conforme, quería otra cosa”.
Buscando un destino distinto al que conocía, pensó en Buenos Aires como la mejor opción. “Y me fui”.
Al comienzo vivió en la casa de su tía “por quince días” hasta que conseguió un trabajo en una peluquería y también como promotora. Entonces alquiló un monoambiente en Tigre, provincia de Buenos Aires.
El colegio lo terminó en aquel partido bonaerense, en el turno noche. También estudió en la escuela del prestigioso diseñador Roberto Piazza. Entre sus anécdotas más destacadas, cuenta a SextoSentido que conoció a Susana Giménez .“Era mi sueño”.
Durante años, la rubia golpeó miles de puertas y “un día todo cambió”. Hoy su imagen de modelo está totalmente consolidada y apuesta a un futuro prometedor, pero hacia donde vaya siempre llevará el legado de su padre, Martín Dainchuk, quien hace poco falleció, “tenía tóxicos en los pulmones. Él siempre nos decía que el trabajo era lo primero y sólo así se logra salir, con humildad y con dignidad”.
Cuando la opción es dejarlo todo
“Irme de casa fue una de las mejores decisiones que tomé, pero si me quedaba pienso que tampoco me hubiese ido mal porque siempre trabajé”. Paloma se recibió de estilista a los 15 años. Estudió ese oficio en el “Club de los Abuelos”, en San Ignacio. Como anécdota cuenta que su padre le decía: “¿para qué estudiás eso?, es perder el tiempo”.
Pero con el tiempo, cuando se mudó a Buenos Aires “fue mi herramienta para defenderme. Después él me decía: ‘me arrepiento hija de lo que te dije. Realmente valió la pena’. Mi papá quería que vivamos en la chacra y nos casemos, pero yo no quería eso”.
Recuerda: “En Santa Ana nosotros teníamos una casita de madera en la chacra y estando en Buenos Aires, todos los años les mandaba unos pesos a mis papás. Así terminaron la casa”.
“Ahora más que nunca”
Paloma padece de malformaciones congénitas del riñón. “Ahora que tengo obra social puedo tratarme, estoy con medicamentos. Cuando me enteré me dije ‘voy para adelante, ahora más que nunca’”.
Si bien en estos seis meses tuvo que suspender muchos desfiles, no deja de trabajar en lo que más le apasiona. Lo hace sin representantes porque “me siento mejor, muchos se ofrecieron, pero por ahora trabajo sola. Me siento bien buscando mis desfiles y creo que me va mejor”.
Por
Susana Breska Sisterna
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Fotos gentileza: M. Mechelli// N. Fernández// Heberth Aguilar